Negar que el estado siempre se va a quedar corto en materia de políticas y apoyo al deportista iría contra la realidad, pero tampoco, en el caso de Colombia, debe desconocerse que las cosas han cambiado sustancialmente desde hace algunos años. Hay que partir de la premisa de que, salvo casos excepcionales, no existe un atleta de alta competencia que “se haga solo”. Detrás de cada logro, por lo general, marcha todo un proceso que incluye respaldo económico, asesoría psicológica, manejo dietético, control médico y dirección técnica permanente. No siempre se dan todas esas condiciones aunque prevalece la mayoría. Colombia tiene hoy una política estatal de respaldo al deportista. No es perfecta, ni más faltaba, pero existe. A su lado va también la intervención de la empresa privada, que impulsa sus productos mientras suelta inversiones para el caso de los profesionales. ¿Acaso creen que Nairo Quintana se mueve sin brújula? ¿O Rigoberto Urán? Caterine Ibargüen tiene un programa financiado para moverse por todo el mundo y entrenar 18 de las 24 horas del día, con un técnico de dedicación exclusiva. Eusebio Unzué, el responsable de los trabajos de Nairo, casi lo regaña por los tres días que estuvo sin entrenar envuelto en justos y merecidos homenajes. Movistar no le pierde pisada. Sky, el poderoso equipo británico, le abre el camino a Urán. Claro que la tradición colombiana es de luchas y sacrificios, del joven que debe pasar hambre y llegar al deporte como vía de escape de la miseria, algo común en el boxeo sobre todo, mas no se puede negar que algo nuevo surge bajo el sol en esa materia. ¿Que falta? Claro, muchísimo. Habría que pensar en el futuro de quienes no tienen la fortuna de poder firmar contratos fabulosos aunque aportan medallas olímpicas o lauros como el de la formidable triplista antioqueña. Sin embargo, ya es tiempo de hacer un enfoque distinto y más profundo ante lo que se experimenta actualmente, para no caer en los lugares comunes ni en los devaneos del oportunismo, periodístico, gubernamental o simplemente político.
Sobre Rufino Acosta
Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.