Apareció en la Gran Carpa con un equipo que no ganaba, pero bien pronto cambió de uniforme, para empezar a labrar su camino entre los más grandes de todos los tiempos: era Joe Morgan.
“Eran los Estados Unidos de Thomas Edison y los hermanos Wright, que hicieron que lo sueños alzaran el vuelo, y de Jackie Robinson logrando un
Jonrón”: Barack Obama.
Jackie Robinson en 1947, había partido en dos la historia del béisbol de las Grandes Ligas, al romper la barrera del color, al vestirse con el uniforme de los Dodgers, por esos años, afincados en Brooklyn. Y diez años más tarde, se irían de la Gran Manzana. Pero había dejado la semilla para que los jugadores afroamericanos pudieran desarrollar con su talento y capacidad, el juego del béisbol. Y entonces, llegaron a tutiplén … por todos lados.
No era un secreto que la pelota que se jugaba en las mal llamadas y discriminadas Ligas Negras del Béisbol, en los Estados Unidos, contaba con extraordinarios jugadores que no tenían nada que envidiarle a los “blancos” que estaban adueñados de las Grandes Ligas.
En ese circuito y en una sola temporada, participó Jackie, pero con él hubo ilustres figuras que desempeñaban con lujo de detalles las excelsas cualidades del juego del béisbol. Y para apenas citar unos cuantos nombres de la época, señalemos al formidable Leroy “Satchel’’ Paige, al sensacional Monte Irvin, al boricua Francisco ‘’Pancho’’ Coimbre, al dominicano “Tetelo’’ Vargas, al afamado Josh Gibson y al destacado Buck Leonard.
Por esas paradojas de la vida, Jackie llega a la Gran Carpa, el primer afroamericano en las Grandes Ligas y el primero en la Liga Nacional, mientras que Larry Doby, lo hace con los Indios de Cleveland, ese mismo año, pero días más tarde, para ser el primer pelotero de color en la Liga Americana. Pero con el paso del tiempo, la inmensa afición que concurría a los estadios del béisbol de color, se fue difuminando y lentamente la liga se fue apagando, hasta cerrar sus puertas hacia los finales del año 60, porque sus estrellas estaban ya en el firmamento del mejor béisbol del mundo.
En esa primera gran camada de peloteros, de raza de color, irrumpieron jugadores de la talla de Roy Campanella, Elston Howard, Don Newcombe,el indiscutido Willie Mays, los cubanos Orestes “Minnie’’ Miñoso, Edmundo “Sandy’’ Amoros, Willie Miranda; los boricuas Roberto Clemente y Orlando “Peruchín’’ Cepeda; los dominicanos y hermanos Felipe, Jesús y Mateo, Juan Marichal, en fin.
Irrumpe Joe
Exactamente a los 20 años y 2 días, Joe Morgan, el mozalbete de Borham, la reducida población texana donde había nacido, pisaba por primera vez la grama de un estadio de las Grandes Ligas, nada más y nada menos que con los Astros de Houston —para ese entonces eran los Colt 45’s —, la novena que dos años más tarde, inauguró lo que sería, para entonces, el primer diamante completamente cubierto en la Gran Carpa.
Su defensiva llamaba poderosamente la atención, y bien pronto se adueñó de la custodia del segundo cojín, destacándose por su guante; pero calificaba como bateador pobre, pese a que Nellie Fox, un veterano en la novena, le ofreció más de un consejo para mejorar su ofensiva, algo que empezó a rendirle buenos dividendos con el uso del bate, al lado izquierdo del pentágono.
Los Astros no fueron un equipo ganador durante toda su larga permanencia en la Liga Nacional, y en un intercambio de jugadores con los Rojos de Cincinnati, el “pequeño’’ Joe, como lo apodaban sus compañeros de equipo, pese a que medía 1.70 metros de estatura, y otros lo califican como “el pirata” Morgan, la verdad es que el texano se las ingenió para cambiar su estilo de juego a la ofensiva, porque a la defensiva, poco o nada más se le podía pedir, empezando a carburar con su velocidad para alcanzar las bases, para seleccionar mejor los lanzamientos, desarrollando un formidable uno-dos con el siempre recordado Pete Rose, en el ataque de los Rojos, el equipo que más adelante, y con sobradas razones, se le bautizó como “La Gran Maquinaria Roja” de Cincinnati.
Excelente combinación
Los Rojos en 1970 inauguran su nuevo parque de pelota, el estadio “Riverfront” y contratan a Sparky Anderson para que se hiciera cargo del timón de la franquicia, ganando en el trayecto entre 1970 y 1976, cuatro títulos de la Liga Nacional y dos Series Mundiales, en una demostración de poder y pujanza en el béisbol de la Gran Carpa.
Pete Rose, Johnny Bench, el cubano Tany Pérez, el venezolano David Concepción, Bobby Tolan, Clay Carrol, Don Gullet, Ken Griffey Sr., George Foster, sumándoles a los nuevos integrantes de la plantilla los dominicanos Pedro Borbón y César Gerónimo, Jack Billingham, Ross Grimsley, Denis Menke y Tom Hall, con Joe Morgan, armaron un equipo de quilates, que despedazó a sus rivales en el trayecto de casi una década.
Pero hubo una combinación de juego que sencillamente fue calificada como excelente, cuando el venezolano Concepción y Joe conformaron una llave para hacer jugadas de doble-matanza, entre el campo corto y la segunda almohadilla, que resultó más que eficiente y oportuna, en momentos comprometidos para el desarrollo de los partidos.
Concepción-Morgan hicieron de su zona la más que respetada en ese sector del campo de juego, por donde los batazos de sus rivales no pasaban fácilmente y, por consiguiente, le daban una verdadera efectividad defensiva a Rojos.
En postemporada
Bien pronto, Morgan se acreditó el mote de “Joe el Rojo”, en un reconocimiento y admiración de verdadera amistad de sus compañeros de equipo, jugando la Serie Mundial de 1972, frente a los Atléticos de Oakland, en donde los Rojos caen en la Cita de Otoño frente a los campeones de la Liga Americana, en siete cerrados partidos, con 4 victorias y 3 derrotas.
Pero los Rojos vuelven al Clásico de Otoño en 1975, jugando frente a los Medias Rojas de Boston, quizás en una de las más importantes y cerradas Series Mundiales, para ganar la corona en siete espectaculares juegos, con 4 victorias y 3 derrotas.
Y en 1976, los Rojos “barren” a los Yanquis de Nueva York, y se llevan el título con 4 triunfos sin derrotas, para sumar el segundo de la época dorada de la “Gran Maquinaria Roja”.
Anderson, el estratega de los Rojos, jugaba con sus fichas sobre el terreno de juego, de manera fantástica, dándole rienda suelta a que sus peloteros desarrollaran sobre los diamantes, toda la capacidad que tuvieran para disfrutar del béisbol.
Sus estadísticas
“Morgan el Pirata” o “Joe el Rojo” en los 22 años que perteneció a la nómina de las Grandes Ligas, dejó una verdadera estela de grandeza como muy pocos peloteros en el pasado siglo.
10 años con el uniforme de los Astros, 8 con los Rojos, 2 con los Gigantes de San Francisco, 1 con los Filis de Filadelfia y 1 más con los Atléticos de Oakland, fue una prolongada pero brillante carrera en la Gran Carpa, bateando para 271 de por vida, con 2.517 indiscutibles en 9.277 turnos; incluyendo 268 estacazos de vuelta completa; 449 dobles: 96 triples; con 1.133 carreras remolcadas y 1.650 anotadas; con 1.865 bases por bolas recibidas, de ellas 76 de manera intencional.
Contabilizó 689 bases estafadas en su carrera, y en 162 ocasiones fue puesto out intentando llegar a la base siguiente.
Y miren sus estadísticas a la defensiva: en 12.953 lances en el campo, con 5.742 outs fabricados, 6.967 asistencias y apenas 244 errores, le estamparon un promedio de por vida de 981 con el uso del guante, luego de participar en 2.527 encuentros, e intervenir en 1.505 jugadas de doble-matanza.
En el Clásico
En 23 desafíos de Series Mundiales en los que participó, 18 de los cuales fueron con el uniforme de los Rojos, Morgan tuvo marca ofensiva de 235, con 20 imparables en 85 turnos, con 3 jonrones, 2 triples y 4 dobles, con 8 impulsadas y 14 anotadas.
Jugador Más Valioso por la Liga Nacional en 1975 y 1976, Joe participó en 10 Juegos de las Estrellas, con el uniforme de la Liga Nacional, y en 1972, fue seleccionado el pelotero Más Valioso en la constelación, y fue en ese mismo año en que Morgan se llevó el trofeo de máximo anotador de la Liga Nacional, al acumular 122 rayitas anotadas.
Ganador de dos anillos de Series Mundiales, en los años 75 y 76, Joe Morgan nunca se desligó del béisbol, porque cuando abandonó la actividad en los diamantes, perseveró en ofrecer sus conocimientos y experiencias del juego, dictando clínicas en las divisiones menores de sus amados Rojos, y en escuelas y colegios de distintos regiones en los Estados Unidos.
“El Pirata” o “El Rojo”, como le decían a Joe Morgan, desarrolló una buena carrera como comentarista del béisbol de las Grandes Ligas durante varios años, y desde su punto de vista, las críticas que hacía era de manera constructiva y siempre le daba a los jugadores y a los estrategas de los equipos, la duda razonable en cualquiera acción del juego.
Ingresó al Salón de la Fama en 1990, tras permanecer en este mundo desde el 19 de septiembre de 1943 hasta el 11 de octubre de este 2020.
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PS: Por vacaciones del autor de estas notas sobre el béisbol de las Grandes, y para darles un merecido descanso a nuestros amables lectores, retornaremos en la primera semana de febrero 2021, Dios mediante.