El desastre de la infraestructura va más allá de lo esperado. Todos imaginaban que la debacle era en las carreteras, que como afirma el ex presidente Andrés Pastrana, durante los anteriores ocho años, no se construyó un solo kilómetro. Pero no. Sucede que a medida que se ahonda en este terreno, se descubren más desgreños en obras públicas.
Hablar sobre las carreteras, es llover sobre mojado, porque no hay vía por la cual se pueda transitar libremente, sin la zozobra de que se desprenda un derrumbe y empuje vehículos a los abismos y a los ríos que bordean los caminos que nos quedan.
Se avanzó en materia de orden público. Hay seguridad para transitar en vehículos, pero la realidad es que no hay manera de gozar de esa tranquilidad que nos proporcionan las fiestas y los puentes.
Vemos, por ejemplo lo que acontece con los tramos entre Ibagué y Armenia, Medellín y la Costa, Bogotá y Villavicencio, Buenaventura, Buga, etc., etc., etc. Los responsables del desastre, se fueron de vacaciones, se camuflaron en tratamientos médicos, o se escondieron para eludir responsabilidades y dejarle este “chicharrón” al nuevo gobierno.
Los árboles, no dejaban ver el bosque. El pésimo estado de la red vial, escondía el resto de la infraestructura, dejada manga por hombro. El accidente del avión de Aires en San Andrés, puso al descubierto el lamentable estado de los aeropuertosen todo el país. Casi no hay pistas que puedan utilizar, con seguridad, las aeronaves que cubren las rutas nacionales. Los expertos consideran una proeza operar desde la mayoría de los aeropuertos. Las pistas están en pésimas condiciones, carecen de las ayudas necesarias y constituyen latentes peligros para la operación aérea.
Esto solo se vino a saber ahora, cuando la aeronave de Aires, se rompió en tres pedazos, con el resultado anotado de una muerte y muchos heridos, amén de la parálisis y aislamiento de nuestra bella isla del Caribe.
Nadie encuentra explicación que justifique semejante desastre de nuestra infraestructura. Tampoco, el esfuerzo sobrehumano que debemos emprender para salir de este laberinto, que será el primordial escollo, para aprovechar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
Los años irresponsablemente perdidos, nos golpean más que la revaluación del peso para competir internacionalmente con nuestros productos. En buena hora, el Presidente Santos, logró el puente que nos lleva a una paz con Venezuela, hacia donde podremos sacar algunas cosas, que nos garanticen divisas y empleo.