Por: Antonio Andraus Burgos
Dentro de los 20 primeros bateadores de las Grandes Ligas, 12 son latinos. En el grupo de los mejores ‘’vuelacercas’’, hay más de 10; y ni que decir entre los principales productores de carreras de la temporada. El adiós del inmortal Tony Gwynn.
Todavía estamos lejos de poder pensar en la postemporada, pero a medida en que avanza la campaña de las Grandes Ligas, lentamente se puede observar que en más de una división de las dos ligas, la disputa de una casilla de honor para el pasaporte a la disputa del título de su respectivo circuito, seguramente se conocerá sobre los días finales del mes de septiembre.
Empero, antes de llegar a esa instancia, este 2014 tiene por delante la realización del Juego de Estrellas, que este año se hará en el estadio de los Mellizos de Minnesota, el martes 15 de julio, y pese a que la votación de los aficionados pesa sobremanera en la selección de las dos nóminas, vale la pena ir sacando conclusiones en cuanto a las posibilidades de los jugadores latinos en esa cita de mitad de año.
Por ahora podemos decir que, como casi siempre ocurre, muchos latinos estarán en boca de los aficionados para ser nominados, y dentro de las facultades de cada estratega, John Farrel, por la Liga Americana, en su calidad de campeón con los Medias Rojas de Boston, y de Mike Matheny, de los Cardenales de San Luis, la divisa monarca de la Liga Nacional, otros tantos podrán llegar a la convocatoria, mas otros se quedarán por fuera.
Y de una vez anunciamos, sin temor a equivocarnos, que más de un pelotero cubano hará parte de ambas plantillas, dado el rendimiento que en las dos ligas vienen ofreciendo los formidables jugadores isleños que, con paso lento pero seguro, vienen arribando a las nóminas de las Grandes Ligas.
Un vistazo a los bateadores
Dentro del grupo de los 20 primeros peloteros a la ofensiva, 12 son latinoamericanos, todos ellos, bateando por encima de los 300 de promedio, algo que permite presumir que por ese lado, los estrategas y los aficionados, no tendrán muchas dificultades.
En ese grupo aparecen nombres como el de Víctor Martínez, el bateador designado de los Tigres de Detroit; Robinson Cano, el segunda base de los Marineros de Seattle; Miguel Cabrera, el inicialista de los Tigres; Alexis Ríos, el guardabosques de los Rancheros de Texas; Yasiel Puig, el jardinero de los Dodgers de Los Ángeles; el segunda base José Altuve, de los Astros de Houston; José Bautista, el jardinero de los Azulejos de Toronto; Carlos Gómez, el guardabosques de los Cerveceros de Milwaukee; Alexei Ramírez, el torpedero de los Medias Blancas de Chicago; Adrián Beltré, el antesalista de los Rancheros; Ángel Pagan, el guardabosques de los Gigantes de San Francisco, y Nelson Cruz, el bateador designado y guardabosques de los Orioles de Baltimore.
Claro que Troy Tulowitzki, el paracortos de los Rockies de Colorado, se lleva las palmas hasta el momento, como el mejor bateador de la campaña, a 15 de junio de este 2014, al lograr promedio ofensivo de 362 puntos, producto nada más y nada menos que 81 imparables conectados en los 224 turnos oficiales al bate.
Entre los ‘’vuelacercas’’
Pero entre los peloteros encargados de sacar las pelotas fuera del terreno de juego, también hay varios latinos que vienen haciendo de las suyas frente a las ofertas de los lanzadores y, de paso, dándose gusto en convertirse en atracción para cualquiera de las novenas de las Mayores.
Nelson Cruz, quien ahora defiende a los Orioles, es el líder, con 21 tablazos de circuito completo; escoltado por Edwin Encarnación, de los Azulejos de Toronto, con 20 ‘’vuelacercas’’, en lo que va de la campaña. Los dos son dominicanos.
Pero la tercera casilla está ocupada por el novato cubano José Abreu, el primera base de los Medias Blancas de Chicago, con 19 garrotazos de vuelta completa, quien viene siendo la sensación de su novena, admirado por sus aficionados y seguramente, uno de los indiscutibles aspirantes al título de Novato del Año de la Liga Americana, distinción que se disputa por el momento, conjuntamente con el lanzador derecho japonés de los Yanquis de Nueva York, Masahiro Tanaka.
Los tres, Cruz, Encarnación y Abreu, seguramente harán parte de la nómina de la Liga Americana, si están en salud de aquí a la fecha de la cita en Minnesota.
Hay que agregar que dentro de los 10 primeros en la tabla de los jonroneros, hay otros latinos, como el venezolano Víctor Martínez, de los Tigres, con 17 estacazos de vuelta completa; el dominicano Albert Pujols, de los Angelinos de California, con 16 ‘’bambinazos’’, y el también dominicano, José Bautista, de los Azulejos, con 15 cuadrangulares despachados en la campaña.
Los grandes productores
Y en el departamento estadístico de los peloteros que más producen carreras para sus novenas, otra vez aparecen varios latinos en el grupo de los destacados.
Nuevamente el dominicano Nelson Cruz está a la cabeza de ese grupo, con 56 carreras fletadas hasta el plato; el venezolano Miguel Cabrera es el segundo, con 55 empujadas; y el también dominicano Edwin Encarnación, es el tercero, con 54 carreras producidas.
En el grupo de los 10 peloteros que más ayudan a sus equipos con la fabricación de anotaciones, se incluyen al cubano José Abreu, con 51 carreras enviadas hasta el pentágono, y el dominicano José Bautista, con 47 carreras impulsadas.
El adiós de Gwynn
Tony Gwynn será recordado como una de las leyendas del béisbol de las Grandes Ligas con el uniforme de los Padres de San Diego.
La noticia de su fallecimiento, como consecuencia de una prolongada enfermedad que lo venía aquejando desde hacía algunos años, la recibimos cuando estábamos terminando de escribir estas líneas.
Gwynn sin duda alguna, es un emblema de los Padres. Las 20 temporadas que jugó en las Grandes Ligas siempre fue con el uniforme de los ‘’frailes’’, novena que despuntó en la Gran Carpa hacia comienzos de los años 70.
Con ocho títulos de bateo en la Liga Nacional y 3.141 imparables conectados en las dos décadas de su carrera en las mayores, adueñándose de la décima octava casilla de todos los tiempos en ese departamento, Gwynn fue exaltado al Salón de la Fama en el año 2007, y el siempre guardabosques derecho de los Padres, dejó para la posteridad un promedio de bateo de 338, ocupando la décima sexta posición en el historial hasta el momento en las mayores, con una sensacional temporada de 1994, cuando obtuvo 394 de porcentaje ofensivo.
En 15 oportunidades, Tony Gwynn fue convocado al Juego de las Estrellas de la Liga Nacional
Nunca se retiró del béisbol, aun cuando dejara de ser un pelotero activo de los Padres en el 2001, pues tras dejar el juego de competencia, se dedicó a enseñar todo lo que había aprendido a jóvenes de las escuelas y de la propia organización de los ‘’frailes’’, equipo que en el año 2002, retiró el número 9 de la lista de los uniformes de la organización, en homenaje a quien ha sido uno de los grandes peloteros de todos los tiempos de ese equipo.
Gwynn con los Padres nunca pudo alcanzar un título de la Serie Mundial, pese a que intervino en dos ocasiones, en procura de la captura de la corona más codiciada de la pelota organizada.
Los Padres, como campeones de la Liga Nacional, y con Gwynn en la alineación, disputó el título de la Serie Mundial de 1984, frente a los Tigres de Detroit, los ganadores del cetro de la Liga Americana, que perdieron en cinco desafíos, en donde apenas obtuvo una victoria la novena sandiegana.
Y más adelante, en 1998, los Padres ganaron el título de Viejo Circuito, pero se enfrentaron en la Serie Mundial a los campeones de la Liga Americana, los Yanquis de Nueva York, novena que conquistó la afamada corona con el inobjetable y contundente 4 victorias sin derrotas. En esta que fue su segunda participación en el Clásico de Otoño, Gwynn bateó 8 imparables en 16 turnos oficiales, para el astronómico promedio a la ofensiva de 500.
A sus 54 años de edad, Gwynn deja para los seguidores de los Padres y del béisbol de las Grandes Ligas, una estela de grandeza que le permiten ser considerado como uno de los dignos exponentes de esta disciplina, en las ultimas tres décadas del Béisbol Organizado.
Pese a su corta estatura, pues media menos 1.80 metros, siempre conservó un peso por encima de las 220 libras, fue rápido en sus desplazamientos en el bosque derecho, y de un formidable brazo siniestro, posición zurda con la cual igualmente usaba para consumir sus turnos al bate.
¡Paz en su tumba!