“Con cara gano yo y con sello pierde usted”, reza el adagio que desde hace mucho tiempo le aplican los floricultores a esta Colombia, que les entrega todo a cambio de nada.
He podido observar, en los Estados Unidos, que las flores que invaden sus mercados ya no son colombianas, sino ecuatorianas. Es muy poca la flor procedente de nuestro país. Pero al estudiar lo que está ocurriendo, se descubre un dato: en general, los cultivadores de flores del vecino país son colombianos. Eso estaría bien, si ese esfuerzo por establecerse en otras áreas, como Ecuador, Costa Rica y hasta México, la hicieran con sus propios recursos.
Se ha puesto en evidencia que el gobierno, desde hace tiempo, ha defendido sin mengua a los floricultores, que dicen perjudicarse con la revaluación del peso. Eso está bien, porque es una actividad que ha venido aportando muchas divisas. Pero grave lo que ahora se descubre. Al parecer algunos de los floricultores han utilizado los créditos súper blandos y los subsidios a solvencias diferentes a las que persigue el esfuerzo estatal. Por ejemplo, no pagan los salarios, mucho menos los parafiscales, ni los compromisos con los proveedores y ni se diga las cuotas de los préstamos que les otorgó el Banco Agrario. Ese dinero se ha ido deslizando hacia el exterior y hacia otros menesteres.
Es una paradoja que, cuando a los floricultores les va bien llenan sus alforjas, sin importarles la suerte del país y de los contribuyentes, con cuyos dineros el gobierno los refinancia en las épocas de vacas flacas. Pero en la opulencia, ni nos miran.
Es cierto que tenemos la moneda más revaluada del mundo, situación esta que hay que morigerar y mesurar para defender a los exportadores. Pero de ahí a caer en los vicios de Agro Ingreso Seguro, sólo se le puede haber ocurrido al ex ministro Arias.
Hay necesidad de ir al fondo en estas materias. ¿Se justificaba la refinanciación subsidiada? ¿Es cierto que los dineros se desviaron? ¿Hubo descuido oficial y mala fe?
Entre tanto, los trabajadores son despedidos, siguen sin recibir sus salarios y sus prestaciones sociales y sin el pago de los parafiscales que les proporcionen la seguridad social. Los proveedores se encuentran al borde la ruina y el Banco Agrario en serias dificultades para atender otros sectores que requieren de sus fondos, con urgencia. Y los “flori-avivatos”, gozando con nuestra plata.