Hace parte de ese grupo de jugadores que deben romper los moldes de la incomprensión y de los prejuicios ante la crítica y la afición.
Jefferson Lerma, quien el 25 de octubre cumplirá 26 años, llegó a la selección de Colombia en medio de una oleada de reparos.
Eran los tiempos del técnico argentino José Pékerman y el país se alistaba para el Mundial de Rusia 2918.
Lerma no había participado en las eliminatorias y tampoco era nombre habitual en la información del fútbol.
Fue convocado por Pékerman para juegos de preparación y entonces rugieron los leones para situarlo en la órbita de las cometas.
Decían que algo se traía entre manos el estratega, cuando se fijaba en un jugador que actuaba para un equipo media tabla del fútbol español (Levante).
Después, cuando fue transferido al Bournemouth inglés, atinaban a expresar que ahí estaba la prueba reina.
Tampoco era un club de abolengo, pero pertenecía a la «premier» y para dar el salto era necesario que mostrara antecedentes de selección. Ese era el cuento.
Creo que tenía resistencia porque parecía un jugador tosco (rocoso dicen ahora) y de pocas ideas para un medio campo virtuoso como el de Colombia.
Contra esas impresiones adversas y el chismorreo cometero, fue convocado para Rusia 2018 y desde aquellos días hasta hoy las cosas han cambiado de manera sustancial.
Lerma, en plena evolución física y técnica, empezó a derribar preconceptos y a ratificar que Pekerman no se había equivocado cuando abrió espacios y lo metió en el grupo.
Hoy es uno de los baluartes del combinado nacional. De hecho, los especialistas lo destacan como la gran figura de Colombia en los dos primeros juegos de la eliminatoria.
Cabría decir que en Inglaterra ha encontrado el nicho para pulir su estilo, y transformarse en un centrocampista integral, con notable capacidad para defender, organizar e ir al ataque. Evita y busca el gol, con movimientos de jugador cerebral.
El caso de Lerma es uno más para mostrar cuando se habla de jugadores que no solo deben imponerse en la cancha sino abatir las murallas de la malquerencia injusta y gratuita.
Nació en Cerrito, Valle del Cauca, comenzó carrera con el Atlético Huila en el 2015, y de ahí saltó al Levante español, en el que hizo méritos para atraer la atención del Bournemouth inglés, hoy en la segunda división.
Con 1.78 de estatura, marcador implacable y visión de gol, todavía le queda un amplio horizonte por descubrir.