La Reelección inmediata, una hecatombe y la mala elección un desastre. Ya decantado el proceso electoral vale la pena repensar estos temas. Nunca en la historia política de los últimos 50 años se ha vivido unas campañas más degradantes, bajas, carentes de propuestas innovadoras, vulgares, llenas de pugnas, ruines y desmotivadoras para los electores, que la protagonizada en la 1a y 2a vuelta presidencial. Por otra parte es triste lo que estamos soportando los ciudadanos de Bogotá y de otros departamentos y municipios del país, por haber elegido en el » lugar equivocado» a unos personajes que han frustrado las esperanzas de sus electores. Esto nos debe llevar a reflexionar y a entender que para elegir no se puede ser mediático, y mucho menos hacerlo sin el análisis y conocimiento de sus propuestas y compromisos serios de cumplir, so pena de sanciones jurídicas y políticas.
Hay que conocer a la persona, como un ser humanista, intelectual, académica y vocación de servicio para con la comunidad que piensa o aspira dirigir y beneficiar con su gestión. Igualmente es menester evaluar el programa de gobierno para que el elegido tenga en el elector un veedor objetivo y conocedor para saber que prometido se esta cumpliendo o por el contrario, debatir él porque no ocurre esto.
Por otra parte, lo que hemos experimentado con las reelecciones anteriores es funesto, tanto en lo político como en lo democrático, pues se presta para violar las más elementales normas de equidad. No nos digamos mentiras, no es creíble y está muy lejos de la praxis, exigir a un funcionario público que no ejerza gestión en favor de su jefe que aspira continuar en el puesto a través de la reelección, si esta en juego su propia permanecía laboral. ¿Cómo se garantiza el no abuso en el uso de los recursos públicos para promocionar la reelección inmediata?. Como se establece el equilibrio entre el candidato-Presidente y los otros aspirantes. Seamos sinceros y francos, somos humanos y esto no es factible, ni creíble, ¿qué hay parcialidad?, ¡la hay!, ya sea por acción o por omisión. La reelección no es buena ni para la democracia ni para el país en general. Sí cuatro años es corto tiempo para concretar una tarea positiva de gobierno, pues ampliemos a 5 o 6 años, unificando las elecciones y periodos para gobernadores y alcaldes y así obtener economía procesal y, pues en Colombia vivimos en elecciones consecutivas.
Hugo Artunduaga Salas. Julio 2014