El triunfo catalán en Wembley parecía estar cantado, pero no por ello dejó de sorprender la facilidad con que se produjo. Una oportunidad invaluable para sacar provecho. Colombia, que siente ese tipo de juego, podría meterse en la corriente sin necesidad de caer en imitaciones frustrantes. Los compromisos que se avecinan.
Al tiempo de deleitarse con cada pasaje del ritmo de juego que impone Barcelona, el cuádruple ganador de la Copa Europea de Campeones, los seguidores del fútbol tendrían que aprovechar esta inmejorable oportunidad para asimilar las enseñanzas que deja la fiesta del viejo continente, dentro de un amplio contexto social y deportivo.
Aludimos no sólo a la estética y a la implacable eficacia catalana, sino a lo que ofrece el espectáculo cumbre de la Unión Europea (UEFA) cual impecable ejemplo de alta competencia, por el respeto entre los rivales, la majestad del árbitro como administrador de justicia en la cancha, la pugnacidad sin dolo, el esfuerzo permanente por llegar a la victoria y la compostura de los técnicos, que por mandato de UEFA y convicción son modelo de pulcra elegancia. Todo ello en medio de un entorno del febril entusiasmo de una tribuna que guarda distancia.
No es la simulación una norma que confirme la regla del juego desleal. Si bien el fragor de la lucha puede dar lugar a inevitables roces y acciones que colindan con el riesgo de una lesión, está lejos de la permanencia fastidiosa e intolerable. Nada de manoteos y poco de protestas. Se borra la mímica del engaño.
El predominio aplastante del Barcelona hizo ver al Manchester United como un rival menor, que en modo alguno lo es, sin que a cambio se produjera una respuesta belicosa. La paliza que nunca le habían dado, como lo admitió el siempre altivo y caballeroso Sir Alex Ferguson, quedó sólo para los registros históricos, siempre bordeado por las fronteras de un acendrado duelo del fútbol.
Barcelona pasó de largo en todos los terrenos, en la nobleza de la contienda, en el espíritu solidario de un equipo plagado de genios del balón y gestos de grandeza humana como el de rodear al jugador que estuvo en las garras de la muerte por una enfermedad cruel. El lateral francés Eric Abidal fue el encargado de levantar el célebre trofeo, por decisión del capitán Carles Puyol, con la emotiva voz de apoyo de sus demás compañeros y el cuerpo técnico que encabeza Josep Pep Guardiola.
Las buenas maneras del Barcelona deben trascender más allá de la admiración que despierta su romance con el fútbol lírico. A eso hay que llegar. El toque mágico debe romper las barreras que hacen inviable el juego limpio. El camino que traza el aplicado y laborioso Pep Guardiola tiene que dejar una larga estela para que cada cual haga su curso, lejos de frustrantes y burdas imitaciones.
Así jugaba Colombia…
En alguna parte leímos o escuchamos una expresión que al parecer comparten los técnicos colombianos Hernán Darío Bolillo Gómez y Francisco Maturana. Fue después de la demostración magistral de la selección de España en Sudáfrica 2010, cuya forma de juego es bastante parecida a la que practica el Barcelona. Casi idéntica, con pequeños matices que se producen por las características de los jugadores y la presencia de Lionel Messi.
Al entrar en los terrenos de las comparaciones, Gómez y Maturana parecían reclamar a quienes en su momento protestaban por el parsimonioso toque-toque colombiano, al tiempo de señalar que, en cambio ahora, es la novedad que deslumbra. ¿Así jugaba Colombia? Se presume que la época de la maravilla se produjo entre 1990 y 1998, con tres clasificaciones consecutivas para la Copa del Mundo.
Es cierto que el equipo tricolor logró llamar la atención con su refinada técnica y dominio del balón. Sin embargo, nunca llegó a los niveles de la excelencia que hoy pueden reclamar España y Barcelona, porque al juego bonito de entonces lo abrumaba por momentos la lentitud y en materia de cosecha fue poco lo que pudo alcanzar.
La generación perdida o del desperdicio, como se puede llamar aquella que hizo soñar despiertos a los aficionados y que por momentos cautivó a los críticos, apenas pudo superar la primera fase del mundial (1990) y subirse al podio del tercer puesto en la Copa América, cuando inclusive rozó la impensada condición de ser favorita para el título universal en Estados Unidos 1994.
Como consecuencia de mil factores, entre otros los que les corresponden a técnicos y jugadores, se perdió la gran ocasión de tocar el cielo del fútbol con una constelación irrepetible de astros que después dejaron huella por el mundo en el campo de los clubes.
Colombia pudo ser y no fue. El desfase entre su potencial y los logros conseguidos resultó aplastante.
Puede y debe respetarse lo que opinan en este aspecto Gómez y Maturana, según su óptica y criterio profesional. El problema surge al hacer el contraste práctico, porque no hay manera de sostener tal punto de vista: España, campeón de Europa y del mundo; Barcelona, triple monarca del viejo continente y rey de la península ibérica. ¿Colombia? Ilusiones de verano.
Desde luego, subyace un hecho que sí resulta incuestionable: al jugador colombiano lo atrae el manejo fino del balón, el toque de primera, la maniobra inteligente, y en eso no existe discusión. El meollo del asunto está en pasar del dicho al hecho, para que cada movimiento tenga su punto de apoyo en la inclaudicable decisión de llegar al arco rival.
Colombia está obligada a encarar el problema del gol con determinación y entereza. La mentada identidad, de la que tanto hablan Gómez y Maturana, tiene que salir del atolladero de la ineficacia bajo el precepto de que sin inflar las redes del adversario todo esfuerzo queda en nada.
El efecto Falcao
Otra especie de falacia que al parecer trata de abrirse espacio se conecta con los goles del samario Radamel Falcao García en el Porto de Portugal y su escasa producción en el plantel tricolor.
Se pretende demostrar que es imposible que Falcao haga en Colombia lo que consigue en el equipo lusitano, por diversos factores de orden táctico y técnico.
La misma historia y desde ángulos distintos, cabe para figuras como el barranquillero Teófilo Gutiérrez, el tolimense Dayro Moreno, el vallecaucano Hugo Rodallega o el chocoano Wason Rentería, entre los cañoneros que nutren la despensa colombiana. ¿Cómo explotar semejante “materia prima”?
Cuesta trabajo creer que, a ultranza, sin discusión ni análisis sereno, Gómez quiera aferrarse a la idea básica de mantener el cero y de jugar con el error del contrario, antes que en buscar y hallar soluciones ofensivas de fondo. Hace poco dijo que el 1-0 también sirve, en descarada confesión de su desdén por resolver los problemas del ataque.
Por encima de los temores y el espíritu conservador, Falcao, quien suma 38 goles en la temporada, tendría que ser parte de la estrategia para romper el muro de la ineficacia. Sin embargo, es claro que por sí mismo no llegaría lejos. Necesitará la solidaridad de sus compañeros, para que le llegue el balón y lo deje en situación de gol. Por lo tanto, el irrenunciable reto de Gómez no puede ser otro que encontrar la fórmula de oro. Esperamos que se olvide de posiciones intermedias e intransigentes y le meta el diente a ese hueso.
No es un paseo
Colombia entra ya en la etapa de las decisiones para el torneo por la Copa América y las eliminatorias mundialistas.
Como lo hemos señalado hasta el cansancio, estamos distantes de compartir la posición displicente sobre el papel criollo en el torneo continental que se llevará a cabo en canchas argentinas.
Gómez envía señales equivocas sobre la actitud del país frente a su desempeño y expectativas coperas. A veces parece que trata de protegerse, y afirma que él quiere ganar todo, pero su prioridad está en las eliminatorias. En otras ocasiones acepta que no se trata de ir a un paseo de turismo sino a poner el pecho por una campaña decorosa. Recursos dialécticos para confundir a la opinión.
El sofisma es claro. Al señalar que lo importante es la eliminatoria, se da por descontado que un fracaso en la Copa América asegura el éxito de la competencia mundialista, un total y absoluto disparate.
Por eso hay que aterrizar sobre los terrenos del equilibrio para indicar que en ambos casos, cada uno en su momento, lo natural y obvio es que Colombia saldrá a buscar lo mejor, no obstante la imposibilidad de garantizar un resultado.
Surge también el convencimiento de que, sobre el papel, el cuerpo técnico podrá disponer de un excelente grupo de jugadores que le facilite la integración de un equipo con fuerza y talla competitiva.
La Copa América enmarca un compromiso de primera línea y para nada perjudica que se trate de afrontarla con dignidad. En últimas, el deber de dar la batalla no admite renuncias. Lo demás es retórica barata.
Juveniles en Toulon
Ya se encuentra en Toulon, Francia, el seleccionado nacional de jugadores menores de 20 años, listo para encarar el torneo de la Esperanza.
Se trata del último asalto antes del campeonato mundial Sub-20 que se cumplirá en canchas del país entre el 29 de julio y el 20 de agosto del presente año. Será el ensayo definitivo para el técnico Eduardo Lara.
Colombia hace parte del grupo A, y jugaba el miércoles 1 ante Portugal, el viernes 3 frente a Costa de Marfil y el domingo 5 contra la representación de Italia.
Dos títulos (1999 y 2000) y un subcampeonato (2001) avalan lo más destacado del fútbol criollo en el torneo. La última década fue decepcionante.
Eduardo Lara se llevó lo que le parecía la flor y nata del nivel juvenil. Los “europeos” James Rodríguez (Porto) Luís Fernando Muriel (Udinese) y Jeison Murillo (Granada B), podrían ser valores notables para darle al conjunto una nueva imagen, duramente maltratada después del pobrísimo papel cumplido en el preolímpico.
Se confía en que al tiempo de lograr los ajustes para consolidar la fortaleza del equipo, Colombia logre ganar seguridad y regrese a Bogotá animado por la intención de realizar un mundial como lo aguarda todo el país.
Debe recordarse que Lara recibió un segundo aire con el respaldo de la Federación, cuando parecía tener un pie afuera tras el papelón en el suramericano. Ahora inicia el itinerario sin retorno, y se espera que encuentre la ruta para que Colombia se convierta en protagonista y no en actor secundario o de simple reparto. Ni pensar en una rápida y fulminante eliminación.
Lo que suceda en Francia puede ser anticipo de lo que se verá en el Mundial de la nueva ola del fútbol.
El mundial femenino
Con despedida presidencial y entrega de la bandera, la escuadra femenina de Colombia entra a concentración definitiva y alista maletas para partir hacia Suiza, donde permanecerá varios días antes de continuar hacia Alemania, sede del campeonato mundial de mayores 2011.
La revolución de los tacones puso al fútbol tricolor en los puestos de avanzada con un título suramericano Sub-17 y la clasificación para tres mundiales en menos de tres años.
El cuarto lugar en el torneo Sub-20 del año pasado en Alemania se eleva como la mayor recompensa hasta el momento, aunque, como suelen repetir las jóvenes jugadoras, la historia sigue su curso.
Bajo la dirección del técnico bogotano Ricardo Rozo, Colombia ha realizado un riguroso plan de entrenamiento y cree que no se ha omitido esfuerzo en beneficio de la unidad y potencia del grupo.
Rozo estima que la condición anímica y el talento natural de sus jugadoras le permite ser razonablemente optimista sobre el futuro del equipo.
Colombia jugará la primera fase contra Suecia (junio 28, Leverkusen), Estados Unidos (julio 2, Sinsheim) y Corea del Norte (julio 6, Bochum). Se trata de una serie de las más exigentes, en particular por estadounidenses y suecas, habituadas a figurar en los puestos de honor. Estados Unidos acumula dos títulos y en otra cita ocupó el tercer puesto.
Buena parte de la nómina está conformada por jugadoras que ya han actuado en el plano internacional, desde las categorías juveniles en adelante.
Entre las de mayor experiencia aparecen Ingrid Yulieth Vidal Isaza, Carmen Elisa Rodallega, Lady Patricia Andrade, Hazleydi Yoreli Rincón, Paula Forero, Katerin Fabiola Castro, Yulieth Paola Domínguez, Daniela Montoya, Katherine Nataly Arias, Natalia Gaitán y las hermanas Natalia y Tatiana Ariza. Seis de las expedicionarias estudian y juegan en universidades de los Estados Unidos. Valle del Cauca, Bogotá, Tolima y Antioquia hacen los mayores aportes al plantel.
El jueves 9 será el desplazamiento hacia Europa. Después de entrenar durante diez días en Lausana, seguirán hacia Alemania para esperar el comienzo del torneo ante las suecas.
Las damas quieren, una vez más, darles ejemplo a los colegas varones sobre cómo debe afrontarse un desafío de esta naturaleza. Con el toque del encanto.
Tiros cortos
*Las preocupaciones por los sobrecostos en las obras de los estadios mundialistas empiezan a encontrar justificación. Era un temor latente, inevitable en un país que está avasallado por la corrupción. Ahora vienen las investigaciones y debe suponerse que habrá consecuencias en caso de comprobarse irregularidades. Se impone la tarea de establecer no sólo el valor real de los trabajos sino la de verificar la calidad de los mismos. Su utilidad debe estar proyectada para largo tiempo. Ni más faltaba que se descubrieran castillos de arena.
*Las ejecutorias del argentino Lionel Messi, su aporte excepcional a los éxitos del Barcelona y los elogios que lo rodean, impulsan el debate sobre si ya es o no el mejor futbolista de todos los tiempos, por encima de Pelé, Alfredo Di Stéfano, Diego Maradona o Johan Cruyff, socios indescartables del club de los elegidos. Las estadísticas (1) muestran que a los 23 años, Messi ya superó los registros de sus émulos cuando tenían la misma edad, en materia de títulos de clubes. Su acumulado es de 15 trofeos contra los 13 que le habían dado la delantera a Pelé. El factor cualitativo que, por ahora hace una diferencia insuperable en favor del brasileño, estriba en los dos galardones mundiales que se anotaba antes de los 24. Aún los seguidores más fervientes de Messi admiten que, mientras no gane un mundial de mayores, tendrá una asignatura pendiente en su libreta.
*Si no surgen tropiezos de última hora, el sangileño Jorge Luís Pinto regresará al país para ocupar de nuevo el banco del Júnior de Barranquilla, con el que tiene antecedente de 42 partidos, entre el 2003 y el 2004. Salvo por su fallida experiencia al mando de la selección mayor de Colombia (2009-2010), muestra una laboriosa hoja de vida que incluye títulos con Alianza Lima de Perú, Alajuelense de Costa Rica, Deportivo Táchira de Venezuela y Cúcuta Deportivo de Colombia. Un logro del que pocos se pueden ufanar. Fiel estudioso de las tácticas y los métodos de trabajo en el fútbol, vive al día en esa materia y posee importante documentación sobre los mundiales, así como material de apoyo consignado en libros, películas y videos. Sus críticos dicen que el fuerte temperamento que lo caracteriza, le suele jugar malas pasadas con los árbitros. Pero Pinto responde que en esos casos sólo defiende su labor profesional, y advierte que saldrá a protestar siempre que se vea afectado por un fallo que considere injusto. Un consejo saludable sería que trate de calmar los nervios, frene los impulsos y cuente hasta diez cuando se vea en esos afanes. Es mejor dirigir en la raya o el banco que desde la tribuna. El Junior lo trae como relevo del colombo-argentino Óscar Quintabani, quien se quedó en el amague.
(1) Diario Marca.