La laguna de Fuquene…  verano e invierno.

Por: Hugo Artunduaga Salas

Pasar por la que otrora Fúquene, la emblemática laguna, orgullo de Colombia, por su extensión, riqueza hídrica y maravilloso paisaje, produce una mezcla de nostalgia, tristeza y rabia. ¡Si rabia¡ por la desidia gubernamental, la falta de civilidad y amor por la naturaleza.  Hace 50 años, era un gran paseo para quienes visitábamos la capital Mariana, Chiquinquirá, ya fuera en auto o en tren. La travesía en el tramo de Ubaté hasta Simijaca, era esplendoroso al ver ese “mar de agua dulce” bordeando la isla del “Jetón Ferro” y la vía carreteable con el deleite de apreciar la flora y fauna, cuyo hábitat, enmarcaba el paisaje.  Hoy, ya no existe.

En la década de los 70, se inició la invasión desde la orilla hacia el centro del acuífero, nacimiento del rio Suarez.  Desde la zona limítrofe de Capellanía, Susa, San Miguel de Sema, iniciaron el desagüe y secado de vastas extensiones con la complicidad de las autoridades municipales, departamentales y nacionales, especialmente el entonces Incora, que expedía la titulación de las parcelas invadidas, adjudicando además, viviendas pre-fabricadas.

La pasividad de unos y otros era la constante, sin que nadie dijera nada, solo el susurro en las charlas de café, sin mediar intervención alguna para frenar el crimen del que era objeto la naturaleza y las futuras generaciones.  El proceso de degradación fue progresivo hasta llegar al estado de postración en que se encuentra hoy.  Una laguna de más de 3.000 hectáreas, está convertida en un charco, lleno de esterilla y maleza.  Sería interesante y conveniente, saber si algún ente internacional, vinculado al campo ecológico, está enterado de este desastre y si hay todavía algo por hacer para contener la destrucción total, y lograr su recuperación así sea parcial.  Ahora cuando los diagnósticos indican que la próxima confrontación mundial va a ser por el agua, nosotros tenemos que hacer algo para no incrementa este oprobioso despropósito contra la ecología.  Lo vivido, o mejor padecido, en el verano pasado, que contrasta con la ola invernal que tendremos hasta diciembre, nos insta a reflexionar y tomar medicas  de prevención  para evitar nuevas catastrófes

Sobre Hugo Artunduaga

A esta edad no hay hoja de vida, solo queda un recordatorio.

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