Por: Guillermo Romero Salamanca
Juan Verdaguer se tomó con seriedad el humor. Nada de risitas. No permitió en sus programas de televisión que le pusieran carcajadas de fondo. Le gustaba tener público a su alrededor para que pensara en cada situación que le planteaba y le dejaba a su imaginación cada momento. Él totalmente erguido, de pronto con un tabaco en la mano, iba contando sus historias y cuando acababa, escasamente ponía en su rostro una sonrisa burlona.
“Conocí a mi mujer cuando ella tenía 18 años, iba para 19, hoy tiene 48 y va para 37”.
Juan Francisco Verdaguer nació en Montevideo el 30 de julio de 1915 y murió el 14 de mayo del 2001. Además de ser uno de los mejores humoristas de América Latina era actor, equilibrista y violinista.
Nació en un circo. Don Lindolfo era equilibrista y doña Aída era acróbata. Trabajó en los espectáculos circenses de Uruguay, Argentina y Brasil donde mostró sus dotes como equilibrista.
Con tal de verse joven mi mujer miente hasta con la edad del perro. Tenemos un cachorrito de 14 años. Todas las noches antes de acostarse se pone crema en la cara, en los brazos, en los pies y toda la noche la pasa resbalándose.
Quería ganarse el mundo interpretando el violín. Incluso viajó a los Estados Unidos y en una presentación en Nueva Orleans ocurrió lo imaginable. Mientras tocaba la pieza “Me vuelves loco” del violinista y tanguero Hernán Oliva, se le reventaron dos cuerdas y ante el percance comenzó a contarles historias al público. Con su voz grave, su manejo impecable de los silencios, el dominio con palabras precisas recibió los primeros aplausos.
El violín le había acompañado en muchas faenas para solventar sus necesidades económicas, pero también debió empeñarlo muchas veces. «El violín me salvó de muchísimas situaciones porque al principio tenía que empeñarlo seguido. Tantas veces que el hijo del prestamista tocaba mejor que yo».
Entonces el hijo de don Lindolfo –quizá sea el personaje más famoso del mundo con ese nombre—y de doña Aída comenzó su periplo por el mundo contando sus historias.
“Por muchos años, tanto mi señora como yo, fuimos inmensamente felices, hasta que nos conocimos…La conocí en una fiesta, después de la fiesta la acompañé en mi carro hasta su casa. ¡Qué noche aquella! La luna había salido…sus padres también. Paramos en el carro en un lugar muy romántico, me pidió que le quitara la capota al carro. Me gasté como tres horas…el carro no era convertible”.
Después de recorrer escenarios en México, Caracas, Nueva York fue invitado por el canal 13 de Buenos Aires para presentar el programa “Este loco, loco hotel” y empezaba diciendo: «señor, señora, no tiene que sintonizar su televisor… mi cara es así».
“Decidimos casarnos. Fui a su casa, le dije al papá que quería casarme con su hija. Él me preguntó: ¿ya vio a mi señora?, Sí le contesté, pero me gusta más su hija”.
“Nos casamos, el día del casamiento la mamá le dijo a mi señora que la noche de bodas no se quitara toda la ropa, que se dejara algo porque era más romántico. Durante toda la luna de miel ella durmió con el sombrero puesto.
Juan Verdaguer participó en once películas. Fue invitado especial a decenas de programas de televisión y Alfonso Lizarazo tuvo la genial idea de invitarlo al Festival Internacional del humor. Allí estuvo dando cátedra de cómo hacer fino humor.
Una vez le preguntaron sobre su definición del humor: “Asaltan a un hombre y lo dejan completamente desnudo, eso es comicidad. En cambio, si lo dejan en camiseta y calzoncillos, es humorismo. Yo hago humorismo, porque prefiero que la gente se quede, por lo menos, en ropa interior”.
Su humor estaba repleto de sexismo, a veces de racismo, pero siempre con frases precisas para hacer reír.
“Por un tiempo fuimos muy felices. Ella estaba muy feliz, yo estaba casado.
Al principio me trataba como a un dios pagano, quemaba cosas: el desayuno, el almuerzo, la cena…
Salía a escenario impecablemente vestido. Sabía manejar las manos, los gestos de su cara, su mordaz sonrisa y hasta los ojos.
“Siempre que salimos mi mujer y yo, caminamos tomados de la mano…
Si la suelto, se pone a comprar…”
A veces lo acompañaba una despampanete modelo, pero él seguía con sus historias, generalmente de su esposa, su suegra, algún hijo o alguien familiar.
“Mi esposa tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, una máquina de hacer pan eléctrica… Un día me dijo:
-«Caramba, tenemos un montón de aparatos eléctricos y no tenemos nada para sentarnos… »
Pensé en comprarle una SILLA ELÉCTRICA, pero me contuve… es la madre de mis hijos.
Algunas definiciones del Verdaguer:
Matrimonio: El matrimonio es una relación entre dos personas, en la que una siempre tiene razón, y la otra es el marido.
Diálogo familiar: Ya hace 18 meses que no hablo con ella… Es que no me gusta interrumpirla…
Discusiones familiares: Tengo que admitir que nuestra última discusión fue culpa mía.
Cuando ella me preguntó: -«Qué estás viendo en la tele….?»
Yo le contesté:
-«Bastante polvo. Deberías limpiar…»
Humoristas. «Falleció un humorista amigo en la mayor indigencia y entonces con otros colegas decidimos hacer una colecta para enterrarlo. Me dirigí a un señor y le pedí 10 pesos para enterrar a un humorista, el hombre me dio 30 y me dijo: “Tome, entierre tres».
Creación de la mujer. En el principio, Dios creó el mundo y descansó…Creó al hombre y descansó… Después creó a la mujer…
Desde entonces ni el mundo, ni el hombre, ni Dios tuvieron más descanso…
Los cómicos: «Indiscutiblemente, los cómicos no son nada: nacen, viven, se mueren, los entierran, se convierten en fertilizante, crece el pasto sobre él, viene un caballo y se lo come, después de cumplido este proceso físico – químico, hay que tener cuidado dónde pisamos, porque puede ser un primo nuestro.»