(Gilberto Castillo-Miembro de la Academia de Historia de Bogotá).
(Imagen: archivo particular-VBM).
El Inca, era el máximo Gobernante del Perú. Rico y poderoso, con millares de súbditos a sus pies. Su harem, estaba conformado por centenares de concubinas, entre Acllas, destinada a diferentes oficios incluído el sexual, y ñustas, princesas de la nobleza criolla.
Pero su favorita, su Coya, la que él amaba con todas sus fuerzas. La hermosa de piel color de luna era la princesa Coca, de quien no podía separar ni sus ojos ni sus deseos. La quería a su lado siempre. Era tanto su amor que los dioses sintieron celos y tomaron su vida.
El Inca cayó en una depresión muy grande durante tantos días que sus nobles temieron por la suerte del imperio; pero un día, sobre la tumba de la princesa Coca surgió una planta hermosa muy verde, frondosa y llena de vida, y a los sacerdotes se les ocurrió una idea.
Vinieron a traerle unas hojas y a decirle que era un mensaje para que volviera a gobernar a su pueblo con el vigor de antes. El Inca como respuesta tomo las hojas, las llevó a la boca y empezó a manbiarlas. Para no separarse de la planta del amor a la que bautizó Coca en honor a su amada, mando hacer una lujosa bolsa de cuero y la colgó a su cuello para tenerlas allí frescas y masticarlas todo el día.
Cuando quería honrar a alguien, sacaba las que manbiaba y las colocaba en la boca del honrado. El honor se volvió popular, pero exclusivo y muchos querían tenerlo.
Todo pudo cambiar cuando los españoles se dieron cuenta que la planta, además, les brindaba a los indígenas una fuerza especial para el trabajo y para recorrer sin fatiga el largo camino de chasquis y quisieron llevarla a España para dársela a los esclavos y peones y aprovechar mejor su capacidad de trabajo; pero todo se truncó cuando los curas se opusieron férreamente por considerarla la planta del demonio.
Hoy siglos después la coca sigue viva en los Andes y para los pueblos ancestrales no es un demonio, ni un simple cultivo. Es memoria, fuerza y un símbolo de identidad sagrada.
La India Catalina se enriqueció con la fundación de Cartagena
Definitivamente la India Catalina, la misma que está en la ciudad Heroica, no era ni como la pintan, ni como la esculpen. Nadie se ha puesto de acuerdo sobre como fisonomía. Algunos dicen que era bajita y regordeta, otros que de buenas formas y algo espigada. El primer en darle forma fue el maestro Héctor Lombana para que fuera símbolo festival de cine de Cartagena en 1760, luego, en 1974, fue esculpida para monumentos por el maestro Eladio Gil quien dijo que, para acercarse a su apariencia, uso como modelo una mujer nativa de su etnia con los senos desnudos.
Lo que, si es cierta, es su historia. Nació hacia 1509 en cercado de Zamba, hoy Galerazamba, sitio ubicado a sesenta kilómetros de Cartagena. De allí siendo casi niña fue secuestrada por al Conquistador Diego de Nicuesa llamado lechuguillo, por su refinamiento exagerado. De Nicuesa la trae a Santamaría la antigua del Darién, donde la deja al cuidado de Vasco Núñez de Balboa fundador de la ciudad, cuando es arrojado de la ciudad, por reclamar conquistas que no le pertenecían.
Catalina permanece algún tiempo en la ciudad, pero al mostrar una amplia inteligencia para los idiomas, la religión y amor por las costumbres españolas, es enviada a Santo domingo (hoy Republica Dominica) donde es educada y refinada por monjas. En edad adulta pide benevolencia para venir a la Costa Caribe para sembrar entre su pueblo el amor por la región y las costumbres españolas. Cuando Pedro de Heredia solicita un traductor de leguas indígenas le hablan de ella y viene a buscarla.
Al encontrarla, se lleva la sorpresa de una india muy españolizada y hábil para los negocios, pues le pide que a cambio de su trabajo le de un porcentaje del tesoro conquistado, sin quitarle nada de lo que a ella reciba de sus súbditos porque es una princesa zamba.
Hecho el pacto ella ingresa a los cercados, delante de las tropas conquistadoras y le pide a las mujeres que no dejen que sus hombres los ataquen, pues traen progreso y un dios muy poderoso. Solo busca que sean tan sofisticadas como ella y se exhibe orgullosa. De esta manera los temibles guerreros Caribe, jamás vencidos por español alguno, son entregados en bandeja de plata al conquistador.
Su relación posterior con Heredia no fue fácil: sirvió como testigo contra él en el primer juicio que le siguió la Corona por desmanes, luego, a manera de protección, se casó con el sobrino del fundador de Cartagena Alonso Montañez y con el vino a Sevilla, donde al parecer tuvieron familia.
¿Dónde Murió Catalina?, es algo que aún no se sabe. Alguna vez se habló de una casa que se identificaba como la misma donde vivió con su marido en Sevilla o en Segovia, donde al parecer, también estuvo la pareja, A pesar de la primera parte de su historia, verídica, falta mucho por saber sobre esta mujer que aún inquieta a historiadores-
Verbien magazín El tiempo corre hacia atrás y solo lo atan los buenos recuerdos y las buenas acciones. Gilberto Castillo

