Los investigadores sugieren que las donaciones de los peatones podrían estar paradójicamente apoyando la desigualdad económica, y que las personas juzgan la clase social de los mendigos solamente por su apariencia.
Un experimento social sobre caridad ha revelado que los peatones entregan más dinero a los mendigos que usan un traje de negocios, que a aquellos que llevan un jeans, según se detalla en un reciente estudio publicado por la revista Frontiers in Psychology.
La investigación fue llevada a cabo en dos grandes ciudades estadounidenses: Chicago y Nueva York. En esos lugares, el principal autor de la investigación, el psicólogo social Bennet Callaghan, de la Universidad de Nueva York, se situó con un cartel y un vaso vacío para pedir dinero, pero con diferentes atuendos.
Más del doble de dinero para quienes se visten con traje de negocio
Luego de tres horas y media pidiendo dinero con un traje de negocios y bien peinado, el autor de la investigación recibió unos 54 dólares estadounidenses. En cuatro horas, y vestido con camisa, unos jeans y pelo desordenado, recaudó 21 dólares.
Durante su estadía en Chicago, el mensaje de su letrero decía: “Al menos 1.700 habitantes de Chicago durmieron en las calles en enero de 2011. Aún no hace frío, pero el invierno se acerca. Cualquier donación ayudará. Gracias”. En Nueva York usaron otro mensaje.
Juzgando la apariencia y la clase social
Estos resultados sugieren que, a la hora de hacer donaciones en las calles, los peatones juzgan la clase social de quienes les piden dinero basándose únicamente en la apariencia de la persona sin hogar.
“A medida que aumenta la desigualdad económica en muchas partes del mundo, y países como EE. UU. hacen retroceder los programas de la red de seguridad social, la responsabilidad de hacer frente a los efectos nocivos de la desigualdad recae cada vez más en los propios individuos económicamente precarios o en los ciudadanos particulares que ejercen la compasión”, escribieron los autores.
“La capacidad de percibir la clase social en los demás no solo permite a los humanos identificar las jerarquías sociales -y su propio lugar dentro de ellas-, sino que también permite patrones de percepción social que justifican implícitamente estas jerarquías, retratando a los de abajo como incompetentes o indignos”, agregaron.
Posibles limitaciones del experimento
Según los investigadores, una de las principales limitaciones del experimento social es que, mientras Callaghan se paró en las calles con el vaso y el letrero para pedir aportes monetarios, nunca específico a los peatones si él mismo era una persona sin hogar que necesitaba el dinero.
Solo cuando alguien le preguntaba qué estaba haciendo, él decía que estaba recogiendo dinero para una obra de caridad. Esto hace pensar a los autores que los transeúntes tal vez pensaron que Callaghan estaba haciendo una labor de caridad, y que posteriormente donaría el dinero recolectado.
Sin embargo, ven esta opción poco probable, más que nada porque muy poca gente se comunicaba con él, incluso los que echaban dinero en su vaso, independientemente de cómo estuviera vestido. (elmundoalinstanre.com).