Por: Roger José Carrillo Campo
La percepción negativa que se tiene sobre las instituciones democráticas y los partidos políticos ya sea a través de las encuestas, las votaciones y a través de la abstención, nos conducen a indagar cuáles son los elementos que explican el estado actual de los procesos políticos en Colombia y de qué manera influyen en el comportamiento y accionar de los partidos políticos, en la consolidación o debilitamiento de la democracia en nuestro país. En ese sentido, podemos señalar unas consideraciones a tener cuenta para explicar los retos democráticos y su relación con la crisis de los partidos políticos.
Es evidente que los resultados de los últimos procesos electorales, pueden ser el inicio de un colapso venidero y podemos explicarlo a través de dos visiones : la primera explicada a partir del debate público de esas elecciones legislativas del 11 de marzo, que arrojaron una imagen de país plural, ideológicamente fragmentado en un mosaico de cacicazgos y la segunda, se plasma en la foto que nos dejó las elecciones presidenciales, dos propuestas contrastadas, situadas en sendos extremos del espectro ideológico y muy apartadas de los partidos políticos tradicionales.
De los más de 17 millones de votos escrutados en el pasado debate legislativo – para hablar en esencia del Senado de la República – los partidos más antiguos y tradicionales del país, es decir el Liberal y Conservador obtuvieron 1.910.000 y 1.940.000 votos respectivamente, correspondiente esto a tan solo el 22% del total, ¿la razón? la volatilidad de líderes regionales entorno a figuras caudillistas de moda como el caso de Álvaro Uribe, Germán Vargas y el mismo Gustavo Petro, ha terminado por debilitar el accionar de unos partidos que poco a poco se han venido quedando en el ostracismo, y mucho más ante las nuevas generaciones que no se sienten identificados con unas visiones anacrónicas frente a las realidades políticas globales.
Otro factor que desencadena en la inconformidad con los partidos políticos, es el rechazo con las formas tradicionales de hacer la política; en la práctica ha quedado demostrada la falta de representatividad que tienen los partidos frente a las realidades y necesidades de los electores; además, las estructuras partidistas están cada vez más burocratizadas y dependen de la dirigencia de turno; de tal forma que no aseguran identidades colectivas y menos, crean sentido de pertenencia entre las bases y militantes; esto conduce a que la sociedad se enfrente a ciertas dificultades de arraigo con las organizaciones políticas tradicionales y prefieran buscar espacios en otras en las que sean escuchadas.
Dentro de las formas tradicionales de ejercer la política, el ciudadano de a pie, ve con recelo a aquellos partidos que aún conservan la tradición de “seducir” con el discurso grandilocuente, proclive a la exageración de ideas y propósitos, lo cual queda evidenciado en campañas electorales en las que sus candidatos asumen todo tipo de compromisos con el electorado, para luego no sólo incumplir sino hacer exactamente lo contrario, por cuenta de las realidades de la acción pública.
Autores como los politólogos Jorge Lazarte y Jorge Urrea hacen referencia a estas constantes pero anacrónicas formas de hacer política, como “catch allparty” o «partido atrápalo todo», que devalúan el discurso político haciéndolo sospechoso y detestable, abriéndole campo a tercerías caudillistas que al no encontrarse en una disciplina de partido, cuentan con un abundante material para innovar en las propuestas, formas y contenido, aplicando teorías selectivas de reclutamiento en su entorno, es decir las ahora bien ponderadas “Nuevas Ciudadanías”, que no son más que subconjuntos de personas con intereses diversos, alejados totalmente de cualquier práctica y oratoria retardataria y más cercanos a la contestataria.
A todo lo anterior, debemos sumar la corrupción rampante; que no tiene sesgo, está presente en todo el prisma del espectro político colombiano, de izquierda a derecha pasando por el centro, que terminó afectando en mayor medida a los partidos tradicionales, ante la falta de reacciones fuertes en contra de estas actividades criminales, independiente del origen de las mismas, mientras tanto otros, supieron aprovechar estas crisis y populistamente se adjudicaron una lucha independiente y propia contra el flagelo, tal como está sucediendo en la tan publicitada consulta anticorrupción.
En las nuevas formas de hacer política, los candidatos recurren a las redes sociales, como una herramienta necesaria y junto al relacionamiento con los medios de comunicación, generación de ideas y cercanía al ciudadano; son hoy parte de las modificaciones necesarias para masificar el mensaje; un mensaje moderno, incluyente, acorde a los cambios sociales y económicos globales.
Sin lugar a dudas, la historia nos ha demostrado que, en los momentos de crisis, las instituciones tienen dos opciones o se fortalecen o desaparecen, es el momento de actuar y demostrar que la disciplina y la historia pueden trabajar de la mano de la modernidad, es un tema de cultura política, de discurso, de ética y en conjunto, la necesidad de actuar de acuerdo a los militantes, tanto los existentes como los potenciales, guardando coherencia, pero entendiendo que las teorías evolutivas también aplican en política…con todo esto, al final de la contienda ¡Sobrevivirá siempre el más fuerte !