Empecemos por el principio: Es lo lógico pero es también -en Colombia-una concepción desconocida. Los politices, mejor dicho, los «politiqueros» prefieren vivir en un mundo al revés, que notoriamente se presta para «cazar» oportunidades de beneficio personal. La comunidad les importa un comino a quienes apenas ven en la política un medio para obtener beneficios particulares y punto.
Casi todos los países han soportado esta infernal oscuridad pero algunos han reaccionado al impulso de ideas democráticas, tomadas del viejo liberalismo británico. Aldous Leonard Huxley, famoso escritor independiente y autor de varios libros entre los cuales se destaca «Un Mundo Feliz» hace algunos análisis para recordarnos que se debe propender por la «Comunidad, la Identidad, y la Estabilidad como divisas de un estado mundial».
Señala los propósitos del Centro de Incubación de Londres donde se reunían jóvenes estudiantes para escuchar las nuevas tendencias políticas y «era claro que habían de tener alguna idea general para llevar a cabo un trabajo útil, si bien esta fuera lo más breve posible para que pudieran ser al par buenos y felices miembros de la sociedad; pues son los pormenores, como todo el mundo sabe, los que dan lugar a la virtud y a la felicidad, mientras que las generalidades son, intelectualmente consideradas, males necesarios.» Esto significa que hay que hablarle al pueblo con claridad, con más sencillez y no son precisamente los filósofos sino los trabajadores, del campo y de las urbes los que se involucran en los pormenores de la política con más entusiasmo que con las filosofías. Es el momento de entender que el pueblo en general constituye la espina dorsal de la sociedad, como lo asevera Huxley.
Colombia ha perdido su identidad: a las gentes se les habla de otras naciones y de ajenos problemas pero no se dispara un movimiento de reconstrucción de lo que realmente es el país. Los políticos hablan de lo que han oído en otras naciones y creen, infantilmente, que aquí sufrimos los mismos problemas del extranjero. Además, no interesan las necesidades de las masas; la única preocupación, el único objetivo, es la conveniencia personal de grupos aislados que explotan la falta de educación adecuada de las grandes mayorías. No existe una política nacional.
Y ahora estamos en vísperas de elecciones: el año 2011 es el año de unas elecciones en cuyas vísperas podemos gritar: «Ahora o nunca». Esto quiere significar que ha llegado el momento de la catarsis. Pero, ¿qué significa esta palabra y cuál es su trascendencia?
Según la Real Academia Española, su primer significado es: «En muchas religiones paganas, entre ellas la griega, purificación ritual del hombre a quien se considera impuro por haber transgredido algún precepto religioso o moral; en fisiología es la expulsión o provocada de sustancias nocivas al organismo y por extensión Catarsis quiere decir eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso.»
En el tema que nos ocupa ahora, debemos decir con énfasis que la política colombiana exige una catarsis total, una recuperación de los valores éticos, morales y procedimentales. Como decía el Rey Francisco de Francia, después de la derrota en la batalla de Pavía «Hemos perdido todo menos el honor. Salvémoslo.»
Hay que corregir el desastre de las corruptelas políticas de Colombia. La catarsis es la única arma que nos queda para restaurar la Comunidad, la Identidad y la Estabilidad como divisas de una nueva Colombia.
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Post scriptum: La democracia ha muerto…¡viva la democracia!