Sorprendente acogida ha tenido en Colombia y en los Estados Unidos la novela histórica, «El niño que me perdonó la vida», cuya primera edición se agotó pocos día después de su lanzamiento. Esta narra de manera apasionante, la historia real de un menor guerrillero de las FARC y simultáneamente la del teniente del ejército, Armando Caicedo, autor del libro, quien luego se asiló en los Estados Unidos.
Este libro que venden las librerías:Nacional, Panamericana y Lerner, y en Estados Unidos Amazon.com, fue seleccionada por los medios de comunicación como una de las mejores publicaciones de la reciente Feria Internacional del Libro de Bogotá. Elgran interés de«El niño que me perdonó la vida», según el Noticiero de Caracol TV, “la ha llevado a ser reproducida más de 350.000 veces en Facebook.
Armando Caicedo, exitoso escritor, publicista, dibujante y periodista, de vieja data, se reencontró con una historia desgarradora, que –cincuenta años atrás– se le extravió en la selva colombiana.
«El niño que me perdonó la vida» relata el encuentro de dos enemigos a muerte, (un niño guerrillero y un teniente del ejército), que coinciden en el mismo tiempo histórico, en la misma selva y en el mismo conflicto.Uno de los dos, Enrique, el menor guerrillero protagonista combatiente en nombre del «marxismo leninismo», y el otro, Armando, el teniente, en nombre de la Constitución; es decir en trincheras enfrentadas. Los dos, se reencuentran 50 años después, en calidad de “padre e hijo”.
Ambos estuvieron obligados a cumplir las misiones que les ordenaron, sin importar qué tan desvalorizadas se encontraban sus vidas, en una guerra asimétrica, estúpida e interminable, donde nadie se dará por notificado si uno o ambos desaparecen, en el curso de un combate, en la miseria de un campo minado o en la trampa de una emboscada…
El lector de esta obra –«El niño que me perdonó la vida»– tendrá la oportunidad de contemplar la miseria de la guerra, a través de los ojos de un niño.
Para revivir esta historia, Caicedo le apostó al complejo género de la «novela testimonio». El autor toma una historia real, de una crudeza descarnada, en la que los protagonistas y testigos narran sus experiencias en primera persona. Cuando es necesario, el autor acude a los recursos subjetivos de la ficción, para imprimirle mayor fuerza y dinámica al relato.
Esta novela se la dedica Caicedo a Enrique –el «hijo» que casi le arrebató la guerra– y a los otros 16.879 menores, que entre 1960 y 2016, combatieron en este conflicto fratricida.
Armando Caicedo resalta los riesgos que corrió su equipo cuando retornaron –cincuenta años más tarde– a recuperar esta historia de lo profundo de la selva y a localizar a Enrique, su protagonista principal. «No fue fácil. La novela histórica goza de grandes licencias cuando todos los protagonistas están muertos. En este caso, todos estamos vivos».
Armando cuenta cómo sufrió durante el trabajo de reconstruir esta historia, y las ocasiones en que él y «el niño», debieron hacer pausas obligadas para enjugarse las lágrimas que ya no pudieron contener.
Lo más triste –afirma Caicedo– es que cuando se escriba la historia del conflicto, no habrá espacio para que te mencionen, porque en este tipo de guerra no hay vencedores ni vencidos. Todos seremos condenados al olvido y no aparecerán ocho millones de seres humanos que fueron víctimas de la guerra… sino simples estadísticas.
Al final, prevalecerá la manipulación de la verdad, y entonces, los malos aparecerán como buenos mientras las víctimas serán tratadas como verdugos.