Por: Antonio A. Herrera-Vaillant
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Atraídos cual moscas al petróleo venezolano, el colectivo de mandatarios latinoamericanos y del Caribe desfiló por La Habana, «legitimando» a una de las dictaduras más sanguinarias y estériles de la historia.
El principal estímulo fue la piñata venezolana: Regalías, subsidios, contratos y el petróleo barato. Así que mientras en La Habana – por maquillar la realidad – recogían jineteras pobres en el Malecón, las meretrices más descaradas se exhibían en el Palacio de Convenciones.Todo fue por retar a Washington – para apenas encontrar que los gringos reaccionan con el hiriente látigo de la indiferencia: Un imperturbable desinterés que nace de la relativa intrascendencia del pueril conjunto en el mapa global é histórico. La calma que se ejerce ante un niño con pataleta: La región «decepciona«. Nada más.
El efectismo cortoplacista de aquel montaje «anti-imperialista» impide que muchos vean que lo principal que hicieron muchos asistentes fue amolar cuchillos para sus propios pescuezos.
En la región se hacía un esfuerzo por defender y promover la democracia representativa a través del voto universal, libre, transparente y equitativo: se refrendó de modo tajante en la Carta Democrática del 2001; y se reforzó con la persecución a Pinochet y a los militares argentinos, mas el sainete hondureño. Se intentó crear un muro de contención a cualquier tentación militar golpista.
Pero ese muro se derrumbó en La Habana.
Es notorio hace tiempo que a la mafia golpista de Venezuela se le ríe hasta la más cínica de las gracejadas – y se le tolera el más descarado atropello – gracias al casi inagotable chorro de petróleo.
Con el denigrante show de La Habana, Latinoamérica y el Caribe le avisan a todo el continente que se ha levantado la veda al golpismo y a la dictadora. Legitimando una férrea dictadura de más de medio siglo, los mercenarios del CELAC han dado luz verde a cualquier aspirante a dictador…sobre todo si su país es rico.Paradójicamente podría ser la propia Venezuela la que sienta el primer coletazo de la felonía colectiva que se acaba de cometer en La Habana – porque aquí hasta las piedras del camino saben que el petróleo otorga patente de corso para hacer lo que venga en gana, con garantizada complicidad internacional.
En un ambiente corrupto y descompuesto, en el que un tenientico da órdenes a generales (por improvisados que sean), con una economía que colapsa y un lumpen apático y parasitario, cualquier cosa puede pasar. Y si pasa habría que llamar a María, porque en una «decepcionante» región la mayoría se harán los suecos
Verbien magazín El tiempo corre hacia atrás y solo lo atan los buenos recuerdos y las buenas acciones. Gilberto Castillo