Uno de los conflictos más antiguos del mundo, la disputa territorial entre Armenia y Azerbaiyán por un enclave separatista, se recrudeció este fin de semana y dejó decenas de muertos.
En efecto, las primeras imágenes de las agencias internacionales de noticias emitidas a través de los telenoticieros registran, desde el domingo 27 de septiembre, los primeros bombardeos.
Se habla, además, de helicópteros derribados y tanques destruidos en un nuevo enfrentamiento entre las dos exrepúblicas soviéticas por el control de la región de Nagorno Karabaj.
«Estamos al borde de una guerra a gran escala en el Cáucaso Sur, que puede tener consecuencias impredecibles. La guerra puede ir más allá de las fronteras de la región y extenderse», dijo el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, en un mensaje televisado a la nación.
Armenia y Azerbaiyán se encuentran en estado de guerra desde 1991, si bien tres años después firmaron un alto el fuego, vigente hasta hoy día aunque con violaciones denunciadas por ambas partes.
En su discurso de algo más de siete minutos, Pashinián afirmó que «desde esta mañana Nagorno Karabaj es víctima de una agresión del Ejército azerbaiyano. Los bombardeos afectan a la población civil y la capital (de Nagorno Karabaj), Stepanakert».
Mientras Pashinián se dirigía a la nación, el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, intervino ante el Consejo de Seguridad del país caucasiano, donde prometió no ceder ni un ápice en el duradero conflicto con Armenia.
«Estamos en nuestra tierra, no queremos
la de los demás. Pero la nuestra no la entregaremos a nadie», dijo Alíev a la cúpula castrense del país.
El mandatario azerbaiyano insistió en que el conflicto de Nagorno Karabaj no puede tener una solución «a medias».