Las pruebas ante Bélgica y Holanda dejaron saldo positiva. Se va por buen camino. Ganar no hace daño.
RUFINO ACOSTA RODRIGUEZ
A pesar de tratarse de juegos amistosos, obtener cuatro puntos ante Bélgica (2-0) y Holanda (0-0), constituye un logro apreciable y ratifica para Colombia una etapa de buenos augurios. Son dos excelsos rivales, de altísimo nivel en el presente, formidables durante la eliminatoria europea, y pasar indemnes ante sus exigencias tiene mérito, así los radicales quieran minimizarlo. Me parece que nadie está en el ruedo de las ilusiones desproporcionadas. No creo que se hable de título mundial o cosa parecida. Se produce, como es apenas natural, un sentimiento de alegría y optimismo, con base en lo que visto sobre el campo de juego. Existe el convencimiento pleno de que las cosas van por buen camino, el equipo evoluciona y la solidez se afianza. Surgen nuevas caras (Arias e Ibarbo) y se despejan inquietudes en el sector defensivo. David Ospina tienen un resguardo firme. ¿Y Pekerman? Tranquilo, seguro de lo que hace, amparado por cifras incuestionables. Bajo su mando, Colombia acumula 20 partidos (7 amistosos y 13 oficiales), con saldo de 13 victorias, 4 empates, apenas 3 derrotas, 36 goles a favor y solo 11 en contra. Su promedio de rendimiento llega a 71.66 %. Envidiable. El año termina con las mejores sensaciones. Esperemos que los deseos confluyan con una continuidad espléndida en el 2014.
El triunfo ante Bélgica
Bélgica venía invicto (no había perdido en sus últimos 16 encuentros) pero tampoco hace parte de la crema y nata del fútbol europeo desde el punto de vista histórico. Tiene, eso si, la condición de novedad en los actuales momentos. Entonces, si con ello logramos aterrizar un poco la importancia del partido, quedamos en línea directa para señalar que nos pareció brillante el juego de Colombia y de gran mérito el triunfo obtenido. Bélgica es hoy la quinta selección de la FIFA y que Colombia le haya dado una lección de buen jugar, con todo y los naturales errores de un partido internacional, del desperdicio ofensivo y de fallas defensivas, de los dos postazos y cuanto quieran, significa, Sancho, que la tricolor cabalga sobre terreno firme. El profesor José Pekerman se quitó de encima el sambenito de que es mal estratega, porque en todo momento supo mover las fichas del ajedrez amarillo y blanco. Los cambios se notaron, pero, por encima de otra consideración física, táctica o técnica, se hizo evidente que hay estructura de equipo, espíritu solidario y fortaleza colectiva. También quedó claro que la batalla por un cupo entre los delanteros será feroz. Víctor Ibarbo llegó para quedarse. Todavía falta bastante para el Mundial, el proceso sigue y la tarea es larga. Sin echar campanas al vuelo, por ahora simplemente nos damos un escape hacia una celebración sin pretensiones de quinta esencia.
El empate con Holanda
Notable por Colombia. Hizo un partido de categoría mundial ante Holanda. Fue encarador, apeló a su técnica y no dejó mayores resquicios para la entrada del adversario, que, sobre el papel, parecía disminuido por la ausencia de varias de sus estrellas pero en ningún momento hizo olvidar que se trata de una de las potencias. Faltó el gol, que varias veces estuvo cerca, y eso podría dejar un pequeño sinsabor, porque el equipo nunca fue inferior, jamás dejó de luchar y trabajó tanto como su oponente en busca del triunfo. Es lo normal. ¿Un juego amistoso? De pura forma. Nada de eso. Hubo vehemencia, decisión y ganas. Holanda se quedó con diez por una belicosa reacción de J. Lens tras un choque con Armero. Al entrenador Louis Van Gaal le tocó reordenar sus filas y ajustar la defensa, sin dejar de ir a la ofensiva. Colombia se mantuvo en su estilo, dio espectáculo por momentos y armó algunas jugadas de fantasía aunque fue siempre serio, armónico y solidario. La defensa sacó una nota alta y tal parece que poco a poco aleja los fantasmas. César Luis Menotti había dicho que Colombia se veía mal cuando la atacaban y varios críticos le hicieron eco como advertencia apocalíptica. Después de lo que se vio frente a Bélgica y Holanda, tendrían que revisar el concepto. Al fin y al cabo, aun en medio de algunos lunares, el balance la favorece: apenas 11 goles en la era de José Pekerman, que incluye 7 partidos amistosos y 13 oficiales. Solo 0.55 por juego. Nada despreciable, suficiente para despejar las dudas. En síntesis, esta experiencia europea viene de maravilla para robustecer la confianza del grupo. Colombia ya sabe que tiene lo suyo y la miran con respeto. Va por buen camino y todavía queda tiempo para seguir la tarea de ajuste. Hay equipo y se puede sonreír.
Ganar no hace daño
Debo confesar que, aun ya en las aguas tranquilas del retiro de los medios tradicionales, soy alérgico al excesivo apego (de alguna parte de la crítica) al mundo de la táctica, las estrategias y el movimiento de los jugadores en la cancha. En otras palabras, el llamado tablero me causa escozor, aunque admito que cada loco puede estar con su tema y la mayoría de los técnicos necesita esos recursos para que les crean. Parto del principio de que el fútbol lo juegan personas y en consecuencia está sujeto a la condición humana. Viven, se mueven, palpitan, piensan, sueñan, se rebelan, aciertan y fallan. De ahí nace la incertidumbre que tanto apasiona en el juego. La entrada, en cierto modo petulante, me sirve para tratar un punto que hoy se agita en los medios especializados. Se le censura a Colombia la tendencia, natural y deportiva por lo demás, de buscar siempre la victoria, así se trate de partidos informales, que, lo creo lógico, se deben destinar preferencialmente al laboratorio, al estudio y los ensayos. Alegan que ese afán de ganar podría llevarla a un mundo ilusorio y convertirla en la soberana de los amistosos. No entiendo por qué una cosa debe eliminar a la otra. El técnico José Pekerman advierte que nunca se pierde de vista la idea de ganar, como una filosofía competitiva, pero de ello mal podría inferirse que lo demás no le importe. Solo una elevada ola de cretinismo, que los sumerja en el ambiente de lo arcaico, podría servirle de base a tal conclusión. Me parece, en plata blanca, que se juega para vencer al oponente, así las cosas resulten de otro modo. En tanto se hacen los ajustes tácticos-técnicos o físico-atléticos, como los quieran llamar, es factible mantener la tendencia de ir por lo mejor, y no veo la sinrazón por ningún lado. Con el debido respeto, me parece que es cuento barato eso de los títulos de los juegos amistosos. Colombia debe seguir en la misma tónica, sin caer en los señuelos de los cantos sirenaicos, y combinar esfuerzos para ganar mientras corrige errores y se acerca a la meta. El Mundial, en realidad, será la única prueba válida. Y eso lo sabe todo el mundo.
Tiros cortos
*Tres técnicos colombianos estarán en el lujoso grupo de los profesionales que tendrán la oportunidad de dirigir selecciones en el mundial de Brasil 2014: Jorge Luis Pinto, al frente de Costa Rica; Reynaldo Rueda, estratega de Ecuador, y Luis Fernando Suárez, director de Honduras. Pinto hará su estreno. Rueda y Suárez repiten. También estuvieron en Sudáfrica. Por nacionalidades, el mayor aporte de entrenadores lo hará Alemania, con un total de cinco. Después estarán Colombia (3), Argentina (3), Italia (3), Portugal (3), Francia (2) y Croacia (2).
*De nuevo se reunirán en el mundial todos los países que han ganado el título universal, encabezados, desde luego, por el anfitrión. Hace cuatro años, en Sudáfrica, había sucedido lo propio. Ahora se repite con el agregado de España, que se metió al exclusivo club en el 2010. La tabla de honor, por número de campeonatos, se establece así: 1-Brasil (5). 2. Italia (4). 3. Alemania (3). 4. Argentina (2) y Uruguay (2). 6. Inglaterra (1), Francia (1) y España (1). Se han realizado 19 torneos, desde 1930.
Tal como lo destacan en Marca, Uruguay acaba de abonar la primera cuota para una película del fútbol que se podría llamar Maracanazo II, con su clasificación para Brasil 2014 por la vía de la repesca. La historia de los mundiales le destina un espacio de pedestal a lo sucedido hace 63 años en el mítico estadio de Río de Janeiro, cuando Brasil vio frustrarse la ilusión de su primer título a manos de la furia celeste. Aquello no estaba en las cuentas de la euforia carioca (Río era un carnaval, dicen los cronistas de la época). Ni en las curvas. Que el sorteo y la suerte del calendario, al lado de los factores competitivos, permitan algo similar parece misión imposible, mas la posibilidad queda latente. ¿Qué tal una oportunidad semejante? Sería el clásico del siglo.
*Un periodista holandés le preguntó a José Pekerman, en una de sus habituales rueda de prensa, sobre los problemas del narcotráfico en Colombia, y el técnico salió al quite con una declaración contundente sobre las bondades del país, sus cualidades, la grandeza de su gente y la calidad del fútbol. Dijo que se sentía orgulloso de vivir en Colombia y tal parece que dejó viendo un chispero al acucioso reportero. Lo hizo sin alterarse, con su habitual compostura. Era una situación que se había demorado, porque el problema de las drogas siempre está latente y en cualquier momento salta la liebre de la impertinencia.