Por Víctor G Ricardo
Nadie podría decir que el anuncio de Iván Márquez acompañado de alias el “Paisa”, Jesús Santrich y otros miembros de las antiguas FARC determina la terminación del acuerdo de paz de La Habana. Eso sería una insensatez para toda Colombia. Pero lo que si demuestra, es la falta que hizo que la política de paz fuera una política de Estado y no una política de gobierno. Este error ha hecho que la denominada paz pactada en La Habana no sea lo suficientemente sólida y respaldada por todos los colombianos
Cuando hablo de la denominada paz, lo hago usando el término que la gente frecuenta, porque con las guerrillas no se firma la paz sino un acuerdo de terminación del conflicto. La Paz se debe construir para todos los colombianos y no es otra cosa que acabar la pobreza, acercar el desarrollo a las regiones apartadas del país que no han tenido presencia del Estado y llevar educación, salud y trabajo legal a todos los rincones de nuestro territorio. En otras palabras, significa acabar el abismo que existe entre las ciudades desarrolladas y lo que el ex Presidente Belisario Betancur llamaba la “otra Colombia”.
Lo que no puede uno entender es como el jefe negociador del proceso con las FARC es quien anuncia que regresan a las armas porque el gobierno no les ha cumplido. Lo que siempre debieron tener presente quienes suscribieron el acuerdo es que, si bien podía llevar a un gran avance, el mismo no era milagroso. Entre otras cosas, porque la verdadera paz no se decreta sino que se construye y porque quienes actuaron de parte y parte eran conscientes de las circunstancias económicas por las que estábamos atravesando y lo poco viable que era cumplir de la noche a la mañana los acuerdos suscritos.
Ahora no es el momento para salir a hacer acusaciones de un gobierno a otro o hacer protagonismo de quienes se creen dueños del acuerdo para decir que ellos fueron los artífices de los convenios y otros los responsables de la actitud del señor Márquez y sus aliados.
Los únicos responsables del nuevo armamento de algunos desertores de los acuerdos alcanzados, son ellos mismos. Lo que hoy necesita Colombia es que los ciudadanos apoyen al gobierno, sin vacilación alguna, para que este actúe en el marco de la Constitución y las Leyes, en defensa del Estado de Derecho y persiga a quienes amenazan con armas ilegales a las instituciones y al pueblo colombiano.
Las expresiones de los señores Márquez y Santrich en el sentido que actuarán contra la oligarquía y el establecimiento no es otra cosa que una amenaza de terrorismo y esto no lo podemos tolerar.
Los colombianos, sin distinción de partidos políticos, sin considerar diferencias religiosas o económicas, sin tener en cuenta géneros o estratos, queremos todos la paz y no la guerra.
Quienes habitan en la mayoría de los territorios antes rodeados por el conflicto hoy viven en un ambiente de paz que hay que defender. Los delincuentes no van a doblegar el poder de la institucionalidad y la Ley.
Hoy no requerimos de divisiones y protagonismos inútiles. Lo que necesitamos es que nuestras fuerzas usen la inteligencia y el conocimiento para evitar actos de terrorismo que nos podrían llevar a un ambiente de pesimismo y confusión.
Es la oportunidad para que el Presidente de la Republica ejerza su liderazgo y comande acciones que nos unan, para actuar en defensa de todos los colombianos y los anhelados sueños de paz que hay que convertir en realidad, en el marco de la Constitución y las Leyes de la República.