En su primera aparición en la boleta para el Salón de la Fama, el hijo de Santo Domingo, ídolo en Boston y de su tierra natal, obtuvo los votos necesarios para llegar a Cooperstown.
Con una corpulencia física que lo hacía temible en cada turno, con un descomunal poder al bate que se hacía más evidente cuando jugaba en el ‘’Fenway Park’’ de Boston, por la corta distancia desde el pentágono hasta las graderías del bosque derecho; con una manera peculiar de sentir la vida, disfrutando el juego hasta más no poder; y con una alegría que afloraba con facilidad en los bancos de juego entre sus compañeros de equipo, David Ortiz se ungió como el cuarto pelotero de República Dominicana en llegar al Salón de la Fama, y el segundo con jugador de posición de su país, en alcanzar la ciudadanía de Cooperstown, en la clase 2022.
Ídolo en Boston con los Medias Rojas, con cuya novena participó en 14 temporadas de las 20 que estuvo jugando en las Grandes Ligas, las otras 6 fueron con los Mellizos de Minnesota, “Big Papi”, como se le conoce en el mundo del béisbol, hizo de las suyas con el madero sobre sus hombros y deleitó a los aficionados seguidores de sus equipos y a los amantes del béisbol que les gusta que los partidos se decidan a punta de batazos, como ocurrió con él en más de una ocasión.
Salpicado por cosas extras deportivas, y otras dentro del propio juego, sus actuaciones parece que lograron echar al cesto de la basura todas esa serie de contingencias, al ser elegido con el 77.9 de las papeletas por la Asociación de Escritores del Béisbol de los Estados Unidos, para ser el único este año en llegar al recinto de los inmortales, superando a muchas figuras que, como en los casos de Roger Clemens, uno de los más grandes lanzadores de la época moderna del Rey de los Deportes; Barry Bonds, el máximo “vuelacercas” de todos los tiempos en las Grandes Ligas; y de Sammy Sosa, el dominicano que marcó espectaculares temporadas con los Cachorros de Chicago, todos ellos cobijados por la “nube negra” del uso de sustancias extra-deportivas para mejorar sus rendimientos en los diamantes, “Big Papi” se adueñó del número de votos necesarios e indispensables para alcanzar la inmortalidad.
Mirando de reojo, hay que decir que Curt Schilling, el derecho lanzador nativo de Alaska, mereció una mejor suerte en las votaciones que obtuvo durante sus 10 años de permanencia como elegible. Todos recordamos aquella noche de la media bañada en sangre en su tobillo derecho, lanzando el sexto juego por la final de la Liga Americana frente a los Yanquis, en ese octubre de 2004, para guiar a su club al empate de la corona del circuito y sus inmensas faenas con otras novenas con las cuales jugó. ¡También se quedó por fuera!
Breve historia
Defensor de la primera almohadilla y más tarde, Bateador Designado de tiempo completo, David Ortiz compiló sus mejores años en el mejor béisbol del mundo con los Medias Rojas, para transitar durante dos décadas con épicas faenas, que lo llevaron a constituirse en una de las figuras más destacadas de todos los tiempos con los “Pati-Rojos” de Boston, incluyendo el haber sido parte de la nómina que en el 2004 rompió “la Maldición del Bambino” que ‘’estuvo vigente’’ durante 86 años —un mito que se creó alrededor de la venta de Babe Ruth a los Yanquis de Nueva York aquél 26 de diciembre de 1919 por 100 mil dólares — ganando la Serie Mundial frente a los Cardenales de San Luis, barriéndolos en los 4 desafíos.
Jugaron para ganar no sólo el Campeonato de la Liga Americana sino para llevarse el Clásico de Otoño, pues estando abajo en la final por la corona del joven circuito 3-0, frente a sus eternos rivales, los Yanquis de Nueva York, los Medias Rojas se sacudieron en el cuarto, con una base estafada por Dave Roberts, el mismo que hoy dirige a los Dodgers de Los Ángeles, para cambiar la fisonomía del juego, voltear el tablero y finalmente ganar la corona, en su calidad de equipo llegando a la ronda de los finalistas con la Tarjeta de Invitación, hazañas que ya antes habían logrado los Angelinos de California, en el 2002, y los Marlins de la Florida, en el 2003, también en calidad de club finalista al ganar el Comodín de sus respectivas ligas.
David despachó 483 cuadrangulares con el uniforme de los “Pati-Rojos” en sus 14 años de permanencia con la divisa, pero fue valioso en múltiples desafíos en donde decidió con sus batazos, los partidos claves de su novena. Por eso, cuando concluyó la Cita de Otoño y fue escogido Manny Ramírez como el Jugador Más Valioso de la gran final de ese 2004, las discusiones no se hicieron esperar, pero la decisión ya había sido tomada. Y en acotación personal, a lo mejor, a Manny le otorgaron la distinción por haber conectado imparable en todos los partidos de la postemporada. ¡Eso creemos nosotros!
“Big Papi” encabezó la legión de peloteros latinos en los Medias Rojas ese sensacional año del 2004, en donde estaban sus compatriotas, el formidable Pedro Martínez como lanzador y Manny Ramírez, como guardabosques; pero además hicieron parte de esa tropa triunfadora, el torpedero colombiano Orlando Cabrera, quien llegó a mitad de temporada para reforzar a la novena, y el lanzador panameño Ramiro Mendoza.
Pero es que los Medias Rojas se integraron de tal manera desde mitad de campaña de ese 2004, que dejó boquiabiertos a los más cotizados críticos y entendidos en materia beisbolera, porque Terry Francona tejió de tal manera la fortaleza de la novena —contando además con otros peloteros como Jason Varitek, Kevin Millar, Johnny Damon, Keith Muller, Mark Bellhorn, Bill Müeller —, que no daba opción para pensar en nada diferente a conseguir victorias, después de derrotar a los Yanquis en la finalísima de la liga, con 4 victorias en línea, cuando le habían propinado las tres primeras derrotas de la contienda.
Para terminar la hazaña de ese año, los “Pati Rojos” barrieron a los siempre duros rivales de los Cardenales, dirigidos por el inmortal Tony La Russa, 11 carreras por 9; 6 carreras por 2; 4 carreras por 1 y 3 carreras por 0, para romper un ayuno de 86 años sin poder ganar la Serie Mundial.
Tres anillos
Además de la corona de la Serie Mundial del 2004, David Ortiz se quedó con los Medias Rojas para ayudar a la conquista de los Clásicos de Octubre de 2007, frente a los Rockies de Colorado; y en el 2013, otra vez frente a los cotizados Cardenales de San Luis, para estar en la nómina de la novena que más títulos de la Cita de Otoño ha conquistado hasta ahora en el nuevo siglo.
Esos tres anillos para David Ortiz le permite aparecer entre cuatro de los más valiosos peloteros de todos los tiempos, en contar con por lo menos 3 sortijas del béisbol de las Grandes Ligas y acumular en sus estadísticas 500 o más cuadrangulares en su carrera. Acompaña el “Big Papi” nada mas y nada menos que a Babe Ruth, Mickey Mantle y Reggie Jackson, en esa cerrada lista de peloteros con tales distinciones.
Su llegada al Salón de la Fama con el 77.9 por ciento de los votos escrutados, 2.9 por ciento por encima del mínimo requerido para la exaltación, apareciendo “Big Papi” por primera vez en la lista de los nominados, eleva a la República Dominicana al número de cuatro rutilantes estrellas con nichos de Cooperstown, como lo son Juan Marichal y Pedro Martínez, como lanzadores; y Vladimir Guerrero y David Ortiz, como jugadores de posición.
Sus numeritos
David Ortiz como Bateador Designado marcó lo importante que es ser oportuno para su equipo con el uso del bate sobre sus hombros. Actuando como el pelotero número 10 de la Liga Americana, con promedio del 88 por ciento en ese formato, dejó unos numeritos pocos discutibles, para llegar al Salón de la Fama para acompañar a otros formidables peloteros que se lucieron en la misma posición dentro de las alineaciones, como el boricua Édgar Martínez, Frank Thomas y Harold Baines.
En sus 2.408 partidos jugados en la Gran Carpa, “Big Papi” consumió 8.640 turnos al bate, despachando 2.472 imparables, para promedio de por vida de 286 a la ofensiva.
Sentenció 541 tablazos de circuito completo, con un año 2006 con 54 “bambinazos” su mejor registro en sus 20 años de actividad; 632 dobletes y 19 triples con su bate usándolo a la zurda; con 1.768 carreras remolcadas, siendo su mejor actuación la del año 2005, cuando impulsó 148 rayitas; y 1.419 carreras anotadas; compilando además 1.319 bases por bolas recibidas y 1.750 ponches aceptados.
Tuvo 8 temporadas con 300 o más de promedio ofensivo y participó en 10 Juegos de Estrellas, todos por la Liga Americana, y David Ortiz, el Bateador Designado de República Dominicana, tendrá su entronización al Salón de la Fama el 24 de julio venidero, acompañando a otras dos rutilantes estrellas del béisbol latino que llegan a Cooperstown, tras su tardío reconocimiento para transitar hacia la inmortalidad como veteranos, como lo son los cubanos Orestes “Minnie” Miñoso y Tony Oliva.
¡La fama, la inmortalidad y la gloria en las sienes de Big Papi!