Muchos peloteros han llegado a las 150 carreras impulsadas; muy pocos, a las 170, y nadie ha superado la marca de 191 que tiene el casi-olvidado, Hack Wilson.
Después de más de un siglo de la competencia del juego, la producción de 200 carreras para el béisbol de las Grandes Ligas ha sido, hasta ahora, un imposible.
Por eso una de las marcas más citadas como referencia entre los remolcadores de anotaciones en la Gran Carpa, es la de Hack Wilson, quien implantó el registro de 191 impulsadas, con una vigencia de 91 años, lo que con el transcurrir de las temporadas se ha convertido en una de las más difíciles de superar.
Y pensar que pudieron ser 192 producidas para Wilson, si no es porque le invalidaron un legítimo cuadrangular por un inexcusable error de observación del árbitro que custodiaba los jardines, como lo confesó años más tarde, el receptor de los Rojos de Cincinnati, Clyde Sukeforth, refiriéndose al tablazo “que depositó sobre los asientos de las graderías, y fue tan fuerte, que la bola rebotó y se devolvió al campo de juego”. Y Clyde agregó que “el árbitro tenía un mal ángulo y dictaminó que había golpeado la pantalla y que no había superado finalmente la valla del campo de juego”.
Esa afirmación tiene que ser verdad, o por lo menos, nadie ha puesto en duda la declaración de Sukeforth, en consideración a que era un pelotero rival de Wilson, quien jugaba, ese año de 1930, con los Cachorros de Chicago.
Por eso, a medida que transcurren los años en el béisbol de las Grandes Ligas, el registro de Wilson se hace cada vez más famoso y más anhelado para ser superado por los bateadores de buen contacto en el mejor béisbol del mundo.
En la historia
Nos hemos dedicado a conseguir las estadísticas desde 1901 en adelante, para los efectos de tener la marca de Wilson como parte esencial de los numeritos, habida cuenta que si bien la Liga Nacional ya estaba en funcionamiento, la Liga Americana aparece en la contienda desde ese año.
La historia indica que en la competencia de los peloteros de ambos circuitos, en el primer año de las Grandes Ligas con la actuación de Honus Wagner, jugando para los Piratas de Pittsburgh, con 126 carreras empujadas, en la Liga Nacional, y Nap Lajoie, de los Atléticos de Filadelfia, en la Liga Americana, con 125 impulsadas, abrieron la historia en la materia, tal cual como se concibe hasta el día de hoy.
Por decirlo de otra manera, Wagner y Lajoie señalaron el camino para las marcas en materia de carreras producidas en una temporada, por lo que cuando Babe Ruth, de los Yanquis de Nueva York, implantó en 1921 la marca de 171 carreras remolcadas, 20 años después de las estadísticas que alcanzaron Honus y Nap, le dieron a la Liga Americana con los batazos del inolvidable “Bambino”, un alto punto de referencia.
Un año más tarde, Rogers Hornsby, de los Cardenales de San Luis, produjo 152 rayitas, elevando el registro en la Liga Nacional, para pensar que de 150 carreras empujadas en adelante, se consideraría una formidable referencia para los jugadores de ambas ligas.
Pero la dicha duró muy poco, porque el inmortal Lou Gehrig, el extraordinario primera base de los Yanquis, superó la marca de Babe Ruth en 1927, al acumular 175 carreras remolcadas para la campaña de la Liga Americana, mientras que Hack Wilson, en la Liga Nacional con el uniforme de los Cachorros, establecía nuevo registro con 159 carreras impulsadas en 1929.
190, 191 y …
De poca estatura y de una complexión física nada atlética, Hack Wilson tuvo una espléndida temporada en 1930, conectando 56 cuadrangulares, registro que tuvo 68 años de vigencia, hasta cuando en 1998, la dupla de la controversia por el uso de estimulantes para mejorar su rendimiento deportivo, entre el dominicano Sammy Sosa, precisamente con los Cachorros, y Mark McGwire, de los Cardenales de San Luis, se enfrascaron en un sensacional e inolvidable duelo de “bambinazos” para superar la marca.
Sosa marcó 66 tablazos de circuito completo en esa temporada, pero McGwire llegó a los 70 “bambinazos” para establecer la nueva marca de la Liga Nacional, que apenas permaneció en las estadísticas durante tres años, pues en el 2001, el también controvertido Barry Bonds, de los Gigantes de San Francisco, la sacó del parque de pelota en 73 ocasiones.
La campaña de Wilson de ese año 30, fue sencillamente de lujo. Despachó 208 indiscutibles en 585 turnos al bate, para ofensiva de 356 de promedio; conectó 35 dobletes y 6 triples; recibió 105 bases por bolas, el número uno en ese departamento ese año; y abanicó la brisa en 84 ocasiones, también número uno en esas estadísticas del año.
Estaba en sus 30 años de edad, y a pesar de la disipada vida privada que llevaba, rendía tanto en los diamantes que permanecía en la alineación, sin consideraciones a su descarriada disciplina y a su fogoso carácter como pelotero y como persona.
Las 190 carreras remolcadas, en principio, en ese año 30, se convirtieron en 191 empujadas, cuando en 1999 se hizo un análisis a conciencia de la actuación de Hack en todos los partidos en donde intervino, encontrándose que se le había acreditado una carrera remolcada a uno de sus compañeros en vez de sumársela a él, como efectivamente se corrigió.
Y como ya señalamos, pudieron ser 192 remolcadas, si el árbitro no le niega el cuadrangular que conectó limpiamente pero cuya pelota regresó al campo de juego, para que se decretara un doble y no un cuadrangular. Eso sí, finalmente, nunca se corrigió.
Grandes figuras
Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Ted Williams, Jimmie Foxx, Hank Greenberg, Mel Ott, Stan Musial, Hank Aaron, Ernie Banks, entre otros, figuras legendarias del béisbol de las Grandes Ligas, no pudieron superar el registro de las 191 carreras remolcadas por Hack Wilson.
Lou Gehrig marcó con los Yanquis 184 carreras fletadas hasta el pentágono en 1931, mientras que Hank Greenberg, de los Tigres de Detroit, remolcó 183 en 1937, ambos en la Liga Americana, para ser los más cercanos en llegar a la marca de Wilson, mientras que el más aproximado en la Liga Nacional lo fue el dominicano Sammy Sosa, con 160 remolcadas en el 2001, quien había sumado 158 en 1998, y el venezolano Andrés Galarraga, con los Rockies de Colorado, en 1996, con 150 empujadas.
En el grupo de los peloteros latinos, en la Liga Americana, el también dominicano Manny Ramírez, en 1999 con los Indios de Cleveland, tuvo registro de 165 impulsadas; el boricua Juan Igor González, con los Vigilantes de Texas, en 1998, con 157 empujadas; Alex Rodríguez, con los Yanquis, en el 2007, con 156 y el dominicano Luis Tejada, con los Orioles de Baltimore, en el 2004, con 150 fletadas.
El vaivén del apodo
Luis Robert Wilson, era su nombre de pila, con 1.68 metros de estatura y unas 195 libras promedio de peso, Hack, su apodo en el mundo del béisbol, despertó entusiasmo en cinco o seis temporadas de las 12 en las cuales participó como pelotero de calidad, pero sus condiciones se veían ostensiblemente disminuidas por su vida alegre nocturna y el consumo excesivo de alcohol, producto de algo que descubrieron muy pronto los estudiosos de la medicina, al conocerse que había padecido “el síndrome del alcoholismo feta”, como consecuencia de la ingesta a borbotones de sus padres de toda clase de bebidas alcohólicas.
Su apodo de Hack tiene muchas versiones, a cual más de curiosas, pero todas coinciden en que fueron sus compañeros de los equipos en donde jugó —con los Gigantes de Nueva York, los Cachorros de Chicago, los Dodgers de Brooklyn y los Filis de Filadelfia —, los que finalmente le dieron el bautizo necesario para permanecer con el mote durante toda su carrera.
Para los periodistas de la época, Wilson tenía un físico inusual, con cabeza grande, pies pequeños, piernas cortas, con rostro ancho y plano, pero sabía moverse con plasticidad y certeza tanto en el bosque izquierdo como en el central, en cuyas posiciones de campo ocupó casi toda su carrera como pelotero, y a la ofensiva, se hacía respetar.
Fue campeón en cuadrangulares en la Liga Nacional en las temporadas de 1926, con 21 tablazos de circuito completo; con 30 “bambinazos” en 1927; con 31 jonrones en 1928 y con 56 “vuelacercas” en 1930.
Participó en dos Series Mundiales, con los Gigantes en 1924 frente a los Senadores de Washington, en donde su equipo perdió en sensacional Clásico de Octubre con 4 derrotas frente a 3 triunfos; y en 1929, con los Cachorros, ante los Atléticos de Filadelfia, en esta ocasión, con 4 derrotas y un triunfo.
Exaltado el Salón de la Fama en 1979 por el Comité de Veteranos del béisbol de las Grandes Ligas, Wilson participó en 1.348 partidos, consumiendo 4.760 turnos al bate, despachando 1.461 imparables, para ofensiva promedio de por vida de 307, con 244 “bambinazos” en su carrera, 67 triples y 266 dobletes; 1.063 carreras remolcadas y 884 anotadas.
Alguna vez la periodista Shirley Povicv lo describió como un hombre “construido como un barril de cerveza, que no estaba del todo familiarizado con su contenido”. ¡Mejor descripción imposible!
Ahora lo que todo el mundo se pregunta en el ambiente del béisbol moderno de las Grandes Ligas es, ¿cuándo aparecerá el pelotero que rompa la marca de 191 carreras remolcadas de Hack Wilson y pueda llegar a las 200 impulsadas?
Amanecerá y veremos, dijo el ciego…