Costa Rica, qué pintura de equipo

Por: Rufino Acosta Rodríguez

Ya es matagigantes. Costa Rica acaba de sacar la daga para decapitar a otro campeón mundial,  un cuádruple ganador del torneo de la FIFA,  en gesta de equipo subestimado que hace llorar a los favoritos.  Como hace 24 años en Italia 1990 (al igual que Colombia), vuelve a octavos de final, y esta vez de la mano del santandereano Jorge Luis Pinto, un esforzado técnico de férrea disciplinado,  fiel de las tácticas y sobre todo trabajador incansable. También fue un 20 de junio cuando escribió sus primeras líneas de gloria en la cita universal.  En esta ocasión ya muestra una especie de suma cum laude, porque lo hace por encima de rivales que lo superan en historia, títulos y tradición futbolística.  Manejó el partido con criterio excelso, porque le cerró a Italia todos los caminos y en ningún momento renunció a su forma de jugar, con el balón dominado, el pase al pie y el cambio de frente en el momento adecuado.  Italia se cansó de buscar salidas, de inventar estrategias, y siempre tropezó con la piedra en el camino. Anular al genial Andrea  Pirlo, quien solo pudo realizar tres o cuatro pases de su cosecha, y frenar al impredecible Mario Balotelli fue la mezcla ideal para consumar la hazaña. Al mismo tiempo, un esfuerzo descomunal de los once gladiadores de Pinto los guió por la ruta de la esperanza hacia una victoria que pasa a la leyenda del país pura vida. Pobre Gianluigi Buffon,  el casi mítico héroe del arco italiano: el día del estreno en su quinto mundial, cuando se unía al salón de la fama del mexicano Antonio Carbajal y el alemán Lothar Matthaus como únicos que pueden contar haber estado en cinco de ellos,  se vio castigado por el atrevimiento de un insurgente centroamericano que parecía condenado a ocupar el último puesto en la serie de los campeones. Bryan Ruiz, uno de los genios de Brasil 2014, se le apareció por la esquina derecha para rematar un centro de Junior Díaz y mover los cimientos del estadio  Arena Pernambuco de Recife cuando el reloj marcaba los 44 minutos de juego.  Poco antes, el árbitro chileno Enrique Osses le había negado un claro penalti a Costa Rica por empujón (desplazamiento) de Chiellini sobre el veloz y peligroso Joel Campbell.  Tal vez la distancia lo pudo haber confundido al trasandino que hacia su segundo partido, pero tampoco el juez asistente le prestó ayuda.  Otra decisión polémica para los señores que administran la justicia mundialista. Fue un gusto ver a Costa Rica moverse sin complejos, con toque elegante, mientras Italia agotaba sus recursos y hacía gestos de desespero.  El pelotazo se convirtió en pataleo de ahogado, porque la defensa de Costa Rica no dejaba resquicio alguno. Duarte y González, apoyados por Junior Díaz, surgían ante cada intento italiano para cortarle el chorro. Qué lujo. Salían con pelota dominada. Eso es confianza y jerarquía. Pinto no quiere cobrar revanchas. Eso lo advierte en medio de la emoción de sus aciertos.  No fue profeta en su tierra porque tampoco lo dejaron. El temperamento explosivo y la determinación de no permitir que lo manosearan fueron excusa perfecta para la dirigencia y la crítica.  Es un terco, se decía. Bueno, ahí lo tienen, triunfador en Brasil 2014.  El sangileño advierte que lo mejor está por venir. ¿Acaso los cuartos de final? Cuando salió el calendario del Mundial, la opinión coincidió en que Costa Rica había quedado en una olla a presión, porque Italia, Uruguay e Inglaterra serían los protagonistas. Al fin y al cabo los antecedían siete coronas de la FIFA.  Pinto pudo haber sentido desazón entonces, y por ello se le vio en el espacio por donde desfilaban los técnicos que asistieron al sorteo, en busca de rivales de preparación. Quería probarse con algunas potencias y pocas bolas  les pararon. Hoy saben que cometieron un grave error. Tenían que estar advertidos sobre el peligro que representaba  el pequeño  país centroamericano. ¿Qué viene? Inglaterra ya no tiene opción porque entre Italia y Uruguay habrá decisión.  De esta dupla saldrá su acompañante. ¿Rival de Colombia? Es posible. Pura vida.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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