Por: Rufino Acosta Rodriguez
En las breñas santandereanas deben estar que saltan de júbilo, sobre todo por los lados de San Gil y los alrededores del hermoso parque Cañaveral, con la hermosa victoria de Jorge Luis Pinto al frente de Costa Rica sobre el linajudo equipo de Uruguay. Es un premio a la tenacidad del técnico sangileño, no pocas veces enfrentado a la adversidad y epicentro de polémicas por su duro temperamento. Sin ser el primer triunfo de los «pura vida» en los mundiales, se convierte en el de mayor resonancia. Porque no todos los días se puede dar uno el lujo de ganarle a un bicampeón mundial, así sea abundante el agua que ya haya pasado bajo el puente de la historia celeste. El juego se inclinó hacia Uruguay con una pena máxima por agarrón en el área que el arbitro alemán Felix Brych no vaciló en sancionar. Edison Cavani fue el ejecutor. Más tarde Brych se hizo el loco ante una falta similar contra un delantero de los ticos que era clara infracción. El defensa uruguayo por poco le rompe la cintura. Costa Rica no había declinado en su empeño y en dos oportunidades se puso cerca del empate. Sin embargo, tendría que esperar. Después del descanso, vinieron el empate y la remontada. El veloz y recursivo Joel Campbell se encargó del 1-1 y más tarde una zambullida de Oscar Duarte dentro del área estableció el 2-1, ante el perplejo Uruguay que no tuvo arrestos para tratar de cambiar la situación. En Directv Sports dicen que había fuera de lugar mas el árbitro estaba cerca de la jugada.y ordenó bola al centro. La firma de la hazaña tica le correspondió a Marcos Ureña, sustituto de Bryan Ruiz, otra figura, con un tiro cruzado cuando Muslera había salido a buscarlo. El pase lo hizo Campbell, el terror uruguayo. Costa Rica logra así la segunda bomba del Mundial de Brasil 2014 y complica la suerte de Uruguay, que ahora deberá echar lo que le resta frente a Italia e Inglaterra. Un triunfo inmenso que enriquece el antecedente de Italia 1990, cuando superó a Escocia 1-0 y a Suecia 2-1, para avanzar a la segunda ronda. También entra en la bolsa de los méritos la victoria sobre China en el torneo de Corea y Japón 2002 por 2-0. Creemos que Jorge Luis Pinto quedó afónico de tanto gritar, pero esa ronquera se justifica ante el tamaño de la conquista. Bien por Costa Rica y mucho más por el compatriota. Brasil 2014 parece llamado a transformarse en cementerio de elefantes. Ya van dos.
El rey de la selva
El cielo fue azul en Manaos. Italia le ganó un juego duro y difícil a Inglaterra por 2-1, para comenzar como pocas veces lo hace, firme, y de paso complicarle mucho más la situación a Uruguay que perdió ante Costa Rica. La cacería en la selva le entregó el trofeo al cuadro de Prandelli, bajo la impecable conducción de Andrea Pirlo y el fantasmal aporte del inefable Mario Balotelli, acostumbrado a dar de qué hablar por sus escándalos y a marcar goles determinantes. Parecía que Inglaterra podría sortear el embate de la Rubia Albion cuando un centro milimétrico de Wayne Rooney permitió el remate fulgurante de Daniel Sturridge. Era la paridad después del gol de Claudio Marchisio que había puesto en ventaja a los azurri. Las cosas, sin embargo, se desnivelaron tras producirse un servicio de esos que vienen por encargo, justo a la medida, desde la derecha, Candreva casi le grita a Balotelli «toma, cabecea y anota». De ahi en adelante fue un trasegar de altibajos aunque siempre intenso, en el que Inglaterra estuvo al borde de la igualdad e Italia pudo haber subido las cifras en el marcador (Pirlo estrelló el balón en el horizontal). Los ingleses pusieron entusiasmo y Rooney se multiplicó pero a la hora de la verdad le pegaba por debajo y el balón se iba a las nubes. Lo mismo ocurría con el fogoso Sterling. Al frente, los cuádruples campeones del mundo sacaban a flote el estilo habitual de fortaleza defensiva con el ingrediente de buen toque de balón y seguridad en el pase. De esta batalla en la humedad amazónica salió uno vivo y el otro quedó herido. De nuevo se pudo comprobar que Italia no amenaza en vano. Por cierto que la ausencia del eterno Gianluigi Buffon no se hizo notar. El relevo de Salvatore Sirigu no dejó nada qué desear.