«>Por: Rufino Acosta Rodríguez
Algunos de los gurúes del periodismo radial se muestran alarmados porque Colombia jugará contra El Salvador y Canadá, presuntos trompos de poner, durante la primera quincena de octubre próximo en Nueva York, dentro de las llamadas fechas FIFA. Dicen que son partidos peligrosos, porque si se ganan nada pasa, pero si se pierden hay escándalo. En realidad, creo que, en un mundo globalizado, el fútbol está abierto y nadie se puede creer de mejor familia. Es cierto que Colombia fue quinta en el pasado Mundial y ocupa el tercer puesto de la clasificación de la multinacional del balón, pero la vida sigue y mal haría en ponerse a mirar por encima del hombro. Dejemos la soberbia. Al fin y al cabo, los amistosos son para ensayar, hacer ajustes, buscar alternativas de orden táctico o probar nuevos jugadores. El riesgo de una lesión o de una derrota siempre estará latente. De modo que no le veo el misterio. El Salvador (72 en la tabla FIFA) y Canadá (120) podrían resultar útiles para el plan de adiestramiento. No siempre se puede jugar contra Brasil u Holanda. En modo comparativo convendría mirar algunos ejemplos similares de otras naciones, que son potencias y no se las dieron de remilgosas a la hora de afrontar partidos informales. Uruguay jugó contra Arabia Saudita, Chile lo hizo con Haití, España no subestimó a Bolivia ni Brasil a Panamá, como tampoco Argentina a Trinidad y Tobago o España a El Salvador, para solo citar unos pocos. En esencia creo que de todos los rivales algo se aprende. Desde luego, son opiniones y como tales las respeto, así no las comparta.
Rincón de James
Tal vez digan que hilo muy delgado, pero creo que James Rodríguez debe sentirse más orgulloso de no haber tenido pena (vergüenza) de pedir prestado para el pasaje de bus cuando todavía no se asomaba a la fama ni a los éxitos, que de poder montarse hoy en un deslumbrante Lamborghini. Para ser digno en la pobreza se necesita grandeza. Para tener un carro lujoso solo basta el dinero.