En Colombia, como en casi todos estos países en los que ha imperado el sectarismo político, la desigualdad económica, el atropello de los poderosos, la mala fe y todos los vicios habidos y por haber, se inventaron y patentaron la manera de violar las libertades y los derechos de la ciudadanía.
En nuestro medio, disfrazadas de “inteligencia”, han reinado las Sic, Das, F-2, G-2 y demás “orejas” que utilizan los gobiernos. La mayoría de las veces, estos supuestos organismos encargados de la “seguridad del estado”, operan clandestinamente, con métodos dudosos, chuzadas, torturas y en sepulcrales silencios frente a los Presidentes de turno. Estos “sapos profesionales”, para mantenerse en sus posiciones, hacer méritos y ganar ascensos, manejan la información, según las circunstancias.
Esas funestas prácticas, florecieron durante el extenso mandato de los ocho años, a tal punto que, los verdaderos culpables, para eludir cualquier responsabilidad, “ordenaron” a los principales responsables, abandonar el país y ampararse bajo la figura del asilo político.
De allí nacen el espionaje, y hasta las amenazas de muerte para quienes se atrevan a disentir. Esas persecuciones las hemos visto ahora con los periodistas de Semana, con Cecilia Orozco y Ramiro Bejarano, amén de centenares de personas y personajes que están en capilla, por el solo delito de desenmascarar a tantos delincuentes infiltrados dentro del gobierno, de las organizaciones “manonegristas” y de las extremas.
Pero lo grave es que los violadores de los derechos, libertades e la intimidad de los ciudadanos, se enorgullecen de sus habilidades para lograr sus objetivos. El alcalde Petro, exhibe con arrogancia su poder violador, admitiendo que cometió el delito de conocer las listas que los ciudadanos firmaron buscando su revocatoria y, más aún que firmó, falsamente, dos veces esa convocatoria.
Y qué tal el militar sin escrúpulos, que entrega a un expresidente información que traiciona a la patria, y que luego aparece irresponsablemente publicada en un twitter.
Diariamente se registran violaciones a las libertades y a los derechos ciudadanos que amenazan la frágil democracia que decimos ostentar y defender.
¿Surgirá en algún momento un propósito nacional que conduzca a restablecer los derechos y la democracia, que borren el pánico, la zozobra y las amenazas que, por acción de falsas “inteligencias y chuzadas”, los enturbian y desdibujan?
BLANCO: Los buenos resultados del primer año del TLC.
NEGRO: El imperialismo cubano que ha surgido en Venezuela, en donde ya no queda ni papel higiénico.
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