El tema de las tristemente celebres obras sin terminar se torna en una epidemia nacional, cuya campeona es Bogotá. Nuestra antigua «Atenas Suramericana» resultó un caos generalizado, pues si bien el alcalde Samuel Moreno quiere cumplir con las promesas de campaña, es evidente la falta de planeacoón en la ejecución de las obras.
No hay una estadística que se conozca de cuántos frentes se han iniciado en la capital, pero en cualquier parte que uno se desplaza, el panorama es el mismo: mallas verdes y excavaciones a doquier. Lo triste y penoso es observar que las obras no avanzan a ningún ritmo, abren huecos y no se ve operarios que ejerzan ningún trabajo. Eso se llama, sin rodeo alguno, carencia absoluta de un cronograma y la negligencia del interventor y los entes de control y de fiscalización, que deben estar vigilantes con el desempeño y calidad de las obras.
En el Concejo distrital, en algún anaquel viejo, debe reposar el acuerdo que establecía una coordinación entre las empresas de servicios públicos, energía – acueducto – teléfonos y hoy día gas natural, con el objeto que para el inicio de cualquier obra, llámese reparación o nuevo trazado, ya sea externo o de recubierta, se establecía una acción conjunta de las empresas, con el fin de optimizar sus tareas y no tener que romper y tapar y volver a romper. Trabajos como los de la avenida ciudad de Cali – Boyacá – las Américas – la 68 – calles 116 – 122 – 127 -170 – ciudad Tunal – Kennedy- Bosa -carrera 10 – salidas al Llano – Soacha – el Vino – la Calera – Choachi -etc., para no enumerar más, llevan el doble y hasta el triple del tiempo pactado para su ejecución, sin que se vislumbre una terminación pronta.
A nivel nacional ya nos hemos ocupado, pero el desespero ya hace crisis. Al transitar por las troncales de Occidente – Norte – Sur – Oriente, no nos podemos escapar del trancón y estamos hablando de los reparcheos, que decir de los tan pomposamente publicitados macro-corredores víales, que el anterior gobierno se ufanaba a través del ministro Andrés Uriel Gallego. La mal llamada autopista al Llano, uno sabe cuando sale, pero no cuando llega a su destino, hay que vivir un viacrucis y es una osadía transitar por ella, el recorrido calculado entro Bogotá – Villavicencio de 90 minutos, puede tardar entre cinco y seis horas. Pero estamos viviendo el mismo drama de hace cincuenta años, para la muestra un botón (ver recuadro) de hace cincuenta años del periódico El Tiempo de agosto 7 de 2010. Todo esto nos hace recordar la década del 80 al famoso constructor Pinski, que ejecutaba los trabajos que le adjudicaban con una antelación de 30 hasta 60 días de lo previsto. Nos dio una lección de seriedad y eficiencia. Siempre los tiempos pasados fueron mejores,
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Se comenta en los mentideros, que la causa del trauma que vive el sector de la construcción vial es la voracidad que se ha despertado por parte de los encargados de manejar la adjudicación de las obras. Aseguran que piden como «coima», comisión y/o participación, porcentajes escandalosos, como si fuera parte del contexto del contrato, y que esto impide cumplir con lo preestablecido. El nuevo gobierno debe tener como tarea primordial la depuración de estos funcionarios en donde concentran la corrupción, se requiere erradicar el estado pendenciero y deshonesto que estamos viviendo.
El gran mal que aqueja al país, no es solamente la narco – guerrilla – pararnilitares. Es fundamentalmente el saqueo al erario público con el que día a día esquilman al tesoro nacional con el solo fin de enriquecer a unos pocos a costa de los colombianos que pagamos impuestos. Ojo, que la copa se está rebosando: el pueblo tiene capacidad de aguante, pero todo tiene su límite.
Presidente Santos, su gran tarea es restablecer los principios tutelares que fueron pilar en el gobierno de su tío abuelo: «honestidad y orden», para lograr «libertad y paz».
PD. Nuestros secuestrados continúan sufriendo su tragedia, sin que se sepa que acción se está desarrollando para lograr su libertad, No los olvidemos, todos necesitan y merecen salir del cautiverio, y tenerlos con los suyos y con nosotros, que somos sus hermanos.