Nos encontramos en plena fiebre amarilla, con nuestro combinado que nunca antes había llegado a estas alturas y a las que nos faltan.
Infortunadamente los fanáticos se han dejado llevar de la ira y el mal comportamiento que nos han inculcado conocidos dirigentes, a tal punto, que han sido muchos los muertos y los heridos tras cada partido. El licor, mezclado con la harina, la espuma y el agua que se lanzan entre unos y otros celebrantes, los llevan a las agresiones.
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