Los llaman el pueblo del agua, los hombres del agua, o los hijos del lago y por su forma de vida, que es una hazaña épica de muchos años, antiguamente les atribuían poderes mágicos. Sin embargo los cientos de turistas que los visitan cada mes, los llaman como a ellos mismos les gusta que los llamen, Los Uros, y poco les importa que, sobre la inmensa extensión del lago Titicaca, Perú y Bolivia, además de su línea limítrofe, tengan su propia marina de agua dulce. Ellos son los verdaderos amos y señores del lago más alto del mundo.
Para llegar a Los Uros y conocer su mágica vida, es necesario que usted, después de visitar Machu-Picchu, porque es imposible no ir antes a este paraíso inca, llegue al puerto de Puno y muy a las ocho de la mañana, tome un barco a motor o una lancha para llegar hasta sus islas flotantes donde viven desde épocas inmemoriales. Por el tiempo necesario para encontrarlos no pregunte, porque si en la noche hizo demasiado viento, no van a estar cerca de las orillas del lago sino muy adentro, quizá a una o dos horas en barco.
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