Por: Rufino Acosta Rodírguez
No fue el capitán Lionel Messi el héroe esperado. La marca hizo mella y apenas pudo asomarse. Pero lugartenientes y soldados rasos como el arquero Sergio Romero y el defensa central Javier Mascherano salieron al rescate para evitar goles en 120 minutos y asegurar un desenlace contundente en los cobros desde los doce pasos. Romero tapó dos de los cuatro tiros naranjas y Mascherano les cerró el paso a Arjen Robben y a Robin Van Persie cuando estuvieron a punto de anotar. Argentina se impuso sobre Holanda y será el rival de Alemania el domingo 13 de julio en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. Era su quinto enfrentamiento, con 2 triunfos para Holanda, 1 de Argentina y 1 empate. Ahora se equilibran las cargas. El encuentro semifinal en el Arena Corinthians de Sao Paulo fue un duelo de marca y reserva. Ambos equipos se cuidaron hasta el cansancio y las opciones frente a los arcos resultaron esporádicas. Lionel Messi se encontró con perros de presa que no le dejaron espacio para la maniobra. Gonzalo Higuaín tampoco pudo hallar un resquicio y la ausencia de Ángel Di María contribuyó a la merma ofensiva de Argentina. Holanda se animó con la entrada de Jordy Clasie en el segundo tiempo y, por momentos, parecía acorralar a su rival que, sin embargo, nunca dio el brazo a torcer. Creo que los nervios jugaron un papel básico y la idea de evitar el gol se sobrepuso sobre la necesidad de anotarlo. Se hizo notorio el efecto del duro trajín de la competencia y de los esfuerzos que los dos equipos han tenido que hacer por cuenta de los alargues. Puro aburrimiento. Holanda venía de jugar 120 minutos contra Costa Rica y Argentina lo había hecho ante Suiza. Al comenzar la serie de cobros, Ron Vlaar falló frente a Romero, quien sin duda tomó un aire decisivo con esa tapada. Messi ejecutó con maestría y Robben también cumplió su tarea. Tras la anotación de Agüero, el experimentado Sneijder perdió el duelo ante Romero y los sueños holandeses entraron en trance de pesadilla. Al convertir Dirk Kuyt para el país de los tulipanes, solo les quedaba la esperanza de una hazaña del portero Jasper Cellissen. Sin embargo, Maxi Rodríguez apuntó y mató. Nada qué hacer. Esta vez no estaba Tim Krul como as bajo la manga. Argentina vuelve a una final de la Copa Mundo tras un receso de 24 años (campeón en 1986 y subcampeón en 1990). Va por su tercera corona y solo le queda el obstáculo alemán. Apenas un tanque en el camino. Los narradores y comentaristas de Directv Sports ya pueden dejar de llorar. Mérito indiscutible del humilde y paciente técnico Alejandro Sabella, a quien pocos querían. Honores para el arquero Sergio Romero, también resistido, y la voz del reconocimiento unánime para la experiencia y la sabiduría de Mascherano. El domingo 13 se sabrá si se mantiene o hay cambio de tendencia en estas finales. Europa nunca ha ganado en América, al cabo de cinco mundiales. Argentina se impuso en 1978 y 1986. Uruguay venía de ganar en 1950, mientras que Brasil dominaba en Chile 1962 y México 1970. Holanda repite juego por el tercer lugar (1998) y se olvida de las oportunidades de que ya había dispuesto en 1974, 1978 y 2010. Siempre amenaza y nada que cumple. Esta vez tampoco fue. Tercero, si acaso no se le atraviesa la dignidad brasileña.