Anécdotas de profesores

El burro de 21 años

Por: Rufino Acosta

El otro día, en una de las tantas y agradables tertulias con mi amigo y compadre el doctor Carlos Enrique Marín Vélez, repetíamos anécdotas de célebres profesores de Derecho en el Externado de Colombia. Hoy evocamos algunas, como homenaje cariñoso.

El doctor Gregorio Becerra, orgullo de Boyacá, maestro constitucionalista, celoso vigilante del buen uso de la palabra y de los docentes más gratos para nuestra promoción que ya es casi cincuentenaria, enmarca varias de las mejores.

En cierta ocasión, cuando realizaba un examen oral, preguntó al alumno de turno: ¿quiénes son ciudadanos colombianos?

El joven desprevenido, y feliz ante lo que creía un interrogante sencillo y “mamey”, contestó: “son los mayores de 21 años” (en aquella época era la edad de la cédula).

Dicen que el doctor Becerra se removió en su silla, se llevó las manos a la cabeza y se despelucó antes de expresar, casi en delirante: ¡de manera que un burro que tengo en mi casa y cuya edad es de 21 años, puede ser ciudadano colombiano!. Nos imaginamos la cara del interrogado.

La respuesta correcta era: son las personas….Pequeño detalle que había pasado por alto. La gustaba la precisión.

Gregorio Becerra fue uno de los expertos constitucionalistas más brillantes del país. Sus obras son de obligada consulta. Profundo en sus exposiciones, era claro y divertido.

¿Qué hacer con el tigre?

Gabriel Escobar Sanín fue uno de los sabios del Derecho Civil más destacados en el país. Durante nuestra etapa en el Externado de Colombia acudíamos a sus clases con deleite, para aprender y no pocas veces reírnos con sus ocurrencias y anécdotas.

El doctor Escobar Sanín tenía la vena para el humor ácido y la ironía. Su especialidad era Contratos, en particular, aunque incursionaba en otros estadios de la rama.

Una vez, mientras hablaba de las cosas res nullius (aquellas que no tienen dueño), se acordó del episodio con un estudiante a quien le preguntó en un examen: “¿si usted encuentra un tigre en el patio de su casa, qué hace?”

El acucioso joven, presa de los nervios, le respondió lo primero que se le vino a la cabeza: “lo agarro y busco a su dueño para devolvérselo”. Tal vez sin poder ocultar la risa, y con algo de su clásico estilo, le dijo: “no sea m…porque se lo come”.

Escobar fue otro de los buenos profesores con los que tuvimos la suerte de contar. Dejó varios libros y el recuerdo de su espíritu alegre y noble condición humana.

“Orales” por “escritos”

Son incontables las anécdotas sobre respuestas de los alumnos a la hora de los exámenes. En aquellos tiempos (1965-1969) que vivimos en las aulas externadistas, la mayoría de las pruebas eran orales (y no sé hasta cuándo se mantuvo la costumbre), uno entraba en grupos de tres o cinco y el profesor se paseaba con ellos por lo que le parecía oportuno preguntar.

Una de las célebres respuestas se le atribuye a una estudiante cuando la interrogaban sobre Testamentos, en la prueba final de Personas, el libro primero del Derecho Civil. La traicionaron los nervios y dijo lo primero que se le ocurrió, sin pensar que la embarraba en extremo.

¿Cuáles son los testamentos orales? “Los que se hacen por escrito doctor”. Me imagino la perplejidad del jurista. (Para ser justos, antes de que terminen de reírse, debo precisar que la apresurada respuesta fue corregida, con mil excusas. Lo que no recuerdo es si el profesor anuló el cero que ya tenía preparado).

Caída del techo

Isaac López Freyle, profesional guajiro, escritor y tributarista, dictaba Hacienda Pública. Por aquellos años el Externado todavía estaba en la carrera 16 con calle 24, en la vieja casona donde transcurrió buena parte de su rica historia que ya llega a los 128 años. Hoy funciona en las alturas de la calle 12 con carrera primera y alberga varias carreras en modernos y funcionales edificios.

En cierta ocasión, el autor de “La Casimba” y “La marihuana no tiene techo”, se refería a la fluctuación del dólar, que “sube y que baja”, y daba explicaciones de las causas de ese fenómeno ondulatorio de la divisa. Como si fuera hoy.

Estaba en lo mejor de su exposición cuando desde el techo (con tejas de zinc) cayó sobre su escritorio un estudiante, que había pretendido rescatar la cartera de una compañera y en lugar de hacerlo con sigilo optó por lanzarse sobre el tejado, que no resistió su peso. El estrépito y la sorpresa fueron enormes, pero el curioso episodio también sirvió en el instante como ejemplo de lo que sube y lo que baja abruptamente.

Sobre Rufino Acosta

Periodista y abogado. Se inició en el programa Deporte al Día, de La Voz de Santa Marta, en 1960. Trabajó con El Informador de la capital del Magdalena entre 1961 y 1964. Fue corresponsal de El Espectador en 1964 y desde 1965 hizo parte de la redacción deportiva en Bogotá, hasta su retiro en 1998. Estudió Derecho en el Externado de Colombia (1965-1969). Afiliado al CPB y Acord Bogotá.

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