Ante todo debemos lamentar, rechazar y exigir castigo claro y pronto para los agentes de la policía que de manera irracional y totalmente loca dieron muerte al abogado *Ordoñez*. Ese acto vehemencial no ha debido suceder porque además de ser irracional habla muy mal de las personas que lo cometieron.
El repudio público de
inmediato se produjo, con razón, y la exigencia de la ciudadanía a las
autoridades del máximo castigo era imperativo.
Ahora bien, a partir de ese momento las autoridades, en
especial las de Bogotá, han debido
prever que las manifestaciones de repudio se venían y por tanto tenían que
tomar las decisiones de carácter preventivo, con el propósito que no se
volvieran a presentar desórdenes violentos. Lo que aconteció fue todo lo
contrario, saliendo la alcaldesa Claudia
López de manera irresponsable y desencajada a atacar las instituciones sin
darse cuenta que las instituciones no delinquen sino que son las personas. Como
consecuencia lo que hizo fue promover los desórdenes que al otro día se
presentaron y ser una de las autores de los bochornosos días que vivimos,
olvidando que el inciso 2 del Art. 315 de la Constitución Nacional, ordena al
alcalde mantener el orden público de su jurisdicción al decir que, “El alcalde
es la primera autoridad de policía del municipio. La Policía Nacional cumplirá con prontitud y diligencia las órdenes
que le imparta el alcalde por conducto del respectivo comandante”.
Entonces, era responsabilidad del Alcalde de Bogotá hacer todo por mantener el orden público. Pocos cuestionan la ausencia de la Alcaldesa en su inoperancia para cumplir con su deber e incluso con sus palabras haber promovido los desórdenes que se dieron.
Y es que no es la primera vez que la alcaldesa muestra que más que gobernar lo que le interesa es utilizar el cargo de Alcalde para sus propósitos políticos. Recordemos como desde antes del inicio de la pandemia se ha dedicado a falsear la verdad.
Cada vez que hay un problema la alcaldesa lo único que hace es responsabilizar de su solución al gobierno nacional y no afrontar las soluciones como le corresponde e incluso irrespetando al Comandante de la Policía de Bogotá como también ha irrespetado al Presidente de la Republica, en declaraciones dadas a medios de comunicación en el exterior. Cuando no hizo sino fijar cuarentenas de inmovilidad, la última que decretó cuando las comunidades se rebelaron de inmediato, salió a decir que la iba a levantar si era que el Ministerio de Salud lo permitía para que la gente creyera que por culpa del gobierno nacional estaban en cuarentena.
Su lenguaje, su estilo y maneras antes de transmitir autoridad lo que trasmite es grosería y confusión. Muy grave es la situación que estamos viviendo.
La Policía Nacional le ha servido mucho al país. Ha entregado muchas de las vidas de sus hombres defendiendo el Estado de derecho y si bien hay policías que deshonrra la institución, estos han sido castigados como lo establecen las normas legales. Todo es posible mejorarlo y ojalá así se haga. Pero la institución de la policía no se puede pisotear.
Si hay personas que han fallado o no han sido eficientes en sus cargos deben ser removidos, pero no caer en el error de ignorar el pasado de violencia de nuestro país y las razones por las cuales la policía pasó a ser una dependencia del Ministerio de Defensa para impedir que estuviera politizada.
El anterior gobierno acabó con el DAS y con esa decisión con la mayoría de archivos de esa dependencia, cuando los que habían cometido los errores eran las personas las cuales han debido ser cambiadas y castigadas.
Desde hace ya algún tiempo se viene trabajando en las reformas que requiere la policía, pero estas no se deben hacer por actitudes politiqueras como ahora se pretende.
Por último no podría dejar de mencionar el manejo que la Alcaldesa le ha dado al acto de perdón que organizó y al que invitó al Presidente de la República algunas horas antes de llevarse a cabo y al cual el Presidente se excusó y envío a dos de sus inmediatos colaboradores. Sin vergüenza alguna y manipulando la verdad la alcaldesa a través de un funcionario, como quedó demostrado en las filmaciones que ha conocido la opinión pública, de manera solapada y queriendo que nadie se diera cuenta, uno de sus funcionarios colocó la tarjeta del Presidente en la última silla que estaba en la tarima. Otro irrespeto más que muestra su capacidad de manipulación y su objetivo de crear mayores problemas entre las relaciones entre el gobierno nacional y el de Bogotá. Dedíquese señora alcaldesa a gobernar la ciudad que hoy más que nunca tiene tantas necesidades y respete la dignidad presidencial. Así en un próximo futuro podrá hacer un balance de sus obras de gobierno