Por Guillermo Romero Salamanca
Jaime Santos se presentaba en “Sábados Felices” e interpretaba a Clímaco Urrutia, un eterno político candidato a la presidencia de la República. Con su típico acento cachaco, de los puros rolos, comenzaba a decir verdades sobre la corrupción, el clientelismo, los robos que se le hacían al erario, las triquiñuelas para gobernar, las trampas para salir electo y decenas de casos más. A medida que avanzaba su parlamento la gente reía con sus pensamientos filosóficos. Nunca dijo una mentira, pero los asistentes reían. Al final decía: “Ala, ¿cuándo almorzamos?”.
Claro que no todos carcajeaban, porque el maestro fue amenazado de muerte en varias oportunidades y debió salir del país por contar verdades. No es la primera vez que pasa en el país.
Años después a otro personaje que decía realidades las balas lo llevaron lo acallaron. Un día hizo una disertación sobre el himno nacional, explicando palabras como inmarcesible y de cómo en Colombia no había un solo ciprés. Historiadores y críticos literarios salieron a la defensa de Rafael Núñez.
Estudioso del teatro
Jaime Santos estudió Periodismo en la Universidad Javeriana, fue egresado de la Academia Superior de Bellas Artes de Praga como director teatral y titulado en el Berliner Esemble de Berlín.
Fue director y libretista de teatro, cine y televisión en Colombia. Director Nacional de Educación Artística del Instituto Colombiano de Cultura. Fue nombrado también como cónsul de Colombia en Canadá y Panamá.
Con Jorge Alí Triana fundó y codirigió el TPB. Fue comentarista de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y columnista de El Tiempo, El País, Radio Súper, Todelar, Radio Santafé y el extinto noticiero Tv Hoy.
Cuando RCN Televisión pasó sus oficinas de Teusaquillo a la Avenida de las Américas improvisó un depósito de gaseosas para construir sus estudios. A un lado, en un segundo piso, en una pequeña oficina de 3 metros por 5 fue instalada la de Jaime Santos. A un lado estaban también las del escritor y libretista don Efraín Arce Aragón y las del director Felipe González.
Era común encontrarlo en los pasillos de la novel programadora y saludaba con su cordial acento cachaco. “Ala carachas, qué frío tan macho está haciendo hoy”, siempre arrastrando la erre.
Jaime Santos, el director
Un día de 1985 los directivos del canal le solicitaron hacer un comercial para la Fundación para el Niño Diferente. Llegó entonces hasta su oficina Mario Humberto Gómez Pahde quien tenía dificultades de desplazamiento, movilidad y vocalización por su parálisis cerebral.
Le explicó a Jaime que su propósito era generar un cambio de mentalidad en el país para que se respetaran a los niños con discapacidad, sin aislarlos y sin maltratarlos.
Jaime, sin inmutarse le dijo: “Usted lo hará. Recuerde que yo soy director y tendré que convertirlo en un actor. Olvídese de sus dificultades y problemas, pero haremos el comercial”.
Le redactó las palabras que tenía que decir. “Esto se lo tiene que aprender, no me vaya a decir que no puede. Mañana se trae el texto de memoria. Le haré examen. Mientras tanto, pediré un estudio”. Al día siguiente, muy puntual y nervioso llegó Mario. Jaime lo llevó al estudio, lo cuadró frente a las cámaras y le explicó su actuación: “Soy Mario Humberto Gómez y vengo de parte de la Fundación para el Niño Diferente…”. Jaime dijo entonces: “cámara, acción”. Pero después gritó: “paren, paren, paren”. “Vea jovencito –párese derecho—que no registra bien en cámara. Levante la cara. Enderece los brazos”.
“Otra vez”, dijo y gritó: Cámara, acción…”. Mario comenzó su parlamento y Jaime gritó: “paren, paren, paren”. Se dirigió al improvisado actor y le manifestó: “Vocalice, vocalice, vocalice, abra bien la boca, que la gente no entiende lo que usted dice, haga el esfuerzo”.
Una toma y otra toma. Mario resistía los reclamos del director, pero estoicamente acataba las órdenes. “Vamos una vez más”, le decía Jaime Santos. “Esto tiene que salir perfecto”. Dos horas después los dos veían el borrador del trabajo de un comercial de 30 segundos. Se abrazaron y se fueron a almorzar. Los colombianos se sensibilizaron con ese trabajo de un gran director y un actor improvisado.
Amante de la actuación
Amó la actuación. Vivió para ella. Los televidentes lo recuerdan con “Amor a la Plancha”, “El candidato”, “Mamagay”, “Las voces del silencio”, “El Faraón”, “Notas de sociedad”, “Flor de fango”, “Patrón del mal”, la obra de teatro “Pensión para solteros” y desde luego, el inolvidable doctor Clímaco Urrutia.
Este primero de agosto, hacia las 10 de la noche llegó un WhatsApp: “Jaime Santos, el director y actor, creador del personaje “Clímaco Urrutia”, falleció hoy a la edad de 78 años, en la clínica Santa Fe. Su esposa, la actriz Clemencia Santos y su hijo, Felipe Santos, lloran a quien fuera un maestro de la improvisación y un genio del humor. La última obra de teatro que dirigió fue “Las niñas no elevan cometas” con la actriz Raquel Sofía Amaya”.
Mil gracias maestro Jaime Santos por sus enseñanzas, hasta siempre Clímaco Urrutia por decirnos la verdad.