A-Rod, con ‘’mancha’’ de por vida

Los Medias Blancas que se convirtieron en ‘’Medias Negras’’ en aquella Serie Mundial de 1919, y la expulsión de por vida de Pete Rose, hablan de la manera ejemplar como se aplican los castigos en el Béisbol de las Grandes Ligas.-

Si el serpentinero de los Medias Blancas de Chicago golpeaba con su primer envío al abridor a la ofensiva de los Rojos de Cincinnati, estaba en marcha el ‘’gran fraude’’ de la Serie Mundial de 1919, para que los apostadores hicieran de las suyas en ese Clásico de Otoño.

Pete Rose, el mejor bateador de imparables de todos los tiempos en el béisbol de las Grandes Ligas, ‘’ensució’’ su nombre de por vida dentro del deporte que le dio gloria, pero que por sus travesuras no le permitió llegar a la fama, pagó y con creces, al confirmarse que era un apostador, incluyendo sus andanzas en los juegos de la pelota de la Gran Carpa, lo que permitió que su nombre se proscribiera por siempre del Rey de los Deportes.

Y ahora acaba de surgir lo de Álex Rodríguez, el antesalista de los Yanquis de Nueva York, el pelotero mejor pagado en todos los tiempos en el Béisbol Organizado, quien acaba de recibir la sanción de 211 partidos de suspensión, por habérsela comprobado que estaba en malos pasos, haciendo uso de elementos extra deportivos para rendir en los diamantes de juego.

El pelotero de descendencia dominicana pero nacido, criado y forjado en las calles de Nueva York, apeló la decisión del Comisionado de Béisbol de las Grandes Ligas, y su caso llega ahora a manos del juez independiente Fredric Horowitz, quien seguramente se tomará su tiempo para adoptar lo que finalmente, dará por concluida la controversia.

Par de ejemplos

Como ocurrió con aquellos ocho jugadores de los Medias Blancas de Chicago, que a la postre fueron bautizados como los ‘’Medias Negras’’ de la Serie Mundial de 1919, todos los peloteros que participaron en la patraña, fueron expulsados de por vida del béisbol, y más nunca pudieron hacer parte de la actividad beisbolera.

Y ni que decir de Pete Rose, el hombre que con sobradas razones tenía un ‘’nicho’’ asegurado en el Salón de la Fama, fue descubierto como un apostador profesional, lo que le valió que le aplicaran una sanción que aun hoy día le pesa, por no haber dicho en su debido momento la verdad, y nada más que la verdad, sobre lo que estaba haciendo en sus actividades privadas, pero que ensuciaban las actividades del béisbol profesional de los Estados Unidos.

Precisamente, Rose, quien purga una pena de por vida al ser separado de todas las manifestaciones del béisbol, al referirse al caso de Álex Rodríguez y de los otros jugadores que han sido sancionados, declaró a la sección de deportes del periódico USA Today, una recomendación que debe servir como postulado para todos los peloteros hacia el futuro:

‘’Siempre digan la verdad. Tenemos que hacer que esta gente entienda que, si cometen errores, la gente perdonará si dicen la verdad», afirmó Rose a USA Today Sports. «No hagan como yo. No lo hagan como (Ryan) Braun. No lo hagan como A-Rod’’, refiriéndose a que ambos, en oportunidades anteriores, negaron sus nexos con estas sustancias extra deportivas, para luego aceptar públicamente, que cayeron en desgracia, al comprobárseles que andaban en malos pasos.

¡Qué lástima!

Para Álex Rodríguez, denominado por la crónica deportiva beisbolera de Estados Unidos y el mundo como simplemente A-Rod, su ‘’mancha’’ quedará de por vida grabada en la historia del béisbol de las Grandes Ligas, de sus compañeros de equipo, de los directivos los clubes en donde actuó y de la propia afición, que tenía por él una admiración como muy pocos jugadores lo había alcanzado en los últimos años.

¡Qué lástima!, por decir lo menos, que lo de Álex Rodríguez sea también para quedar en los anales como el pelotero que lo tuvo todo, pero que su comportamiento lo mantendrá por siempre, como el jugador que alcanzó la gloria, y por desgracia, de origen latino, pero que tampoco alcanzará la fama.

Sus estadísticas lo confirman, pero lo difícil es separar en qué momento produjo lo mejor de su carrera como beisbolista usando sustancias prohibidas, y en cuáles su rendimiento fue con su capacidad regular de juego. Veamos sus numeritos sin tener en cuenta sus apariciones hasta la fecha en volvió a jugar con el uniforme de los Yanquis, en la temporada del 2013, en la cual debutó el pasado 5 de agosto, debido a que se encontraba en recuperación tras haber sido intervenido quirúrgicamente nuevamente en su cadera.

Compila 2.901 indiscutibles, es decir, a 99 inatrapables de llegar a la mágica cifra de los 3.000 imparables, ocupando el puesto 37 en la tabla de todos los tiempos; 1950 carreras fletadas hasta el plato, apenas a 50 rayitas impulsadas para llegar a las 2.000, adueñado de la sexta casilla de todos los tiempos; 647 tablazos de cuatro esquinas, ocupando la quinta posición de todos los tiempos en ‘’bambinazos’’ despachados; noveno en todos los tiempos, con 1.898 carreras anotadas; situado entre los primeros 150 bateadores en conservar promedio de por vida de 300 puntos a la ofensiva, y poseedor del mejor registro de todos los tiempos, en cuanto al valor de sus ingresos anuales, de 27.5 millones en sus últimas 10 temporadas en las Grandes Ligas.

Sanciones más severas

Muchos jugadores del Béisbol Organizado han decidido hablar. Varios de ellos, alegando que las sanciones, de ahora en adelante, deben ser más severas, hasta el punto de proponer que por la primera vez, el castigo se eleve de 50 a 100 partidos de suspensión; y que en la segunda ocasión, sea la vencida, para que sea de por vida, como una forma de alejar, de una vez por todas, las actividades ilícitas del uso de estimulantes para mejorar el rendimiento en los campos este deporte.

El béisbol no se puede dar el lujo, creemos nosotros sinceramente, de esperar que las cosas superen la raya de la ética deportiva y la moral de los propios jugadores. No es posible siquiera pensarlo. Lo que alguna vez dijo el múltiple campeón del Tour de France, el norteamericano, Lance Armstrong, hoy en desgracia deportiva, pública y económicamente, de que ese evento ‘’es imposible ganarlo sin doparse’’, algo que seguramente puede demostrarse en contrario con el correr de los años, tiene que ser una propuesta que no se puede admitir en el béisbol, si es que quieren conservarlo alejado de elementos extraños, imponiendo el patrimonio moral y ético que se tiene en esta disciplina, como verdadera norma de conducta.

Deslealtad, es para muchos peloteros de las Mayores, lo que ha hecho A-Rod. Para otros, una vil afrenta para el Béisbol Organizado. Y no hay quien deje de calificar su actuación como una traición a los principios y al propio béisbol, a sus compañeros de equipo y de todas las novenas, de quienes han sido sus estrategas generales dentro del campo de juego, y de quienes advirtieron, hace ya varios años, que los ‘’humos’’ de Álex podrían superar cualquier cosa en pos de su vanidad, de su apetito personal y de sus malas crianzas para jugar el béisbol.

Verdadera reincidencia

Para otros tantos, no cabe la menor duda que lo que hizo ahora, confirma que sus travesuras venían ejecutándose, después de explicar públicamente que había cometido errores en esos años en que jugando con el uniforme de los Rancheros de Texas, hizo uso de sustancias estimulantes para mejorar su rendimiento deportivo, pero que jamás lo volvería a hacer. Y la pregunta que ya todo el mundo se hace, pero que tiene la respuesta pública es, y ¿entonces, para que utilizó los servicios de la Clínica Biogénesis?, y adicionalmente, como sostiene la organización del Béisbol de las Grandes Ligas, ¿para qué le insinuó que concurrieran a ella otros peloteros?, y ¿por qué, finalmente, intentó obstaculizar la investigación que se adelantaba?

Fue hace apenas cuatro años, en el 2009, cuando públicamente Álex confesó que había usado sustancias dopantes, para mejorar su rendimiento entre el 2001 y el 2003, jugando con los Rancheros, agregando que ‘’era joven y estúpido’’, en esos momentos de su carrera deportiva, pero que esperaba ganarse la confianza de la afición y del béisbol de allí en adelante, ‘’porque lo que pido que me juzguen a partir de este día. Es todo lo que puedo pedir’’.

Y ahora, un lustro más tarde, Álex Rodríguez le da una soberana bofetada al béisbol de las Grandes Ligas, al confirmarse sus andanzas por fuera de los cánones limpios y puros con que se debe jugar el béisbol, especialmente el de las Grandes Ligas.

Se recuerda con nostalgia lo que expresó Rich Hofman, quien fuera su orientador en las divisiones menores del béisbol, cuando A-Rod firmó para los Marineros de Seattle: ‘’tiene una gran ética de trabajo, humildad y confianza’’; pero subrayó seguidamente: ‘’Será un ejemplo para los Marineros y para el béisbol de las Grandes Ligas. Espero que su éxito no eche a perder eso’’.

Al salón de la vergüenza

La gloria es efímera, pero la fama perdura. Lástima que Álex Rodríguez descienda de un hogar netamente latinoamericano como lo son sus padres dominicanos, y que haya sido, por bastante tiempo, un reconocido pelotero en el béisbol de las Grandes Ligas, para estrellarse como acaba de hacerlo y quedar con una mancha de por vida, que jamás le permitirá cruzar el umbral del Salón de la Fama y seguramente, ya tiene póliza para su ingreso al salón de la vergüenza, quizás más temprano que tarde.

Su apelación, en contra de la decisión del Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas, sobre la suspensión que le impuso para que no actúe en los próximos 211 partidos de la organización, es apenas entrar en la discusión de sí es excesiva la sanción, habida cuenta que, para sus efectos, esta sería la segunda actuación en la raya de los actos sancionados dentro del sistema de dopaje que tiene firmado el Sindicato de los Peloteros y la organización de las Grandes Ligas, lo que equivaldría a una suspensión de 100 partidos. Pero nada más.

El hecho de que haya apelado, como efectivamente lo hizo, no lo exonera de la culpabilidad ya manifiesta de sus hechos en contra de las disposiciones del Béisbol Organizado. De tal manera que lo que busca, y eso es natural aceptarlo, es conseguir que se le cancelen algunos emolumentos económicos antes de que le caiga por completo, el telón de la infamia que cometió contra el béisbol. De eso, no nos quepa la menor duda.

Otros en la lista

De los 13 peloteros sancionados en esta oportunidad, todos, con la excepción de Álex Rodríguez, aceptaron la disposición, incluyendo a Ryan Braun,  el jugador de los Cerveceros de Milwaukee, a quien se le otorgó el título del Más Valioso de la temporada de 2011, y quien en contra viento y marea sostenía, a voz en cuello, que nunca había hecho uso de estimulantes para mejorar su rendimiento deportivo.

Braun fue el único pelotero norteamericano que cayó en esta investigación, porque los demás son latinoamericanos: dominicanos, venezolanos y un nicaragüense, cuyos nombres sobra repetirlos aquí, pero que en el fondo, nos duele en lo más profundo del alma, porque muchos de ellos, por sus habilidades físicas, por su talento y por su calidad, no tenían necesidad de trasgredir las normas que, a sabiendas y públicas, conocían que estaban vigentes.

Pero para dejar para la historia sus nombres, reseñémoslos una vez más:

Ryan Braun, guardabosques de los Cerveceros de Milwaukee; Nelson Cruz, guardabosques de los Rancheros de Texas; Johnny Peralta, paracortos de los Tigres de Detroit; Everth Cabrera, torpedero de los Padres de San Diego; Antonio Bastardo, lanzador relevista de los Filis de Filadelfia; Jordany Valdespín, jardinero de los Mets de Nueva York; Francisco Cervelli, receptor de los Yanquis de Nueva York; Jesús Montero, receptor de los Marineros de Seattle; César Puello, guardabosques de los Mets de Nueva York; Faustino De Los Santos, lanzados de los Padres de San Diego; Sergio Escalona, lanzador de los Astros de Houston; Fernando Martínez, guardabosques de los Mets de Nueva York y Jordán Norberto, lanzador que en el momento de la sanción, es un jugador libre que puede firmar y jugar con cualquier novena.

La era maldita

La era maldita de los esteroides y las hormonas de crecimiento, ha superado muchas barreras deportivas, pero al final, sus protagonistas han caído, sin pena ni gloria, por sus actividades ilícitas y desde luego, tramposas, que fueron develadas hace más de dos décadas por el pelotero cubano José Canseco, en declaraciones y versiones editadas en un libro de su autoría, ‘’El hombre químico’’, explotando como una bomba de tiempo para la época en los recintos del Béisbol Organizado.

Dentro de los salpicados están Barry Bonds, Mark McGwire, Samy Sosa, Rogers Clemens, Paul Lo Duca, Miguel Tejada, Kevin Brown, Rafael Palmeiro, Ron Vilone, Gary Sheffield, José Guillén, y otros tantos peloteros, que fueron incluidos en el famoso Informe Mitchell, documento que fue divulgado en diciembre de 2007, siendo a partir de esa fecha, cuando se empezaron a escuchar muchas voces en contra de la poca acción que desarrollaba para encarar el problema, la organización de las Grandes Ligas.

Empero, para el actual Comisionado, Bud Selig, ‘’había que configurar conjuntamente con los propietarios de los equipos y el Sindicato de Jugadores, los mecanismos que nos permitieran deslindar fenómenos extra deportivos del béisbol, y transitar por el camino correcto, en busca de aplicar sanciones y de hacer respetar la honestidad por encima de la trampa, de los jugadores del béisbol’’. Y eso es, precisamente, lo que se viene haciendo, señalan ahora los más curtidos defensores de que al béisbol hay que ‘’sacarlo, a como dé lugar, de esa ola creciente de la utilización del dopaje, para mejorar el rendimiento deportivo’’.

Algo que la afición y la crítica deportiva no perdona, y en este caso la del béisbol de las Grandes Ligas, es la forma en que esos peloteros descaradamente sostenían en público que nada de esos elementos los estaban usando, cuando en privado contrataban a sus entrenadores personales para que les aplicaran las hormonas de crecimiento y los esteroides.

La era de los esteroides y de las hormonas de crecimiento le han hecho un monumental daño al deporte del béisbol, y quizás a otros muchos deportes, algo que, de acuerdo con la circunstancias, también ha calado de manera profunda en los círculos sociales de muchas actividades.

Todos ellos, a pesar de que varios pueden aspirar al Salón de la Fama, ninguno avanzará en las votaciones que cada año se efectúan para elegir a los nuevos ciudadanos de Cooperstown. Y eso es un castigo para ahora y siempre, para la posteridad, como las rechiflas que ha tenido que soportar Álex Rodríguez en los escenarios del béisbol, cuyo eco le harán recordar que lleva para siempre una mancha que lo alejará de la fama, y que su gloria, por todo lo que tramposamente consiguió en los diamantes beisboleros, porque no habrá manera alguna de separar en qué momento los obtuvo con o sin ayuda de esas sustancias extrañas y prohibidas, bien pronto se olvidarán.

Sobre Antonio Andraus

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