Desde el 7 de Agosto del
presente año, fecha en que inició el gobierno actual, todos los colombianos
hemos estado a la expectativa de los cambios que el nuevo gobierno implementará
en las distintas políticas públicas.
Los primeros 5 meses de gobierno estuvieron
caracterizados por un inicio lleno de mensajes y titulares en redes sociales
que anunciaban grandes cambios que generaron importantes incertidumbres,
seguido de una agenda legislativa priorizada y que demostró la gobernabilidad
alcanzada por el actual gobierno, al lograr acuerdos fundamentales en el
congreso en temas tan importantes como la Reforma Tributaria, la Paz Total y
los primeros debates de la Reforma Política.
Las incertidumbres iniciales generadas con el
cambio y los anuncios en temas como la política de transición energética que
señalaba no más exploración de hidrocarburos, la reforma tributaria con un
alcance inicial de más del doble del que resultó ser aprobada, la eliminación
de las EPS en una reforma a la salud por presentar y una reforma laboral y
pensional con profundas transformaciones, además de crear mucha confusión,
generaron una gran incertidumbre que llevó a muchos empresarios a someter a
reflexión iniciativas de creación de nuevas empresas o ampliación de proyectos
que ayudaban al crecimiento.
En esta primera etapa si bien se temió una
parálisis de la inversión tanto nacional como extranjera, la realidad es que la
inversión se ha venido dando a pesar de la incertidumbre. Posiblemente, esto se
debe en parte al viento de cola con el que veníamos en el crecimiento de la
economía, a la valoración que algunos hacen de las oportunidades que surgen en
momentos de incertidumbre o incluso al hecho de que después de valorar las
incertidumbres y compararlas con la realidad en otras naciones se considera
adecuado nuestro país, sobre la base de que Colombia sigue siendo vista como
una buena alternativa de inversión en el región latinoamericana del continente.
Con este contexto queda
claro que la verdadera hora de la verdad no sucedió en estos primeros meses,
sino que será definida con lo que suceda en el año entrante, donde nos
enfrentaremos a una situación económica compleja a nivel global y local y en la
que conoceremos en la práctica las verdaderas implicaciones de la reforma
tributaria aprobada, en la que se verá en la práctica las implicaciones de las
decisiones que en materia de paz total se vayan adoptando como la controvertida
decisión de liberar como gestores de paz a personas de la conocida primera
línea, en la que conoceremos por fin los alcances e implicaciones de las
anunciadas reformas laboral, a la salud y a las pensiones y en el que esperamos
se defina cuál es la gradualidad que se aplicará frente a la política de
transición energética, que esperamos reconozca la importancia de esta actividad
y los recursos que genera para el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
En cuanto al anuncio efectuado del trabajo para la
consecución de la paz total, y por ser este uno de los temas de mi mayor
interés, quisiera aquí reiterar lo que ya he sostenido en el sentido de que
para la obtención de esta meta es muy importante que ésta se considere, no como
política de gobierno sino como política de Estado, que se reconozca que los
actores del conflicto provienen de distintas razones y tienen diferentes
objetivos y, lo más importante, que se entienda que con todos estos sectores lo
que se debe lograr es un acuerdo de cese al fuego y su incorporación al Estado
de derecho, pues la paz integral es con todos los colombianos, logrando el
establecimiento de la equidad y justicia social que llevaría a que todos los
habitantes del territorio colombiano se incorporen al desarrollo y que por
tanto la inversión social del Estado llegue a todo su territorio, en especial
en los campos de la salud, la educación, la vivienda , los servicios públicos,
la infraestructura vial y las garantía de la construcción de la igualdad de
oportunidades. Como también la asistencia profesional al campesino, la
financiación de sus cultivos y la garantía de la compra de los mismos. En otras
palabras, que los colombianos comiencen a ver que los sueños que tenemos se
convierten en realidad.
Vinculado con esta anhelada paz total, no se
deberá descuidar, porque está muy mal en todo el territorio nacional, es la
inseguridad que estamos viviendo, tanto a nivel urbano como rural. Y es que no
solamente estamos todos los días viendo y también sufriendo robos y atracos,
sino que todos los días vemos heridos y muertos por causa de estos delitos en
las diferentes regiones del país. Está por verse qué nos trae el año entrante.
De la responsabilidad en el manejo de los mensajes
del gobierno, de la estabilidad jurídica que tengamos, de la acción de la
justicia contra la impunidad y en especial el castigo de los corruptos que
tanto mal han hecho a los colombianos, la seriedad en las transformaciones que
llevemos al Congreso dependerá nuestro futuro de paz, crecimiento, desarrollo y
La Paz integral de Colombia.
Por ahora el gobierno debe sentirse triunfante por haber sacado adelante las principales reformas que se propuso, pero no se debe perder de vista que la verdadera hora de la verdad será en el año entrante, donde todos los colombianos estaremos a la expectativa de la implementación de lo ya aprobado y la discusión de las nuevas las iniciativas que vendrán en el 2023.