El tropel de Gallego

¡Quién lo creyera! Hasta el último minuto el agonizante mandato del Presidente Uribe, quiere gobernar, como lo determina la Constitución. Está en todo su derecho. Otra cosa es la elegancia y la caballerosidad que tradicionalmente ha existido entre gobiernos entrantes y salientes, con decisiones urgentes o no. De la premura no queda más que el cansancio, reza el adagio popular. Esa prisa con la que hoy, a horas de dejar el puesto se quiere actuar, deja un sabor amargo y muchas dudas en torno a la transparencia que debe exhibir un mandato.

El ineficiente y ambiguo titular del transporte, ha hecho hasta lo imposible por adjudicar la Transversal de las Américas, obra que, entre otras cosas, carece de los permisos ecológicos necesarios. El ministro, conaire de suficiencia, apareció en televisión defendiendo su postura frente al tema, con la Virgen del Carmen respaldándolo. Los católicos se erizaron. Una carrera descomunal ha desarrollado el desastroso Mintransporte para adjudicar multimillonarios contratos, antes del 7 de agosto, sin tener en cuenta que prácticamente se le agotó el tiempo.

El presidente Uribe, cuando salió elegido en el 2002, de inmediato pidió a su antecesor suspender la adjudicación de cualquier contrato que no fuera absolutamente necesario.

Ese deseo fue respetado y honrado por el Presidente Pastrana. De ese momento en adelante, cualquier cosa urgente, debía ser consultada con los miembros de la comisión de empalme. Qué contraste con lo que viene ocurriendo ahora. La carrera desenfrenada con la que actúa Gallego, para adjudicar a como dé lugar lo que se le queda en el tintero, nos pone a pensar muchas cosas, no todas ellas buenas. Tuvo ocho años para hacerlo, pero su ambición es tan grande, que los brazos no le alcanzan para abarcar todo lo que quiere y que seguramente sus intereses le demandan. Ante ese deseo ardiente, renunció el gerente del Inco, Julio César Arango, por considerar que la premura no era necesaria y que esto podía ser estudiado con serenidad y seriedad por el nuevo gobierno.

El ministro desestimó lo acontecido y continuó con su cometido, otra cosa que nos pone nuevamente a pensar. Definitivamente, pocos serán quienes lamenten la salida de Uribe, pero después de escuchar una entrevista que la Primera Dama le dio a Yolanda Ruiz, nos permitió conocer su calidez y sensibilidad y, considerar el valioso aporte que le hubiera suministrado al gobierno, si la hubieran dejado hablar. Ese retiro si es de lamentar. ¡Bienvenido Juan Manuel!

Sobre Gabriel Ortiz

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