Pasaron las elecciones de 2015, con alegrías y decepciones. Las primeras fueron pocas, las segundas serán muchas. Las primeras las podemos enumerar con los dedos y van a sobrar…dedos: El triunfo de Peñalosa en Bogotá es muy bueno para la ciudad, se respira tranquilidad y esperanza. Por fin la capital va a salir de esa época oscura en que nos metieron los últimos tres gobiernos de izquierda.
Maurice Armitage ganó en Cali. Es un empresario, un gerente, un hombre de éxito y maduro, alejado la cloaca política. Sus aspiraciones no son otras que las de librar de la politiquería a la ciudad que le he dado todo. Seguramente hará una gran gestión.
Igual pasó con Bucaramanga, la Ciudad Bonita, donde un urbanizador impuso las condiciones frente a una caterva de corruptos que luchaban por alzarse no con la alcaldía sino con las finanzas de la ciudad. Allí Rodolfo Hernández entró con pie derecho, prometió declararle la guerra a la corrupción y a la politiquería y así lo hará.
Barranquilla volvió por Alejandro Char, el alcalde, que con su primera administración, le empezó a cambiar la cara a la ciudad.
En Medellín, con el nuevo alcalde, se da por descontado su progreso permanente en los próximos años ya que es una ciudad absolutamente planificada. Igual pasará con Antioquia, a pesar de los cuestionamiento sobre Luis Pérez, el gobernador elegido.
Después de estos ejemplos, reconociendo que faltan algunos muy buenos, vienen las decepciones, que estén seguros, irán en aumento en la medida que avance la gestión de los gobiernos elegidos.
En el valle fue elegida Dilian Francisca Toro, una gobernadora que ya estuvo en la cárcel y que a pesar de haber sido declarada inocente, sigue bajo sospecha.
En Yopal, un tal John Calzones ¡Que tal el nombrecito!, fue elegido alcalde y como si fuera poco está en la cárcel. Es un macho, no a lo mexicano sino a lo araucano: monta acaballo como los llaneros puros (ahorcando un dedo en el estribo), hace coleo, usa poncho y fanfarronea al cual más. Urbanizador pirata,(por eso está preso). Su dinero es de dudosa procedencia.
Después de las elecciones del 25 de octubre, el mapa político del país quedo conformado. El mapa corrupto se sospecha que es amplio, pero no lo tenemos totalmente identificado. Seguramente en los próximos cuarenta y ocho meses se destapará completamente, por que como dijo uno de los Nule: “La corrupción es algo inherente a la naturaleza humana” y parece ser que en Colombia nuestro funcionarios públicos, elegidos o nombrados, tienen demasiada “naturaleza humana”. Según palabras del propio Vicefiscal, de ciento veinte mil aspirantes a alcaldías y concejos en todo el país, al menos, el noventa por ciento estaba cuestionado o bajo investigación.