Por Guillermo Romero Salamanca
Turistas japoneses, estadounidenses, hispanos, latinoamericanos, coreanos, asiáticos y de mil partes más hacen filas a diario por el famoso Paseo del Arte de Madrid, donde se encuentran tres grandes centros de cultura: El Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Thysen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Son recorridos donde las historias de los más famosos pintores y escultores del mundo están allí invaden las mentes de quienes viajan a empaparse de cultura. Se calcula que cada año España recibe un poco más de 10 millones de viajantes para deleitarse del mar, la sierra, la cultura, la historia, pero también de sus buenos vinos, el jamón serrano y decenas de tapas.
En el barrio de las Letras, denominado así en homenaje a los grandes escritores que vivieron en esas calles durante el llamado Siglo de Oro español. Mientras se camina por callecitas empedradas que están llenas de frases con letras doradas de partes de libros de escritores españoles. Se encuentra también la casa de Las Hermanas Trinitarias donde está sepultado Miguel de Cervantes Saavedra.
Cerca de allí se encuentra la fuente de Cibeles, uno de los íconos de la ciudad y además de su belleza, su sonido y armonía, se dice que también forma parte de un sistema de seguridad del Banco de España. En caso de que las cámaras donde se guarda el oro fueran asaltadas, la fuente cuenta con un sistema de canalizaciones que haría que se inundasen de agua.
Pero el goce en las tardes está en el beber y comer. A la hora de tapear, la bebida más común para tapear es la cerveza (68%), seguido del vino con un 28%. El resto de bebidas –refrescos, agua y zumos–, suponen un 4% en su conjunto. Madrid, para deleite de miles de personas, cuenta con 12 000 bares y tabernas.
La variedad de tapas es infinita. Las hay con trozos de tortilla española, con queso manchego. Unos más son pinchos morunos, ensaladas de pimiento rojo, pedazos de pescado frito. Otras llevan pollo al ajillo, albóndigas, papas con picante, jamón serrano y aceitunas.
Pero también hay de pan con aguacate y jamón, envueltos de panceta, con camarones, trocillos de jamón. De pronto se encuentran gazpachos, de tomate y aceite de oliva y pescadillas. Se ofrecen de colores como amarillos, verdes, rojos o verdes. En la variedad está el placer.
Diversa presentación
Pinchos, banderillas, montaditos, cazuelitas son denominaciones diferentes que se aplican a las distintas formas de servir las tapas, desde la más sencilla, insertada simplemente en un palillo, hasta las más sofisticadas que se sirven en pequeños recipientes con aderezos y salsas que les aportan personalidad. Esta última forma es la elegida para ofrecer al cliente muestras de los platos típicos de las diferentes regiones españolas, entre los que no faltan la paella valenciana, la fabada asturiana, los callos a la madrileña, y todo tipo de sabrosos pescados en sus preparaciones más diversas.
Todo por una orden del rey
Cualquier porción de alimento sólido capaz de acompañar una bebida es una tapa dice el diccionario de la Real Academia Española y el origen se lo dan a dos versiones. Una con Alfonso X “el sabio” –rey que gobernó España en el 1.200–, quien ordenó que nadie podía beber vino si no tenía algo que comer y no se emborracharan por ahí simplemente.
Los comensales deberían de comer entonces o un trozo de queso o de jamón, o, aunque fuera una morcilla. Por eso en bares y restaurantes en España se volvieron obligadas las tapas mientras se degusta un vinillo. Claro, para que no se equivocaran de copa, cada quien, le ponía un trozo de pan encima y de allí salió de lo “tapa”.
De todas formas, no fue por este hecho que llamaron a Alfonso X como “el sabio”, sino por sus aportes a la cultura en general.
La otra historia la relacionan con el rey Alfonso XIII, a quien llamaban como “el africano” y que comenzó a gobernar a los 16 años en 1902. A quien se le recuerda también porque el día de su matrimonio con una nieta de la reina Victoria de Inglaterra le hicieron un atentado los anarquistas y murieron unas 100 personas.
Un día llegó a Cádiz y pidió una copa de jerez. Cuando abrieron la puerta de la posada, un ventarrón traía arena y entonces el camarero pensó en colocarle rodajas de jamón serrano encima de la copa. Al rey y a su séquito les gustaron las tapas y siguieron pidiendo y les traían entonces rodajas de pan con aceite, rebanadas de queso y más platos que iban inventando para complacer al monarca y a sus amigos.
Cocina en miniatura
La «tapa» es referencia en la cocina en miniatura española, es ya una palabra incorporada a decenas de lenguas, habitualmente se consume en pie y en grupo, ayuda a difundir valores de convivencia, diversión y de forma de vida.
España es líder mundial en gastronomía.