En las historias del mundo son pocas las reales con aires de ficción y muchas son de la ficción que parecen de la vida real. Y por lo general sus protagonistas son grandes personajes, grandes héroes o heroínas que aportan al desarrollo socio-político del planeta tierra. Desde los tiempos de caperucita roja, que fue una heroína al enfrentar sin miedo y con ingenuidad al lobo feroz, en un cuento de ficción infantil, hasta llegar a épocas y personajes que fueron y son reales y que han sido el blanco de escritores de todo género literario –en cuanto a personajes femeninos- como la poderosa Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido, y quien fue mejor conocida durante su mandato como “La mujer de hierro”, hasta llegar a otras con gran poder político y socio-religioso como Imelda Marcos,Indira Gandhi o la misma Benazir Bhutto, asesinada en un atentado a mediados del 2008, o Sonia Gandhi, nuera de Indira Gandhi.
Y es que la vida de Sonia Gandhi sí que tiene elementos de ficción para ser llevada al cine, a la televisión o a libros -como de hecho ya lo hizo el escritor español Javier Moro con la obra “El sari rojo”- , porque se cumple la famosa frase de que la realidad supera la ficción, no solo por la marcada y recia personalidad deSonia, por su manera de manejar una doble cultura, sino porque sin ser su mayor objetivo, ni siquiera imaginable en su vida, se convirtió en una mujer de gran poder político en la India, considerado como uno de los países más turbulentos y fascinantes del mundo. Tampoco es una mujer que llegó al poder por ser la nuera de Indira. Es más, detesta el poder y la política como lo ha dicho varias veces.
Es, entonces, donde radica la extraordinaria historia de Sonia Ghandi, quien increíblemente llega a ser poderosa, influyente y respetada -vale enfatizar- sin proponérselo, al coger las riendas de la India, solo por verse involucrada sentimentalmente con un hombre que estaba lejos de sus sueños: Rajiv Gandhi, nieto del primer ministro Pandit Jawaharlal Nehru, (fallecido en mayo de 1964) y primogénito de Indira Gandhi.
Una italiana que llegar al poder por culpa del amor
Sonia nació en Orbassano, un municipio de la provincia de Turín, enItalia. Perteneciente a una familia de clase media, conservadora y profundamente religiosa. Su padreStefano Maino, fallecido en 1988, fue un empresario medio de la construcción relativamente bien situado, que hizo negocio en el Turín de la década de los 30, cuando el desarrollismo del régimen fascista impulsaba la vivienda social. Partidario y al parecer entusiasta deMussolini, Maino se alistó en el Ejército cuando Italia entró en la Segunda Guerra Mundial y fue capturado por el frente ruso.
Se asegura que fue ayudado a escapar del campo de prisioneros por sus tres hijas: Sonia, Anushka y Nadia, las cuales tuvo con su esposa Paola Predebon. La gratitud hacia aquellas mujeres que tal vez le salvaron la vida convirtió a Maino en un filosoviético que, por ejemplo, instó a la hija que luego sería famosa a aprender el idioma ruso.
Sonia y sus hermanas, la una mayor que ella y la otra menor, recibieron la educación escolar en centros privados regidos por las monjas del convento deMaría Ausiliatrice, en Giaveno, cerca a Orbassano, y por los padres Salesianos. Posteriormente, con 18 años, Sonia partió a Cambridge y Reino Unido para tomar clases de inglés. No sólo aprendió inglés, sino que adquirió un buen nivel de español y de francés, además de las nociones de ruso que ya tenía.
Pero ¿cómo esta italiana logra involucrarse en una cultura contraria a la suya, enamorarse del hijo de una mujer poderosa y llegar a dirigir un país predominantemente hindú y constitucionalmente secular, y siendo ella cristiana?
Al parecer todo comienza poco después de establecerse en la ciudad estudiantil, en 1965, cuando conoció a un joven indio dos años mayor que ella: Rajiv Gandhi, quien seguía estudios de ingeniería en el Trinity College. El universitario, de porte aristocrático, de suaves maneras y tímida elegancia resultó ser nieto de el Pandit Jawaharlal Nehru, y primogénito de la sucesora del anterior frente del Gobierno y en el liderazgo laico y vagamente izquierdista Partido del Congreso Indio, también llamado Congreso Nacional Indio (INC), Indira Gandhi, quien tomó con mano firme el timón del país en enero de 1966.
El padre de Rajiv, Feroze Gandhi, fallecido en 1960, fue un destacado periodista y militante de esa fuerza política hegemónica, y miembro de la minoría religiosa parsi (zoroástrica). Los Nehru, en cambio, eran hindúes de pura cepa, de la casa brahmánica y oriundos de Cachemira.
Lo cierto es que la joven pareja se enamoró y después de tres años de noviazgo decidió contraer matrimonio. El padre de ella como la madre pusieron reparos a una boda multicultural que de todas maneras terminó celebrándose en Delhi, en febrero de 1968, sin que él llegara a concluir sus estudios en Cambridge.
Aunque establecida en India con su marido, Sonia mantuvo su nacionalidad italiana y siguió muy unida a su madre y sus hermanas, a las que no dejó de visitar en Orbassano de cuando en cuando. También venció las suspicacias de Indira, quien vio en su nuera a ella misma cuando 26 años atrás contrajo un polémico matrimonio con un hombre de otra comunidad y otra religión. Las dos terminaron estableciendo una relación de profundo y mutuo afecto. Después de la muerte de su suegra, Sonia dijo haberla querido como a una madre, con quien había compartido confidencias, a la que asesoraba en cuestiones de ropa y para la que cocinaba pasta y espagueti en las reuniones familiares.
En los 12 Años siguientes Sonia y Rajivfundaron una familia y debieron compartir una felicidad conyugal a la que contribuyó de manera no despreciable su absoluto apartamiento de la política. Sin embargo, Rajiv decidió formarse como piloto civil y pasó a integrar la plantilla de comandantes de vuelo Air India. Entre tanto, Sonia se dedicó en exclusiva a las labores del hogar y a la atención de sus hijos Rahul, nacido en 1970, y Priyanka, una chica nacida al año siguiente.
Se presenta un episodio dramático en la confortable vida de los Gandhi. En junio de 1980, Sanjay, hermano menor de Rajiv, y recién elegido diputado en el Lok Sabha o Cámara del Pueblo (baja) del Parlamento, muere en una demostración de vuelo acrobático en la capital. Un semestre atrás, la facción mayoritaria liderada por Indira, el INC (i), había retornado triunfalmente al poder al cabo de un trienio de travesía en el desierto en la que la estadista fue sucesivamente mandada a la oposición, despojada de su escaño parlamentario, expulsada del partido por sus enemigos internos y encarcelada temporalmente acusada de corrupción.
La primera tragedia en la familia hizo que todas las miradas se volvieran a Rajiv.Sonia siempre había sentido aversión hacia la política y se opuso encarnizadamente a que su marido diera el salto a ese terreno. A pesar de esto y tras prolongadas conversaciones, Rajiv, quien él mismo se vio arrastrado por las presiones generales – con Indira a la cabeza- a una nueva vida que él nunca había perseguido, convenció a su esposa de que el destino había decidido que fuera él quien continuara portando la antorcha llevada en su momento por su bisabuelo, luego por su abuelo y ahora por su madre.
Sonia se involucra en la política
Rajiv comenzó su carrera política como asesor de Indira y en junio de 1981 ganó en una elección parcial el escaño por Amethi, en el populoso estado deUttar Pradesh, que había dejado vacante su hermano, al tiempo que ingresaba en la Ejecutiva Nacional de las Juventudes del INC (i). Ante esto,Sonia hace parte en la campaña de su esposo distribuyendo alimentos y medicinas a los lectores de la circunscripción y apelando a no votar contra la contrincante, nada menos que la viuda de Sanjay y por ende su cuñada, Maneka, quien había fundado su propio partido de oposición tras romper con Indira.
En febrero de 1983 a Rajiv le fue otorgada una de las cinco secretarías del INC (i) con la misión de poner fin a la corrupción que minaba la credibilidad del partido. Dos meses después, Sonia, al parecer de nuevo sin el menor entusiasmo, y a pesar de que se había integrado perfectamente en la cultura nacional como si fuera propia de nacimiento, adquirió la ciudadanía india porque así lo aconsejaba la ascendiente trayectoria pública de su marido.
El 31 de octubre de 1984 fue otra fecha crucial llamada a condicionar la trayectoria vital de Sonia y, de nuevo, en circunstancias trágicas y luctuosas. Mientras paseaba por los jardines de su residencia oficial de Safdarjung en Nueva Delhi, Indira Gandhi fue asesinada por dos miembros de su escolta personal de religión sij, uno de los cuales fue muerto en el acto y el otro capturado.
Los relatos de los hechos aseguran que fue la propia Sonia quien, sobreponiéndose a la tensión y el desbarajuste reinantes, tomó del césped el ensangrentado cuerpo de su nuera y, moribunda, la condujo en el asiento de atrás de un vehículo hasta el hospital donde nada pudo hacer por su vida. En ese momento Rajiv se encontraba en Bengala y cuando le comunicaron la noticia regresó precipitadamente a la capital. Escasas horas después del magnicidio, en un país conmocionado que estaba a punto de sumirse en una terrible ola de violencia antisij rebosante de odio y de revanchismo, Rajiv juró como primer ministro y se hizo con las riendas de un partido que en absoluto fue ajeno a las matanzas de sijs perpetradas por hindúes a lo largo y ancho del país y que hasta la víspera no había aceptado con unanimidad la condición de delfín del ahora su nuevo líder.
Con certeza Sonia asistió a estos acontecimientos horrorizada. Y así, de la noche a la mañana, se convirtió en la Primera Damade India. La vida estrictamente privada que había defendido con tesón para ella y su familia quedaba definitivamente suprimida y, para colmo de males, su marido saltaba al Gobierno en unas circunstancias de violencia política bastante inquietantes. Por razones de seguridad, la familia se mudó de Safdarjung y se instaló en una villa con el aspecto de una fortaleza militar, protegida por un alto muro y vigilada por guardias armados hasta los dientes. Beneficiado por el efecto simpatía, el INC (i) arrasó con las elecciones anticipadas de diciembre de 1984, cuando se hizo con nada menos que el 49% de los votos y 405 diputados, los mejores resultados de su historia.
En el lustro en que Rajiv fungió como primer ministro, Sonia le acompañó en varias de sus visitas al exterior, como las realizadas a la URSS en mayo de 1985 y julio de 1987, a Estados Unidos en junio de 1985, a diversas capitales europeas en junio y julio de 1988, y a China y Pakistán en diciembre de 1988. En estas ocasiones, así como en las recepciones a dignatarios extranjeros que recalcaban en Nueva Delhi, la esposa del gobernante indio cautivó al público internacional por su sobria distinción y sus elegantes saris, componiendo una estampa que parecía aunar felizmente la sofisticación de su raigambre europea y el asumido rol tradicional indio de esposa amantísima, obediente y pasiva, que reconocía al marido como su superior.
Aunque fotografiada hasta la saciedad por las revistas locales de sociedad, ella intentaba siempre quedar en un tercer plano, rehuía sistemáticamente las entrevistas y algunas veces solía mostrarse visiblemente incómoda en las galas oficiales donde cumplía el papel de consorte. Esta actitud fuertemente esquiva y tímida pareció exceder la asunción del papel decorativo o de relegación reservado a una mujer en su situación; más bien, respondía a una personalidad introvertida que sólo se sentía a gusto en la privacidad y entre íntimos, ya fueran familiares o gentes de plena confianza. De ahí que para muchos compatriotas de adopción Sonia fuera una persona enigmática, si bien no exenta de atractivo.
En cambio los enemigos políticos de Rajiv acusaron a Sonia de ejercer una influencia nada desdeñable en su marido. La oficina del Primer Ministro desmintió una y otra vez que ella desempeñara cometido alguno en la labor política de aquel, pero en las filas opositoras, y no solo en ellas, empezaron a lanzarse advertencias contra la “conexión italiana” en la cúpula del poder, que podría entrañar riesgos para la seguridad y la soberanía nacionales. Inclusive un tribuno opositor tildó a Sonia de “Imelda Marcos en ciernes”.
Rajiv Gandhi llegó al poder con una aureola de honestidad, pero también con el sambenito de hombre blando, ingenuo y sin carácter, que quizá no iba a ser capaz de regir un país tan grande y complicado como la India, laberinto de razas, religiones y feudos políticos no pocas veces broncos y violentos.
En añadidura Rajiv puso en marcha un programa de liberación y modernización de las estructuras económicas, continúo los esfuerzos para reducir la pobreza y la influencia de sistema de castas, y lanzó algunas iniciativas de convivencia pacífica entre las comunidades hindú, musulmana y sij que tuvieron resultados discretos.
Matan a Rajiv y Sonia asume el poder
El 21 de mayo de 1991, un día después de celebrarse la primera ronda de votaciones, el ex primer ministro se disponía a celebrar un acto de campaña en la localidad de Sriperumbudur, a 60 km de Madrás, en el estado de Tamil Nadu, cuando, según los testigos, una mujer salió de entre la multitud que el engalanaba y vitoreaba, se acercó con un ramo de flores, se agachó como si fuese a ofrendárselo y entonces hizo estallar los explosivos que llevaba adheridos a su cintura: la suicida voló por los aires y con ella Rajiv, al que la onda expansiva medio segó la cabeza, y otras 15 personas.
Sonia recibió las malas noticias en Delhi y ese mismo día, acompañada porPriyanka, su hija, viajó a Madrás en un avión del Ejército para trasladar el cadáver de su esposo a la capital. A India llegaron mensajes de consternación de todo el mundo y el país fue presa de una conmoción que en muchos lugares derivó en cólera y en estallidos de violencia cargando de negativismo una campaña electoral que en la víspera del magnicidio ya había cobrado decenas de asesinatos sectarios.
No habían recibido aún los restos de Rajiv cuando los jerarcas y los militantes del partido se abalanzaron sobre Sonia, instándola a que asumiera el liderazgo y les guiara a una victoria apabullante en las urnas. Había desolación y furia por la nueva atrocidad cometida contra los congresistas, pero también avidez de rentabilizar al máximo la masiva ola de simpatía y solidaridad que este nuevo martirio iba a levantar. Pero únicamente Sonia parecía capaz de llenar el hueco carismático dejado por Rajiv, aunque sólo fuera por la capacidad del apellido que portaba de encandilar a las masas. Tanta era la prisa de los prebostes del partido de ofrecer al electorado un sucesor de Rajiv que anunciaron públicamente la proclamación de Sonia antes de comunicárselo a la interesada, sin asegurarse de que ésta fuera a dar su consentimiento. Ella ni siquiera era miembro del partido.
El 23 de mayo al luto se le sumo otra conmoción cuando una imperturbable Sonia zanjó la cuestión en un escueto comunicado enviado al Comité de Trabajo del Congreso (CWC), máximo órgano directivo del partido: “La tragedia que ha caído sobre mí y mis hijos hace imposible que tome las riendas del Congreso”. Al día siguiente, la viuda, los dos huérfanos, las principales autoridades del Estado, los congresistas y varios mandatarios extranjeros se congregaron junto con cientos de miles de indios en la explanada memorial de Shaki Sthal, en la ribera del ríoYamuna que atraviesa Delhi de norte a sur. En el mismo lugar donde fueron incinerados los cuerpos de Mahatma Gandhi, Nehru, Indira y Sanjay, el cadáver deRajiv quedó colocado en una pira funeraria a la que prendió fuego, tal como él había hecho con su madre, el primogénito de su descendencia, Rahul.
Prácticamente recluida en su residencia de Nueva Delhi, Sonia se dedicó a supervisar los estudios de sus hijos, a escribir dos libros de memorias centrados en la vida y la trayectoria de su difunto esposo, y a poner en marcha una fundación que preservara su legado y memoria, de la que se erigió en presidenta.
Con el pasó de los días el país vive duros procesos de escándalos económicos, sociales y políticos durante el gobierno del septuagenario P.V. Narasimba Rao. Otra vez el partido se encontraba en un momento muy delicado y en su seno se elevaron voces demandando a Sonia que presentara su aspiración al liderazgo, aunque esta vez ella no tuvo que salir a explicar su negativa porque la vieja guardia leal a Rao impuso a uno de los suyos, el proyecto Sitaram Kesri.
En los meses siguientes, Sonia tuvo en vilo al partido sobre los posibles movimientos políticos. En noviembre Kesri le invitó a sentarse en el CWC pero recibió el silencio por respuesta. Por fin, el 8 de mayo de 1977, poniendo fin a numerosos rumores, declaraciones ambiguas y amagos que sacaron de quicio a no pocos congresistas y coincidiendo con nuevas revelaciones en torno al viejo escándalo Bofors y los chanchullos del empresario italiano Ottavio Quattrocchi, el partido anunció que Sonia había sido admitida como miembro de base y que por el momento no iba a desempeñar función o cargo de ningún tipo.
En agosto de 1977, en el quincuagésimo aniversario de la descolonización, Soniaparticipó en la convención del partido en Calcuta y, quizá sin proponérselo, levantó tal pasión entre los delegados que se revivieron las escenas de exaltación de la familia de Gandhi. La viuda pronunció un breve pero inesperadamente vibrante discurso en el que, evocando unos aforismos dichos porRajiv en 1985, apeló a los presentes a dejar a un lado las actitudes endogámicas y a abrirse a las masas indias.
Aunque no estaba en las listas, Sonia se volcó en campaña, recorrió miles de kilómetros, haciendo proselitismo y criticó sin contemplaciones las actitudes de chovinismo hinduista hasta llegar a donde no le interesaba: el poder en un país que no fue precisamente su Italia del alma.