La suerte de Venezuela está echada; y si la voz del pueblo es la voz de Dios, todo ha sido consumado, y Hugo Chávez Frías se quedaré por seis años más en el poder. Sus retractores, que son muchos, no pueden hacer cosa distinta que aceptar una sentencia democrática dictada por unas elecciones masivas, tranquilas y sin mostrar atisbo de fraude. ¿Qué regaló electrodomésticos a diestra y siniestra para sus electores? ¿Qué lo eligen los que reciben subsidios y muchos regalos del Estado? ¿Qué compró votos descaradamente o qué PVDSA pagó buses a 15.000 dólares el expreso para que llevaran a sus partidarios de una manifestación a otra?, todo esto pudo haber ocurrido y nada está probado, y finalmente, para eso es el poder y son esos los riesgos de las reelecciones múltiples. Los ojos del mundo estuvieron puestos en Caracas, y la semblanza que dejó la democracia venezolana es que aparenta ser clara y sólida.
Pero si bien es cierto que ganó Chávez por una ventaja amplia, la oposición también lo hizo, pues Capriles, el candidato de la misma, aglutinó una fuerza del 44% de los lectores, nada despreciable esta cifra en un país donde parecía difícil, por no decir imposible, que esto ocurriera. Además los opositores ganaron un poco, pues su corriente obtuvo el 10% más de votos que en elecciones anteriores y eso marca una fuerza creciente. Quedan para diciembre las elecciones regionales, y es ahí, donde la oposición debe probar que no era flor de un día y El flaco Capriles que es capaz de liderar por más tiempo una fuerza que hasta el 7 de octubre estaba huérfana, y podría aspirar nuevamente, ¿por qué no?, al Palacio de Miraflores, pues finalmente no perdió con Hugo Chávez, perdió con el Estado venezolano que puso su poder demoledor en favor de un presidente.
Solamente queda por esperar la decisión que tome el cáncer que afecta reelecto Presidente Venezolano.