Por: Rufino Acosta R.
Si sólo hay un ganador, ¿entonces para qué juegan? Era una pregunta que, en uso de su estilo magistral para manejar la ironía, solía hacernos don Darío Bautista (1) cuando se paseaba por la redacción de El Espectador, mientras se daba una tregua en su habitual cacería de la noticia económica, de la que fue precursor con el sello del estilo preciso, claro y didáctico. Para la época, por allá por los 70s, ya no estaba en el trajín reporteril, porque ejercía como subdirector, aunque tenía la última palabra a la hora de opinar sobre el suceso financiero del día, sin olvidar el apunte humorístico que pocas veces se guardaba.
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