Llegó la hora de construir las denominadas vías 4G en Colombia. Que son las vías de doble calzada y gran infraestructura que nos sacaran del atolladero en que se encuentra el país con sus regiones. Las mismas vías que nuestros gobiernos ineptos y corruptos, sin excepción, debieron haber construido al menos hace 40 años. Y se construyen no por voluntad propia, sino porque los compromisos con los múltiples TLC que se firmaron nos obligan a ello. Para algo debía servir tanto tratado. Pero ahora viene lo más grave: la politiquería sobre las mismas, los supuestos malos estudios para alargar los proyectos, y en virtud de ese alargue multiplicar los presupuestos fijados y robárselos. Los grandes nubarrones jurídicos, como lo dice el periódico El Tiempo, en el día 30 de mayo, ya se asomaron sobre la primera de ellas, la de Puerto Salgar. Y asomaron en virtud de la leguyería y la tutelitis desmesurada que vive este país, víctima de un orden jurídico inestable. Esa falta de ordenamiento y fortalecimiento justicia, -alimentado por la deshonestidad de los jueces y magistrados encargados de administrarla-, es lo que ha impedido dar al traste ladrones de cuello blanco, como los Tapias, los Moreno y muchos otros que fueron señalados por los medios y que hoy están presos como culpables delrobo descarado sobre Bogotá. Nadie ha podido contradecir que en pocos años saldrán a disfrutar lo ratiado. Como estos señores quedan aún muchos que los emulan y admiran y que con todo tipo de argucias buscaran apoderarse de las mejores tajadas de ese gran rublo. Solamente queda esperar el milagro de que los funcionarios encargados de adjudicar esas licitaciones, sean capaces de blindarlas contra este tipo de contratistas corruptos.