Ha rehabilitado a 30.000 niños de la calle
Por: Gustavo Castro Caycedo
Esta no es una afirmación exagerada: para mí, y para quienes lo conocen bien, Javier de Nicoló Lattan no es simplemente un misionero, es un verdadero Santo. Acaban de operarlo de su columna vertebral, afectada por el duro trajín a que se “autosomete” para cumplir con su apostolado, y a los tres días quería levantarse para ir a trabajar por sus muchachos. Sus colaboradores evitaron esa “locura”: se rebelaron y lo obligaron a quedarse unos días más en cama.
Lo visitan frecuentemente de muchas organizaciones europeas, norteamericanas y latinoamericanas interesadas en aprender de él, pero a diferencia de algunas personas que ayudan a los niños pobres (pero que fallan por su obsesiva adicción a la publicidad, a figurar), maneja un perfil bajo; prefiere que ni lo nombren, para él su vida es la entrega inmensa pero callada a los niños de la calle.
Javier es ejemplo mundial en rehabilitación de niños de la calle, nació en Italia pero es tan colombiano como el mejor de los colombianos. Casi 30.000 niños han sido recuperados por su maravillosa obra social. Es su ídolo; los muchachos de la calle se “arremolinan” para darle la mano; o aunque sea para poder tocarlo. La UNICEF expresó: “Nosotros somos testigos de sus resultados, y de sus potencialidades para transformar y dignificar las vidas de niñas, niños y adolescentes colombianos”. Sin embargo, de vez en cuando algunas decisiones políticas que no contemplan el bien que representa esta obra milagrosa, le ponen zancadilla con normas y mandatos absurdos.
Difícilmente alguien en el mundo pueda estar haciendo hoy tanto por la niñez y la juventud desamparadas, como el Padre salesiano Javier de Nicoló, nacionalizado en Colombia y dedicado en cuerpo y alma a la reeducación y atención integral de niños, niñas y jóvenes de la calle, en varias ciudades del país. Lleva ya varias décadas formando (desde menos cero) “a quienes no tienen nada y lo necesitan todo”, y haciendo milagros con una pedagogía de amor, libertad, juego y ocupación, en la que el menor es quien elige quedarse o irse del programa.
Llegó por Buenaventura
Al sacerdote salesiano Javier de Nicoló Lattan, nacido en Bari, Italia, vivió su propia infancia bajo los horrores de la Segunda Guerra Mundial, lo que marcó su vida y señaló su misión, reforzada con el sentido de servicio social que contrajo en un club al que perteneció cuando niño. Llegó a Colombia por Buenaventura hace más de 60 años para quedarse y volverse colombiano. Hoy tiene 10.000 “hijos” a quienes atiende en 53 casas, en todo el país. Músicos, pintores, tejedores y estudiantes, son miembros de esa gran familia que prefirió ingresar en su programa de rehabilitación y no seguir seguirán la calle aspirando pegante y bazuco, robando, o en la miseria. Su hermana Dora, (religiosa Adoratriz), vino hace casi 30 años a visitarlo, y decidió quedarse a ayudarle, y hoy es quien maneja la operación humanitaria para niñas desamparadas, acogidas por él
A Javier de Nicoló, un Sacerdote que pasó por su comunidad religiosa en Nápoles, le habló de las grandes necesidades sociales y de las bellezas naturales de Colombia. Y por eso vino a Colombia. Estudió matemáticas y teología en Bogotá. Dictó clases en la escuela de artes del Sena. Apoyó a los leprosos de Agua de Dios, creó un bachillerato técnico en zonas marginadas de Bucaramanga. Ayudó en la zona negra de Revollo, en Barranquilla, siguiendo las enseñanzas de San Juan Bosco.
Siendo Capellán de la Cárcel Modelo de Menores de Bogotá, en 1968, se dedicó a la causa de los niños de la calle, con su ‘Operación Amistad’, reconocida como el método más eficaz para atenderlos. Ahí nació su Fundación Servicio Juvenil, salvadora de vidas. Sin duda este Apóstol pertenece con mayor derecho que nadie a la élite de lo mejor de los seres humanos de Colombia, país que se redime gracias a seres humanos como Javier de Nicoló Lattan.
Le gusta que le digan Javier, trabaja de seis de la mañana a dos de la mañana del día siguiente, y se ha dicho repetidamente que “es un Santo contemporáneo que tiene una filosofía es simple: para resolver un problema de raíz, hay que atacar las causas. Que la pereza y la hostilidad, que muchas veces afectan al niño callejero, no son innatas en ellos. Que detrás de todo su drama inevitablemente está la pobreza. Y ahí aparece él con su caja de herramientas creativas para combatirla”.
UNICEF publicó el libro “El niño de la calle”, sobre obra y vida, las cuales fueron galardonadas en Washington, el 25 de octubre de 2001. Javier recibió el premio “Ivy Humanitarian Prize ‘Toda una vida de logros humanitarios”, creado para fortalecer y distinguir a las personas que han hecho grandes contribuciones al bienestar de los niños en América, otorgado por la Fundación Interamericana IVY, creada para asistir, educar, fortalecer y mejorar la calidad de vida de los norteamericanos y para servir de soporte a otras organizaciones en todo el continente.
En la casa Blanca y en la Capilla Sixtina
Como una de las funciones de Javier de Nicoló es buscar fondos para financiar su obra, siempre escasa de recursos, hace un tiempo se fue a España y visitó al Presidente José María Aznar, quien tiempo después (como le había prometido) vino a Bogotá trayendo en su avión los instrumentos para la banda de música de los muchachos de Javier, compuesta por 50 niños y jóvenes del Programa Bosconia. Y los invitó a que realizaran una gira musical por España; y allá triunfó este grupo, (hasta en Instituto de Cultura de Madrid), con otro de danzas, conformado por menores rehabilitados de la indigencia por Javier, y fueron aplaudidos por unos 2500 espectadores.
La orquesta de los muchachos también estuvo en la Casa Blanca, y en la Capilla Sixtina, durante una audiencia que Juan Pablo II le concedió hace a Javier de Nicoló quien ha obtenido muchos otros galardones, entre ellos: Orden Diego de Losada, en Caracas; Reconocimiento de la Unicef de México; Distinción Paul Harris, Fundación Rotary Intertational, los premios: De la Solidaridad del Periódico El Colombiano, de la Seguridad Social, de la Previsora; el de la Cruz Roja Colombiana, el Guillermo León Valencia, el Gonzalo Jiménez de Quesada; el Germán Saldarriaga del Valle, de la Corporación de Fomento Cívico y Cultural de Medellín; el Simón Bolívar del Ministerio de Educación; la Gran Cruz de la Fundación América; la Orden de la Democracia, del Congreso; condecoraciones de la Alcaldía de Puerto Carreño, del Concejo de Bogotá, y otras.
El libro de UNICEF sobre su vida, expresa: “Los niños, niñas y adolescentes de la calle son uno de los problemas sociales más complejos. Afortunadamente el Padre Javier De Nicoló ha estado empeñado desde hace más de tres décadas en la búsqueda y desarrollo de estrategias para recuperar e integrar a los niños y niñas de la calle a la sociedad”.
Y prosigue:”Durante muchos años UNICEF venía insistiendo en la importancia de recuperar y sistematizar la experiencia acumulada por el Padre Javier De Nicoló y su equipo, en relación con su trabajo con niños y niñas de la calle él retardó la decisión de su publicación. Y añade: “Para UNICEF Colombia constituye un honor haber contribuido a la realización y publicación de este libro”.
Ha atendido más de 30.000 niños y jóvenes
Es un homenaje al testimonio de una obra y una vida que constituye ejemplo universal. No hay duda que el padre Javier ha sido el apóstol y pionero de un Programa de grandes dimensiones y proyecciones futuras, ejemplo continental y universal que ha sido imitado por numerosas organizaciones en varios países.
Dice UNICEF: “Los obstáculos y las dificultades no han logrado nunca desvanecer su empeño, por el contrario, a mayores dificultades más trabajo, más noches en vigilia recorriendo los “parches” y las “camadas”, más amor y regocijo en sus manos y millones de abrazos para recibir a los reincidentes”.
“Para los pesimistas están las evidencias de mujeres y hombres que hoy ostentan títulos universitarios, de niños y adolescentes que conforman las Bandas Sinfónicas, de trabajadores dignos que se abrieron oportunidades significativas en sus vidas y que ejercen su ciudadanía sin temor a los retos de las dificultades propias de una sociedad en construcción, ansiosa de mayor equidad y justicia social.
Ni los `largos´ rebeldes se escaparon a su mano y su voz crítica, dulce y retadora, porque hoy bajo la tutela del padre Javier también ellos encuentran oportunidades de formación, capacitación y vinculación laboral”.
La obra de Javier de Nicoló, conocida como Programa Bosconia, cuenta en la actualidad con más de 50 centros. Se distingue por la pedagogía nueva y personalizada, y por la original forma de acercarse y motivar a los niños, para que sean ellos mismos quienes pidan ser atendidos. El programa cuenta con especialistas que recorren los barrios marginales para convencer a más niños de que cambien su vida.
Las principales consignas de este programa educativo se resumen en reflexión en la acción y un gran respeto por el niño y por su libertad. La sede principal está en Bogotá y sus sedes alternas en los departamentos de Cundinamarca, Antioquia, Valle, Atlántico, Meta, Chocó y Vichada, en centros urbanos y rurales con diversas alternativas de atención. La Florida, en Bogotá, es la más famosa de todas.
El programa es un modelo mundial de sistema pedagógico con inigualable éxito en la reinserción social de niños de la calle. Su método de participación y autogobierno con líderes elegidos por voto popular, es norma en las 24 casas de Javier, quien desde 1970 está a cargo del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud, IDIPRON, que sostiene a las niñas y niños rescatados de las calles.
¿Qué acciones hubieran protagonizado estos 30.000 seres humanos, si Javier de Nicoló no los hubiera sacado de la violencia, los vicios, la prostitución y el abandono?