Por: Antonio Andraus
Los dos equipos que ganaron la tarjeta de invitación en la campaña del béisbol de las Grandes Ligas, llegan equiparados entre los expertos y críticos, a la disputa del Clásico de Otoño.
Las conjeturas tienen mucha validez, especialmente cuando se dan a conocer antes de que se cumplan los acontecimientos.
Pero para la Serie Mundial de este 2014, pocos, muy pocos críticos, expertos y tradicionales comentaristas del béisbol de las Grandes Ligas ofrecen, con mucha solidez, el anuncio del posible ganador del gran título del béisbol Organizado.
Todo se fundamenta en que viéndose la calidad de los contrincantes, la forma en que han actuado en las tres últimas semanas, el talento de sus nóminas de lanzadores, tanto en la rotación de abridores como en su cuerpo de relevistas, la oportuna ofensiva para conquistar las victorias y el contundente sistema de juego de las dos novenas, ciertamente cuán difícil es señalar a un posible ganador.
Muchos consideran, entre ellos nosotros, que este Clásico de Otoño es de esos que bien puede ser bautizado como de cara o sello, porque cualquiera de los dos equipos que conquisten el trofeo de la Serie Mundial, bien merecido lo tiene. Otra cosa es que durante el desarrollo de por los menos los cuatro juegos indispensables que decidan al campeón, se cometan demasiado errores de campo y otros tantos mentales, algo que no puede ser pronosticado bajo ninguna circunstancia.
Como siempre lo hacemos, nos atrevemos a dar el nombre de un posible ganador, con el handicap de ser el anfitrión de los dos primeros desafíos que puede ser, en el fondo, el punto de apoyo para decidir a su favor la contienda: escogemos a los Reales de Kansas City para llevarse los honores de la Serie Mundial ante unos temibles y experimentados Gigantes de San Francisco, que a no dudarlo, venderán muy caras sus derrotas. Desde luego, esta selección a ganador, no elimina de un tajo, a los Gigantes, cuya participación en esta clase de finales, ya es bien conocida desde cuando se inició el nuevo siglo, con una nómina que se mantiene despierta en todo momento y que juega el béisbol a su manera.
Dos comodines
La historia en el béisbol de las mayores señala que hasta este momento, en una sola ocasión anterior, dos equipos que llegaron como invitados a la contienda de la postemporada, disputaron la Serie Mundial. Y eso ocurrió en el 2002, cuando los Angelinos de California, de la Liga Americana, vencieron a los Gigantes de San Francisco, de la Liga Nacional, para ganar el título de la Cita de Octubre, cuando ambas novenas alcanzaron su participación con la tarjeta del comodín a vuelta de la gran final.
Sin embargo, otros cuatro equipos han conquistado la Serie Mundial llegando a esta instancia con el comodín debajo del brazo. Lo importante de este Clásico de Otoño es que los dos contrincantes aparecen en la espectacular cita tras clasificarse como invitados a la postemporada.
Los Gigantes pues, en cuarta oportunidad llegan a la Cita de Octubre en lo poco que va corrido del nuevo siglo, si se suman sus participaciones en las Series Mundiales de 2010 y 2012, en cuyas actuaciones cargaron con el titulo, y la del 2002 ante los Angelinos, en donde cayeron en busca del codiciado trofeo.
Las dos novenas
Bruce Bochy ha conformado un equipo competitivo en todas sus líneas, y desde el punto de vista de nómina, las grandes ausencias serán el guardabosques Ángel Pagán, el segunda base Marco Scutaro y el lanzador abridor, Matt Cain.
El estratega de los Gigantes no ha dudado un solo instante en mantener su linea abridora para los cuatro primeros compromisos, con el zurdo Madison Bumgarner, para el primero, y al derecho Jake Peavy, para el segundo choque, ambos a desarrollarse en el estadio de los Reales.
Para el tercero, anuncia al veterano Tim Hudson, quien a sus 39 años de edad, por primera vez y luego de una brillante carrera en la Gran Carpa, llega a la Cita de Otoño. Y para el cuarto juego, tendrá disponible a Ryan Vogelsong. Estos dos últimos encuentros, se jugarán en el parque de pelota de San Francisco.
Si fuese necesario el quinto juego, debe jugarse en San Francisco; y el sexto y el séptimo, también si son necesarios, en el estadio de los Reales. Sí la final llega a los siete partidos, Bochy volverá a utilizar en el mismo orden a Bumgarner, Peavy y Hudson. Y tras la actuación de ese grupo de abridores, contará para el difícil tramo de los cierres a Tim Limcecun, un abridor que ha sido llevado al grupo de relevistas, porque sus condiciones normales no han respondido para mantenerlo en la nómina de los abridores; y detrás de él, al dominicano Santiago Casilla, a los venezolanos Jean Machi y Yusmeiro Petit, y al estadounidense de descendencia mexicana, Sergio Romo.
Casilla es el taponero oficial, y los otros, en consideración a la situación de cada uno de los juegos, aparecerán en la loma de los sustos, con apoyo de los zurdos, el puertorriqueño Javier López y Jeremy Affeldt, y del veloz derecho Hunter Strickland.
Real apetito ganador
Por su parte, los Reales que compilan 8 victorias sin derrotas desde cuando empezaron la disputa del juego crucial ante los Atléticos de Oakland, para ganar el comodín, incluyendo tres victorias en choques con episodios extras, y 11 en total, si se le suman los tres triunfos consecutivos en la Serie Mundial de 1985, cuando se sacudieron para remontar una final adversa de una victoria contra tres reveses, frente a los siempre difíciles Cardenales de San Luis, hay que concluir indiscutiblemente que esta novena que orienta Ned Yost tiene voraz apetito para cargar con el título de Otoño.
Con una excelente combinación de jugadores que juegan un béisbol basado en la malicia, el toque de bola, el robo de base y el soporte de un grupo de lanzadores tanto abridores como relevistas, que han ofrecido verdaderos clásico en el juego, los Reales tienen, a nuestro humilde modo de ver, una ligerísima ventaja frente a los Gigantes de San Francisco, más que todo, porque los dos primeros juegos se harán en su parque de pelota.
Esa ventaja del ganador del comodín de la Liga Americana, se da por el cumplimiento de la norma de que el circuito que gane el Juego de Estrellas, tiene la sede de los dos primeros partidos de la Serie Mundial.
Yost no va a inventar nada distinto que dejar seguir jugando a sus muchachos como lo han hecho hasta el momento. James Shields abrirá el primer juego. El dominicano Yordano Ventura, lo hará en el segundo. Jeremy Guthrie, en el tercero; y el estadounidense de descendencia mexicana, Jason Vargas, lo hará en el cuarto, a menos que se llegue a presentar una consideración especial por parte de Ned, quien podría cambiar el orden, llevando a Vargas al tercer compromiso y dejando a Guthrie al cuarto.
Pero lo que nadie puede poner en duda, es el uno, dos, tres, en el capitulo del cierre de los partidos, con el dominicano Kelvin Herrera, y Wade Davis y Greg Holland, este último como cerrador oficial, y de acuerdo con las necesidades, en los intermedios de los episodios, tendrá a su disposición al derecho Jason Frasor, y a los zurdos Brandon Finnegan, Tim Collins y Danny Duffy.
Cara o sello
Vistas las cosas desde el punto de vista deportivo y por las actuaciones de los dos clubes en la sensacional final de la campaña del béisbol de las Grandes Ligas, se trata de una Serie Mundial de cara o sello. Es decir, cualquiera de los dos que conquiste el título del Clásico de Otoño, será de buen recibo.
Si bien es cierto que los Reales en la temporada regular superaron a los Gigantes en nueve de doce partidos, incluyendo una serie de tres victorias consecutivas en el pasado mes de agosto, la verdad es que la novena de San Francisco ha mostrado en sus últimas salidas al campo de juego, que cuenta con una plantilla de peloteros que se combinan de tal manera, que no se dejan conocer las falencias que puedan tener a la hora de ejecutar la jugada necesaria o despachar el indiscutible que produzca la victoria, o por qué no, el cuadrangular que decida el compromiso.
Ninguno de los dos equipos llegó a los 90 triunfos en la temporada regular, pues los Reales cosecharon 89 contra 73 derrotas, y los Gigantes acumularon 88 frente a 74 reveses; los Reales fueron cuartos a la ofensiva, con 263 puntos, mientras que los Gigantes ocuparon la décima casilla con 255; los Gigantes produjeron 636 carreras, mientras que los Reales compilaron 604; los Gigantes despacharon 132 tablazos de cuatro esquinas, contra apenas 95 de los Reales; pero los Reales fueron líderes en bases estafadas con 153, contra la raquítica cifra de 56 de los Gigantes.
La diferencia en carreras limpias entre los dos clubes, por parte de sus lanzadores, es mínima: Gigantes 3.50 ante 3.51 de los Reales. Frente a los bateadores rivales, las dos novenas tuvieron exactamente el mismo guarismo: 241 puntos como consecuencia de los imparables permitidos. En las estadísticas de los cuadrangulares aceptados, los Gigantes permitieron 133 y los Reales 128. Los Gigantes propinaron 1.211 ponches y los Reales 1.168. Pero Kansas otorgó 440 pasaportes gratis contra 389 de los Gigantes.
Hasta en los numeritos más importantes, los dos equipos están prácticamente igualados.
Por eso sostenemos, y como nosotros, muchos otros colegas, que esta es la Serie Mundial del cara o sello, y escoja usted, amigo lector, a la novena que sea de su gusto para conquistar el título del Clásico de Otoño.