No es fácil el momento que está pasando Colombia y tampoco lo serán los próximos años, por poderosas razones, entre ellas la histeria que esta desarrollando el presidente Santos, casi similar a la del ex-presidente Uribe.
La primera, la crisis de la justicia. Desde mucho tiempo atrás sabemos que la justicia de nuestro país es corrupta. Negar esto es negar la realidad y si negamos la realidad negamos las soluciones. Un país se desarrolla a partir de la justicia aplicada a la lógica, pero si los jueces son corruptos, la lógica se tuerce y un país sin justicia no es capaz de exorcizar sus fantasmas. Y lo peor, nos toca empezar por hacer una cirugía de corazón abierto a nuestra justicia, pues los corruptos se apropiaron de las leyes para favorecerse. El caso Pretelt, lo hemos dicho, -incluso en twitter-, no es un caso aislado, es un caso lo suficientemente escandaloso para que todos los demás corruptos se escuden tras él y se desinfecten las manos vendiéndole a la opinión pública la salida de este magistrado como la gran solución para ellos seguir montados en el mismo caballo.
La Segunda, la paz con las Farc, como se dijo en el Simposio Colombia, es solamente una mínima parte del problema, pues la verdadera paz no se hace a partir de la firma de un tratado con las Farc que son, entre otras cosas, los mayores asesinas de campesinos en la historia del país. Se hace a partir de cerrar las desigualdades que sufren millones de colombianos, entre ellos jóvenes sin oportunidad de labrarse un futuro. Se hace a partir de brindarles soluciones a problemas sociales de profundo arraigo, y si el Gobierno Nacional no puede responder con hechos contundentes a estas expectativas, y solamente da soluciones mediáticas, los problemas se escalonaran a niveles más amplios y serán más difíciles de solucionar.
La tercera, la corrupción campea en todos los niveles y no hay un mecanismo para enfrentarla, y como dijo un expresidente: “Reducirla a sus justas proporciones” y razón tenía: transparencia y honestidad total nunca existirán. El hecho es que el Gobierno teme enfrentarla. Quien intenta combatirla es una oficina que tiene nómina pero no dientes y que produce lastima en el público y risa entre los corruptos porque nunca estará a la altura de la astucia, ni del poder de ellos, que ya es muy grande. Y de la corrupción nadie podrá defendernos al menos por ahora cuando los más corruptos son los jueces.
Pero el problema más inmediato que tiene el país y el proceso de paz que se avecina, es que el presidente Santos piense que la paz es un negocio privado entre él y la cúpula de un grupo narco-guerrillero y que cualquier oposición que se haga al mismo, incluida la del Procurador que es el finalmente, -y para bien o para mal-, el representante del los ciudadanos es indebida. En esto, el Jefe de Estado, esta cayendo en lo mismo que se le ha criticado al expresidente Uribe, en una histeria de alto blindaje.
Si se hace un buen proceso de paz y se mete mano en los problemas mencionados, quizá en 5 años podamos decir que Colombia dio un paso adelante en ese inmenso camino que debe corregir.