El 31 de julio de 1789, el virreyJosé de Ezpeleta recibió, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, el bastón de mando de manos de Francisco Gil Lemos. Ezpeleta como la mayoría de los mandatarios que tuvo elNuevo Reino de Granada, también era militar de carrera, pues desde muy joven había ingresado en las milicias, y en el momento de llegar a Santa Fe ostentaba los más altos rangos de las armas.
Se le consideró como un personaje campechano y amigo del progreso. Durante su administración realizó numerosas obras como por ejemplo: fundó el hospicio para pobres, creó una junta de policía y construyó el puente del Común, ubicado 22 kilómetros al norte deSanta Fe, donde actualmente tiene su sede la Universidad de La Sabana.
El arriero era una mujer
Según referencias del historiador Manuel José Forero, el 9 de julio de 1807 se descubrió en la cárcel grande de la capital neogranadina que el arriero que había abofeteado al alcalde de la población cundinamarquesa La Palma, era una mujer. Dicho personaje, de quien no se conoce su nombre, había vestido por más de 30 años el traje masculino y desempeñado funciones de arriero por los campos de Cundinamarca.
Se construye el canal del Dique
El 24 de junio de 1650, el ingeniero encargado de la obra le comunicó al gobernador de Cartagena,Pedro Zapata de Mendoza, que las obras del canal delDique habían terminado. Y el 25 de agosto siguiente fue inaugurado con una fastuosa ceremonia.
El canal fue construido para unir el río Magdalena con el Océano Atlántico por la Bahía de Cartagena.
Primer catedrático de lengua chibcha
En cumplimiento de la real cédula del 23 de septiembre de 1580, la Audiencia nombró al presbiterio Gonzalo Bermúdez catedrático de la lengua chibcha, el 5 de marzo de 1582. El mencionado educador tomó posesión de su cargo al día siguiente e inmediatamente dio inicio a las clases en la catedral. Después, varios de los centros que se fundaron incluyeron el estudio de las lenguas de nuestros nativos.
Se ordena el desagüe de la laguna de Guatavita
Pasados muchos años de búsqueda, en los españoles venidos a nuestros territorios, así como en las autoridades reales, no se apagaba esa sed de oro. La evidencia de ello lo demuestra la orden expedida por el rey Felipe II el 21 de agosto de 1574.
A oídos del monarca español había llegado la historia de los ceremoniales que nuestros aborígenes chibchas realizaban en la laguna de Guatavita. Fracasada la expedición de Jiménez de Quesada, las esperanzas de encontrar El Dorado no se perdían. Y uno de los sitios donde se podía localizar el ansiado tesoro era aquel sagrado lugar precolombino. Para rescatarlo, entonces, el mandatario ordenó su desagüe. Las obras se iniciaron pero la naturaleza impidió sacar del fondo de sus aguas el oro de los muiscas.