Por: Gustavo Castro caycedo
En 2016 nació un antes y un después para Colombia, el comienzo del fin de la guerra con las FARC. El gran respaldo de la comunidad internacional y de las Fuerzas Militares colombianas, y el perdón de un gran sector de las familias de las víctimas son garantía para votar por el Sí en el Plebiscito por la paz.
Más de 100.000 tumbas en cementerios, miles de fosas comunes regadas por todo el país, y 8’349.488 víctimas de la guerra desde de enero de 1986, (según el Registro Unico de Víctimas, RUV), representan horror y llanto para Colombia.
Soy de una generación que ha vivido siempre al país en guerra, su recuerdo es una pesadilla. En mi pueblo fui testigo de ella desde cuando yo tenía ocho años. Desde entonces soñé con esta paz que ya llegó.
Como periodista, durante 50 años he sido testigo cercano de la guerra y de sus atrocidades; de la violencia irracional y perversa que ha hecho pagar a gente inocente con su tragedia, culpas por lo que no cometieron; a niños, mujeres y ancianos acorralados. A seres humanos obligados a huir; a militares emboscados y rematados con tiros de gracia; a cerebros fugados que amenazados huyeron con dolor de patria. Y para que eso no vuelva nunca, votaré Sí a los acuerdos de paz. O acaso ¿Será mejor truncarlos con el costo de miles de víctimas más?
El proceso de paz iniciado el 17 octubre de 2012, en Oslo, que dichosamente mutó en una paz, lo reconoce y lo celebra el mundo, lo cual es una inmensa garantía para el Sí. El documento expedido el 10 de mayo de 2016 por los embajadores de los países miembros de la Unión Europea en Colombia, al celebrar el nacimiento de la paz tras la Segunda Guerra Mundial, es contundente.
En su categórica declaración ellos, dijeron: “La noticia de la paz en Colombia será una de las más importantes de este siglo en el mundo; el anhelo de los colombianos cuenta con el respaldo de la Comunidad Internacional. El espíritu de la paz nos compromete con la de Colombia. Como Unión. y por supuesto como Europa, queremos estar y acompañar a los colombianos en este momento histórico”.
¿Será que todos ellos están equivocados?
Nunca un proceso de reconciliación recibió tanto apoyo como este: el mundo entero tomó como causa suya la paz de Colombia. La han respaldado los jefes de Estado de todo el orbe, El papa, muchos ex – presidentes del mundo, varios premios Nobel, reyes, e infinidad de los personalidades y las instituciones más importantes del mundo. Noruega y Cuba como garantes y, Chile y Venezuela, como acompañantes del proceso. Y vendrán a la firma de la paz en Cartagena: 20 presidentes y jefes de Estado, cerca de 1000 delegaciones y más de 600 periodistas internacionales; muchos líderes mundiales y ex presidentes; La ONU, y su Secretario General; el Representante de la Unión Europea para asuntos Exteriores; la OEA, la CEPAL, y la CELAC, (toda América); el Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry, representando a su país y al presidente Obama; el Secretario del Estado Vaticano; el Gurú indio Ravi Shaukak; los presidentes del Banco Mundial, el BID y el FMI, y muchas personalidades más. Con su presencia es como si de manera simbólica pero sincera, vinieran a votar: Sí ¿Será que todos ellos están equivocados?
El 22 de febrero, Günter Kniess, embajador de Alemania aquí, dijo: “La experiencia alemana después de la II Guerra Mundial podría servir para el contexto colombiano. Si se perdonaron tantos crímenes, ¿por qué no en Colombia?”.
Los fondos internacionales para apoyar el posconflicto suman hasta hoy más de 3.000 millones de dólares aportados por Estados Unidos, Alemania, El Fondo creado por la ONU, la Unión Europea, España, el Reino Unido y El BID, etc.
El 25 de enero de 2016, el Consejo de Seguridad de la ONU, dio a Colombia en tiempo récord un histórico apoyo. “En más de 70 años, solo 13 resoluciones habían sido respaldadas unánimemente por sus 15 miembros”. Estos decidieron ser garantes de la paz colombiana, y crear una Misión Especial para verificar el cese bilateral de hostilidades. Son miembros permanente del Consejo: China, Francia, la Federación Rusa, el Reino Unido y los Estados Unidos, y permanentes otros 10 países. Y los 33 gobiernos de la CELAC, (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), se sumaron en Quito como garantes del cese al fuego. ¿Cómo puede pensar alguien que pactado un mecanismo de monitoreo y verificación internacional en el que están comprometidas la ONU, y la CELAC, y vigilantes los ojos del mundo, el proceso de paz sea un engaño?
A los periodistas, sin renunciar a los valores de la libertad y la independencia, nos corresponde en este momento histórico rechazar o renunciar al amarillismo, y ayudar a que el conflicto armado que quedó atrás, permanezca en el debate político democrático. El país precisa de periodistas que que incorporen a las noticias lo que exalta a la paz y no hagan justicia mediática, ni lo que la envilece.
Encuentro oportuno el poema de Federico Mayor Zaragoza, (ex – Director General de la Unesco), titulado: “Se fueron los últimos soldados”, que dice:
Se fueron los últimos soldados
y estalló la paz en vuestra vida,
sin reporteros que filmen
cómo se vive y muere cada día.
Ya no saldréis en las pantallas
para aguar las fiestas y el vino
de los ricos.
Ya no moriréis de bala y fuego.
de olvido volveréis a moriros,
como siempre.
Al menos la mitad de las noticias,
tendrán que referirse a la vida ordinaria.
Los militares y policías, otra garantía para el Sí
La participación de los militares, (activos y retirados), en los Acuerdos de paz, sentó otra garantía para el Sí. En Cuba los ex generales Oscar Naranjo, y Jorge Mora Rangel, del equipo negociador, y unos 15 miembros activos de la Fuerzas Militares, liderados por el general Javier Alberto Flórez Aristizábal, se sentaron con los guerrilleros y acordaron la desmovilización, la entrega de las armas, y la paz. Tres generales más, lo mismo que varios altos oficiales de las FF.MM. y de Policía, y expertos, integraron un equipo técnico que con reglas claras dialogó y debatió con los delegados de la guerrilla, sobre la mejor forma de finalizar la guerra; y trabajaron alternamente a la Mesa de negociación del gobierno..
Dada la complejidad del proceso, varios hechos generaron inevitables tensiones. Durante la negociación Pero el diálogo, el debate, y la paz se impusieron; comenzando por el desminado compartido entre miembros de las FARC y las FF.MM. Pero incomprensiblemente, a pesar de que la participación de los militares en la negociación fue la mejor garantía, algunos consideraron, “inconstitucional que militares de alto rango fueran a Cuba a reunirse con delegados de las FARC”.
Varios falsos rumores y falacias afectaron el proceso de paz, sembrando pesimismo y odio entre los colombianos. Uno de ellos hizo que los generales Naranjo y Mora refutaran: “No es cierto que se discutan cambios estructurales, o se vaya a disminuir a las FF. MM.”. Los oficiales al mando del general Flórez, desmintieron otras falsedades, y demandaron “tolerancia con el proceso de paz”. Ahora, una congresista locuaz, cabal solo el apellido, dijo:” Los generales son unos vendidos”. Injusto tratamiento a ellos que han puesto miles de muertos, y a quienes más que a los políticos, se debe la paz.
El General Alberto José Mejía Ferrero, comandante del Ejército, fue preguntado el 11 de septiembre pasado por el diario El Tiempo: ¿Qué responder a quienes dicen que se vendió al Ejército en la mesa de negociaciones de La Habana?
El respondió: “En primera medida, somos un Ejército democrático, entonces se tiene uno que aguantar que haya una parte de la sociedad que no entienda, que critique y que esté en contra de este tipo de procesos. Yo entiendo, pero es muy triste que la inmensa mayoría de los que critican, o de los que unas pocas veces insultan, no están informados. Podemos decir sin ruborizarnos que no hay en los acuerdos un párrafo, una frase, una palabra o una sílaba que toque a los soldados de Colombia. Por eso estamos tranquilos y por eso, cuando hablan sin saber, a veces da risa y a veces tristeza”.
¿Qué sentimiento hay entre los militares que estuvieron en La Habana con las FARC?
“Estos generales que estuvieron en la subcomisión técnica, fueron preparados para este proceso, recibieron entrenamiento, instrucción de profesores muy connotados en esta materia, y –en su mente– llegaron a la mesa de negociaciones con la camiseta del Ejército por debajo y encima la camiseta de la Selección Colombia. Eso les dio fortaleza para sentarse allí y enfrentarlos. Pero, por supuesto, al ser ellos nuestros enemigos, el sentimiento es muy difícil; negar que el alma se aprieta y el corazón se arruga, sería mentir. Estos militares han hecho una labor extraordinaria, nos sentimos muy orgullosos de ellos y el Ejército y el país les tienen que reconocer algún día su grandeza por estar allí”.
Las guerras solo terminan con el diálogo y el perdón, enmendando sus causas, no con retaliaciones. “Es más fácil comenzar una guerra que terminarla”, escribió García Márquez. Sentarse a negociar la paz es algo muy complejo, y el gobierno y las FARC lo hicieron.
Los diálogos generaron pesimismo tempranamente, “porque el acuerdo no se firmó rápido”. Se olvidó que Bosnia-Herzegovina, Suráfrica, Nepal, Irlanda del Norte, El Salvador, Filipinas, Sierra Leona, Kenia, El Congo, Birmania, y España con la ETA, duró mucho tiempo negociando. En Angola, 12 años; en Irlanda, 8; en Sudán del Sur, 7; y en Guatemala 6 años, después de 26 de guerra civil. Era preferible esa demora razonable, que tomar decisiones aceleradas.
El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, (CERAC), reconocido por Colciencias, se inició en 2002 en la Universidad de Londres-Royal Holloway College. Desde el 20 de enero de 2016, aquel informó: “Este semestre es el de menor intensidad del conflicto armado con las FARC en 51 años, se detuvo totalmente. El nivel de víctimas fue el menor registrado desde febrero de 1974; hubo cumplimiento total de los compromisos; no se registraron acciones ofensivas de las FARC, ni operaciones militares en su contra”. Y este mes lo ratificó.
Hasta el 22 de febrero de 2016, el CERAC había contabilizado en relación con las FARC: 1.086 días sin tomas guerrilleras. Anoto que hay que agregar 184 días más, a esta y a todas las cifras siguientes: 433 días sin retenes ilegales; 214 sin ataques a oleoductos; 236 sin emboscadas, salvo tres soldados muertos en Caquetá, víctimas de francotiradores. 87 días sin secuestros, (desde el 25 de noviembre de 2015). El 23 de marzo, (el CERAC), informó: “Las medidas bilaterales de des-escalamiento han logrado la completa reducción del conflicto en los últimos ocho meses”, (a febrero), y año y dos meses hasta hoy. Semana dijo: “Desde 1984, los secuestrados pasaron de 21.000 el desplazamiento forzoso afectó a 5,4 millones de colombianos; hubo 55.000 víctimas de actos terroristas, y más de 100.000 homicidios conocidos, y se calcula el total en 300.000. El Centro de Memoria Histórica habla de 25.007 desaparecidos”; y El Espectador, de 10.756 NN enterrados en cementerios, de julio del 70 a julio del 2014.
El costo de la paz es infinitamente menor que el de la guerra. El Tiempo, informó que, “en 60 años Colombia ha gastado 411 billones de pesos en la ella; 7,6 billones por año, o 22.000 millones día. El costo total de la Jurisdicción de Paz en 10 años, incluyendo el paga a guerrilleros en reinsertados, y el costo de seguridad y el apoyo financiero al partido de las Farc, todo eso equivale solo al de un mes de guerra”.
Marisol Gómez Giraldo, escribió en El Tiempo, el 31 de marzo pasado: “En la práctica, la guerra con las FARC terminó hace ocho meses, (hoy, hace un año y un mes), cuando la guerrilla declaró un cese unilateral del fuego y de hostilidades y el Gobierno respondió con la suspensión de bombardeos a campamentos insurgentes”. Sin esas treguas hubiera continuado el horror y la tragedia.
Las víctimas otra garantía para el Sí
No obstante su inmenso dolor, muchos familiares nobles y generosos han perdonado a quienes mataron a sus seres queridos, y han dicho: “Sí a la paz”. En La Habana, y en varios sitios de Colombia las víctimas han sido reconocidas por las FARC, y han pedido perdón. Entre los casos más notables, generosos y aleccionadores de quienes han perdonado, están: el de la Familia Turbay Quintero, por la muerte de Diana Turbay; el de Yolanda Pinto, por el asesinato de su esposo y el de Sofía Gaviria, por el crimen de su hermano; el del ministro Juan Fernando Cristo, por el homicidio de su padre; el del ex presidente César Gaviria, por la muerte de su hermana. Entre los familiares de los diputados de Valle asesinados, Ángela María Giraldo perdonó la muerte de su hermano; a Fabiola Perdomo, le mataron a su esposo, y al joven Sebastián Arismendi, a su padre; este, dijo: ”Decidí perdonar para poder ser feliz”. El padre del Presidente del Congreso Mauricio Lizcano, fue secuestrado, y él dijo: “Quienes hemos conocido la violencia, sabemos el valor de la paz”. Iván Márquez pidió perdón a Constanza Turbay Cote, por la muerte de su madre y tres hermanos, ella perdonó diciendo: “Escogí no cargar un costal de odios”. “Pastor Alape”, pidió perdón en Bojayá por la masacre cometida por las FARC. Los secuestrados Alan Jara, Sigifredo López, Ingrid Betancur, Clara Rojas, y muchas otras víctimas más, también han absuelto a los guerrilleros, su magnánimo gesto es otra garantía para el Sí.
Ellos, víctimas, perdonaron; por fortuna eso permite la paz con las FARC. El fratricidio cesó, pasamos de la guerra a la esperanza; los menores salieron ya de esa guerrilla tras centenares de miles de vidas perdidas inútilmente durante 52 años de irracionalidad. Pero no basta con que los violentos dejen las armas, es imprescindible que todos los políticos y los ciudadanos entren a la convivencia, que dejen la intolerancia y la sed de venganza que solo cultiva violencia.
Será vital que el Estado haga presencia en las regiones abandonadas; que mejore sus condiciones sociales, y genere allí una democracia con justicia social. Que monte hospitales, escuelas, planes de vivienda rural, y que algunos políticos cambien y asuman el posconflicto responsablemente, con honestidad.
Firmada la paz llegarán nuevos retos, como el de las alianzas de violentos financiados por el narcotráfico y la minería ilícita, Grupos Armados Organizados, (GAO), en alianzas criminales de las Bacrim, paramilitares, guerrilleros no desmovilizados, delincuencia común y del microtráfico, y ex-uniformados violentos que querrán copar espacios dejados por los reinsertados. Para contrarrestar su amenaza, se necesitan unas Fuerzas Miliares y de Policía organizadas, fuertes y eficientes. Alientan las palabras del General Mejía Ferrero: “Veo un ejército preparado para la consolidación de la paz”.
Ante el trágico balance del horror dejado por la guerra, comulgamos con estos versos del poeta colombiano de la paz, Jorge Robledo Ortiz:
“La patria que buscamos es una patria entera,
sin miembros mutilados por golpes de pasión.
Una patria que anhela ver justicia en su tierra,
que cambie por mazorcas las palabras de guerra
y le enseñe a la vida vendajes de perdón”.
Debo agregar, de corazón: !Sí… Bienvenida la paz!