A diferencia del 6 de enero de 1959, precisamente el día de la celebración de Reyes Magos, fecha en que una inmensa caravana hacia su entrada triunfal encabezada por Fidel Castro, luego de la derrota a Fulgencio Batista, quien había estado en el poder durante siete años, ahora las cosas por supuesto son totalmente diferentes, si se tiene claro que aún las expectativas no solo de los cubanos, sino del resto del mundo que tiene puesto sus ojos en la isla, son de incertidumbre sobre su futuro.
Como hecho curioso, al borde de la carretera Central en las afueras de un pequeño de la antigua provincia de Las Villas, en la mañana de ese 6 de enero, la señora Isabel Castañón, les dijo a sus hijos que la acompañaban a ver la entrada triunfal de esos rebeldes con barbas, lo siguiente: “Estos son los Reyes Magos y este año nos han traído como regalo la libertad”.
Esos “Reyes Magos” habían derrotado a un ejército que defendía una dictadura. Una maquinaria militar al servicio de un oficial que entró, en marzo de 1952, pistola en mano como un gángster en un cuartel y derrocó a un Gobierno elegido por el voto popular en las últimas elecciones libres celebradas hace 57 años.
Fulgencio Batista, un mulato blanconazo, según la sensibilidad criolla, antiguo sargento taquígrafo del ejército, gobernó siete años con una comparsa de amigos que ascendió a golpe de insignias de hojalata. Su filosofía era la misma estirpe de la que prosperaba en aquella época en región. Estos dos nombres iluminan sus mundos interiores: Anatasio Somoza y Rafael Leonidas Trujillo.
Dos días después, el 8 de enero, en el Malecón de La Habana, el país entero vio a esa tropa, con sus trajes verde oliva y sus gorras y sombreros sobrenaturales, con aires de jóvenes invencibles, que habían bajado de Sierra Maestra, donde habían luchado, a caballo, en carros militares, en los tanques arrebatados al ejército constitucional, en camiones de altos barandales, asumir el poder, tomar los palacios y las fortalezas, quitar los cerrojos de las cárceles, recibir a centenares de exiliados políticos, promover reencuentros familiares y organizar un discurso único que daba carta blanca a la materia de los sueños.
Se dice que más del 95% de la población apoyaba en esos momentos a los nuevos líderes. Hubo como un brote de patriotismo sincero, un rescate del amor a los símbolos y al país. Un afán por aparecer en algún sitio de la lucha contra Batista y su régimen que, en veinticuatro horas, era el pasado, el mal, la pesadilla, todo el fango de la República.
Lo cierto es que la llegada triunfal de la guerrilla liderada por Fidel Castro en enero de 1959, puso en marcha un proceso de cambios en Cuba, que ha tenido distintas interpretaciones y lecturas, considerándose hasta ahora como el ayer y el hoy de los cubanos. También, la pregunta es si después de estos 50 años todo es una frustración; ¿qué ha pasado con todas esas expectativas?
Según Carlos Malamud, catedrático, historiador y escritor español de numerosos artículos sobre América Latina, al cabo de ese tiempo muchas de esas expectativas terminaron frustradas. “Cincuenta años después de aquella gesta– lo dice en la revista La aventura de la Historia- muchos se preguntan si valió la pena, si es posible que en una revolución que proclama la construcción del ser humano nuevo se cimiente sobre el cacique o caudillo, una de las figuras más antiguas de la humanidad. Si comparamos las imágenes de cincuenta años atrás, donde se ve a un apolíneo Fidel Castro encabezando la columna militar que entraba triunfante en la capital, con las actuales, el resultado es desolador”.
El Fidel Castro de hoy, definitivamente no es ése “Rey Mago” del seis de enero de 1959. O mejor dicho, sí es el “Rey Mago” de la revolución cubana del nuevo Milenio, demacrado y débil, que se muestra como un anciano venerable, de 82 años, que lucha con sus fuerzas humanas y sobrehumanas para seguir aferrado al poder, a través de su hermano Raúl. “Se trata, sin duda, del mejor reclamo del fracaso de la Revolución”, afirma Malamud.
Pese a su enfermedad, a su edad y a sus fracasos, Castro sigue prendido como una lapa al tablero de mando de Cuba. Su presencia, aunque sea en segundo plano, es la prueba de que sigue ejerciendo un poder omnipotente, omnímodo y omnisciente, pese a que formalmente este se traspasó a su hermano Raúl. Se dice que en estas cinco décadas el régimen castrista fue incapaz de crear los mecanismos y las instituciones capaces de regenerar y reproducir la revolución, o de permitir la emergencia de nuevos (y jóvenes) liderazgos, ni de que el pueblo se expresara por sus medios en lugar de someterse a la intermediación del aparato castrista.
El ayer y el hoy y las expectativas futuras
Desde la llegada al poder de Castro hace 50 años, Cuba ha vivido un proceso de cambios que han dado a diferentes interpretaciones y lecturas hasta los actuales tiempos, en materia de población, salud, educación, azúcar, electrodomésticos, teléfonos, coches, vivienda, turismo, presos políticos, etc. Veamos lo que dicen las cifras:
Población
Según el último censo de Cuba en época de Batista en 1953, la cifra arrojaba 6.630.000 habitantes, con un 43% de población rural. En 2007, Cuba tenía una población de 11.236.790 habitantes, con sólo un 24% de población rural.
Sanidad (Salud)
En 1959 había un médico por cada 1.000 personas y un dentista por cada 3.000, pero más de la mitad estaba en La Habana. Muchos de los 6.286 médicos emigraron después de la revolución. En 1990 había casi 35.000 médicos. En los primeros años de la Revolución, la Salud (o Sanidad) empeoró. En 1959, la tasa de mortalidad infantil era de 35 mil y diez años después era de 47 por mil. No obstante, en estos años se hizo un gran esfuerzo, y se dobló el número de hospitales y en 1981, la mortalidad infantil se redujo a 18,5. En la actualidad es de 5 por mil.
Enseñanza (Educación)
En 1953, había 20.000 maestros y casi un millón de analfabetos, el 23% de la población adulta. El 80% de ellos vivía en el campo. El de 1961 fue bautizado como el Año de la Educación y los esfuerzos se centraron en erradicar el analfabetismo. Un total de 200.000 personas participaron en el programa de alfabetización que afectó a unas 700.000 personas. El analfabetismo quedó reducido al 4%.
Azúcar
En 1959, la caña de azúcar ocupaba el 83,6% de la superficie cultivada en la isla; el café, el 10, 1%; el tabaco, el 4,3%. En esa fecha, el 50% de los operarios agrícolas trabajaba en zonas azucareras. Los 471.000 obreros de ese sector mantenían a unos dos millones de personas. Entre 2000 y 2004, se reestructuró el sector azucarero y se redujeron las centrales de 156 a 61; se eliminaron 100.000 puestos de trabajo y la superficie cultivada se redujo de 2.000.000 de hectáreas a 750.000.
Electrodomésticos, teléfonos, carros…
En los años cincuenta , Cuba tenía más televisores por cabeza que Italia; más teléfonos por habitante que cualquier otro país latinoamericano (excepto Argentina), más radios (excepto Uruguay) y más coches (excepto Venezuela). En 1954, La Habana fue la ciudad del mundo donde se compraron más Cadillacs. Esa estadística se debe a que Cuba es el país latinoamericano más cercano a Estados Unidos, aparte de México, y los costos de transporte eran pequeños. En 2008, Cuba recibió un nuevo cargamento de 2.500 vehículos pesados (camiones, camionetas, remolques y autobuses ) comprados a China para destinarlos a diversas áreas económicas.
Vivienda
En 1950, se construían unas 27.000 viviendas por año. En los primeros años de los sesenta, unas 17.000. De 1976 a 1980, 16.000 de promedio y, en 2007, se edificaron 52.6000.
Turismo
En 1947, Cuba recibió unos 160.000 turistas. En 1957, unos 350.000, en gran parte estadounidenses. El sector ha recibido mucha atención del gobierno hasta el punto de multiplicar por diez esa cantidad; en 2007, la Isla recibió 3.430.000 turistas.
Presos políticos
A mediados de los años sesenta había unos 20.000. A mediados de los setenta, aún quedaban unos 4.000. En 1980 unos 1.000 y en marzo de 2008, según Amnistía Internacional, había 58, aunque otras fuentes los cifran en 200. Las cifras de exiliados varían entre dos y tres millones, según las fuentes.
El partido comunista
En 1965 tenía 15.000 afiliados. En 1970, más de 100.000 y en 1980, más de la cuarta parte de los mayores de 25 años pertenecían a él.