Por: Gabriel Ortiz
Ardieron las antorchas de las más baratas y explosivas demagogias, ante el golpe inmisericorde que el dictador Maduro aplica a nuestros compatriotas, a los que expulsa a diario de Venezuela.
Lástima grande que algunos expresidentes y dirigentes políticos, hayan querido capitalizar en su provecho la desgracia de nuestros nacionales, hoy mancillados por el sátrapa, villano y déspota que dilapida y se apodera de la riqueza de nuestros vecinos. Es él, con su “llave” Diosdado y el cartel de los soles, quienes manejan el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos y Europa, el contrabando y el mercado negro.
Maduro, con los demagogos de allá, quieren cobrar a los colombianos sus fracasos y las diferencias y agravios entre Chávez y nuestro anterior gobernante. Primero eliminaron las exportaciones y trampearon los pagos a los exportadores. La furia del déspota ha aumentado, ante el buen recibo que hemos dado a los venezolanos que han escapado a su persecución.
Ahora divide familias, expropia pequeños enseres y viviendas a las que marca como los nazis de la Alemania de Hitler. Humilla e irrespeta su dignidad y los expulsa. Aquí, por fortuna, el gobierno y el país los reciben con los brazos abiertos, los auxilia, les ofrece empleo, subsidio de vivienda, alimentos, escuelas y programas de emprendimiento, para aquellos que quieran establecer empresas.
El villano Maduro, los acusa de paramilitares, como lo ha hecho con el senador Uribe, a quien le ha faltado al respeto.
Se violan los derechos humanos, se atropella, se macilla a gentes humildes, a las que Santos ha ofrecido todo el respaldo, mientras un exmandatario demagógicamente frente a las cámaras de TV ofrece, a unos deportados, cuatro papas y dos cebollas en un supermercado de Cúcuta, para minimizar el acompañamiento del gobierno y buscar votos para octubre.
Otros exmandatarios y dirigentes, pescando en rio revuelto, no miden sus palabras, que por fortuna rectifican, y terminan dando la razón a Maduro o castigando nuestros compatriotas expulsados o al gobierno que los acoge.
Pero hay una voz ejemplar: la del expresidente Gaviria, que le abre los ojos a estos demagogos y al país entero, pidiendo una unidad que impida la guerra que, para ganar unas elecciones y perpetuarse en el poder busca Venezuela.
BLANCO: La advertencia de la Canciller a la Venezolana sobre nuestra libertad de prensa. ¡Inmodificable!
NEGRO: El dólar para arriba y aquí no se hace nada.
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