¡De pronósticos y otras cosas!

Por: Antonio Andraus Burgos

Cuán difícil es en el béisbol hacer pronósticos: una cosa es lo que se puede analizar sobre el papel, y otra muy diferente, lo que ciertamente sucede sobre los diamantes. Los grandes derrotados y los pocos aciertos de la temporada.

Nunca nos cansaremos de decir que el béisbol es tan raro y difícil de pronosticar, que todo lo que se exprese sobre cada equipo, sobre cada juego, sobre cada temporada, es el albur más riesgoso al que uno se puede exponer. Porque el béisbol siempre se sale con las suyas.

Y este año 2015, que está próximo a llegar a su final, no es la excepción. Lo decimos con toda sinceridad y respeto hacia el juego. No acertamos en casi nada de lo que habíamos pronosticado antes de que se jugara el primer partido de la campaña del béisbol de las Grandes Ligas, conjeturas que hicimos sobre la base de lo que cada novena ofrecía sobre el papel, y no sobre los resultados en el terreno de juego, que finalmente se presentaron.

Pero no nos arrepentimos de nada. Por el contrario, consideramos que esas propuestas de principios de año sobre las posibilidades de cada uno de los equipos en sus respectivas ligas, nos permiten, al concluir la jornada, saber que definitivamente el béisbol no deja de dar sorpresas y que por lo regular, nos hace quedar mal, y sin fórmula de juicio, como casi siempre ocurre.

Nadie sensato podría pensar de manera diferente, cuando seleccionamos a los Nacionales de Washington como uno de los clubes favoritos para disputar, por lo menos, el título de la Liga Nacional, dada la nómina de los integrantes y la capacidad de juego de su cuerpo de lanzadores, especialmente de su rotación abridora, con el sensacional refuerzo que adquirieron desde el comienzo, como lo fue Max Scherzer.

Cosa similar nos ofrecía la divisa de los Orioles de Baltimore en la Liga Americana, que perdió en la temporada de receso a su bateador designado, el dominicano Nelson Cruz, y en ambos casos, nuestras opiniones se dieron cuando se cerraron las puertas de los campos de entrenamientos. Empero, ninguno de los dos equipos clasificó siquiera para la ronda de la postemporada en sus respectivos circuitos, por lo que todo lo que obtuvieron a su favor otorgado por los expertos, quedó hecho trizas con sus actuaciones sobre los diamantes.

En otro idioma

Es que una cosa es analizar sobre el papel y con base en la calidad y talento de sus integrantes, y otra totalmente diferente, son los resultados que arrojan los partidos y la actuación de los clubes sobre el terreno de juego, amén de las lesiones y de múltiples factores que afrontan las novenas en cada campaña.

Son idiomas diferentes, no hay duda de ello. La salida de Nelson Cruz, de los Orioles, por ejemplo, no era el punto de diferencia a favor frente al resto de los participantes en el Este de la Americana; como también se podía pensar en el decisivo apoyo que le dio Max Scherzer a los Nacionales, en el Este de la Nacional, sin que finalmente la novena respondiera a la capacidad de juego que podía exhibir el equipo durante la contienda dada la calidad de sus integrantes.

De esa misma manera, se podría inferir en el caso de los Marlins de Miami, que puso la chequera de par en par para conseguir tres o cuatro peloteros fundamentales para que la divisa rindiera los frutos que nunca pudo cosechar en el Viejo Circuito, incluyendo al formidable segunda base, Dee Gordon, y al venezolano Martín Prado; como igualmente sucedió con los Marineros de Seattle en la Americana, vinculando a su nómina a jugadores de valía, sumando al ya comentado Nelson Cruz, para pensar en cosas mejores que finalmente nunca se concretaron.

Y lo que exhibió en su plantel la divisa de los Padres de San Diego en el Oeste de la Nacional, cuando obtuvo la participación de peloteros de la talla de James Shields, Craig Kimbrel, Justin Upton y Matt Kemp, para apenas citar a los más sobresalientes, arrojando resultados nada aceptables sobre los terrenos de juego frente a la nómina que tenían conformada.

Ni qué decir de los Medias Rojas de Boston cuyo plantel, a primera vista, le otorgaba méritos para competir con buenas proyecciones en el Este de la Americana, con la llegada del antesalista venezolano Pablo Sandoval, del torpedero dominicano Hanley Ramírez y del guardabosques cubano Rusney Castillo, división en donde los Azulejos de Toronto apenas se insinuaban como duros contrincantes con las debilidades normales de una novena que, gracias a sus refuerzos de mitad de temporada, con la adquisición de David Price, Ben Revere y Troy Tulowitzki, superaron todas las expectativas y disputaron la final del circuito, sumando además desde el arranque de la campaña al tercera base Josh Donaldson.

Todo en veremos

Puede asegurarse que en veremos quedaron frente a sus orientadores y aficionados varias de las representaciones de la Gran Carpa, cuando se está haciendo el balance de esta temporada, cuyas proyecciones al concluir la fase de los entrenamientos mostraban una cosa sobre el escritorio y otra muy distinta fue lo que ofrecieron en el desarrollo de la campaña.

Además de los Orioles y los Medias Rojas, en la Liga Americana los Angelinos de California, los Marineros de Seattle y los Indios de Cleveland, divisa ésta última que pudo haber ofrecido mejores resultados, quedaron en deuda con sus simpatizantes.

Lo mismo se puede decir de los Gigantes de San Francisco, los Marlins de Miami, los Padres de San Diego y, como ya dijimos, los Nacionales de Washington en la Liga Nacional, pues sobre el papel reunían condiciones envidiables para convertirse en duros rivales del resto de los equipos.

En cambio, muy buena fue la actuación de los Vigilantes de Texas, a pesar de haber tenido por fuera del plantel a varios de sus peloteros claves en casi toda la campaña; de los Astros de Houston, cuyo porvenir está apoyado y afianzado con la presencia de jugadores jóvenes con mucha calidad, como por ejemplo el Novato del Año, Carlos Correa, de Puerto Rico; y de los Yanquis de Nueva York, que en medio de tantos altibajos que tuvo el club por cuestiones de salud, y de ver languidecer a su grupo de lanzadores abridores, pudo sostenerse por tiempo prolongado en la cima de su división y, adicionalmente, disputar el comodín de la liga, frente a los Astros.

Por su parte, los Indios de Terry Francona tenían material para ofrecer mayor resistencia en la división Central de la Americana, pero las cosas no se dieron sobre el terreno de juego ofreciendo, por el momento, una proyección con talento y juventud que, es posible, empiece a dar mejores frutos en la próxima cosecha.

Los Mets de Nueva York, en la Nacional, dieron en el clavo con su profunda rotación en cinco brazos que con eficacia y velocidad, detuvieron todas las embestidas de sus rivales y se ganaron la corona del Viejo Circuito, cuando nadie los tenía entre sus planes, gracias a Matt Harvey, Jacob d´Grom, Noah Sindergaard, Bartolo Colón y Steve Matz, y a los refuerzos de mitad de campaña, con la presencia del cubano Yoenis Céspedes, del dominicano Juan Uribe y de Kelly Johnson. Y ahora, los Mets tienen seguramente para dar más de qué hablar en las tres o cuatro temporadas venideras.

Mano a mano

Todo esto para aceptar que nuestros pronósticos de comienzo de año, si es que a esa conjeturas se le pueden dar el calificativo de pronósticos, fueron aceptables en términos generales, malos en cuanto a las posibilidades que dimos para algunos equipos, y mano a mano, porque equilibramos las cargas al sumar a los clubes que finalmente llegaron a la postemporada de la jornada que ya agonizó.

Para la Liga Americana habíamos seleccionados a los Orioles de Baltimore los Azulejos de Toronto, los Reales de Kansas City, los Indios de Cleveland, los Angelinos de California y los Marineros de Seattle, como nuestros favoritos para que cinco de esos seis clubes, llegaran a la fase final del circuito.

Apenas clasificaron los Azulejos y los Reales. Los otros tres fueron, los Yanquis de Nueva York frente a los Astros de Houston, que disputaron el comodín de la liga y, finalmente, los Astros rivalizaron con los Reales; y los Vigilantes de Texas con los Azulejos de Toronto, en lo que fue la conformación de las dos series divisionales.

Y en cuanto a la Liga Nacional, escogimos a los Nacionales de Washington, los Dodgers de Los Ángeles, los Gigantes de San Francisco, los Cardenales de San Luis, los Marlins de Miami y los Cachorros de Chicago. En este circuito, por lo menos nos abonamos el haber nominado a tres de los cuatro grandes finalistas, que es mucho decir.

El juego de vida o muerte estuvo a cargo de los Piratas de Pittsburgh frente a los Cachorros de Chicago: la novena de Joe Maddon conquistó los honores de ir a la postemporada al superar a los bucaneros en el partido de vida o muerte, y más adelante, derrotaron de manera inobjetable a los Cardenales, los inmensos favoritos para ganar la corona del Viejo Circuito e ir una vez más a la Serie Mundial. Pero ciertamente no fue así.

Los Cachorros triunfaron en la serie divisional ante los sensacionales Cardenales, pero cayeron en la gran final por el título frente a los Mets, que venían de derrotar a los ‘’millonarios’’ Dodgers, novena que una vez más se quedó en la primera ronda de la postemporada.

De tal manera que el béisbol una vez más sentenció, con todas las de la ley, que los pronósticos tienen validez mientras no se desarrollen los partidos sobre los diamantes, porque una vez se presentan los resultados, éstos desbordan los pronósticos, vaticinios, cálculos, o que sé yo, y el juego del béisbol hace de las suyas.

Mientras tanto, Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo para todos ¡Y hasta la próxima temporada, amables lectores y amigos del béisbol!

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