Por : Germán Matamoros G.
Villa del Prado, es uno de los barrios más importantes del norte de Bogotá y privilegiado en su ubicación ya que está rodeado por dos importantes vías: una es la autopista que atraviesa la ciudad de norte a sur y viceversa; por otro lado está la calle 170; pero además, cuenta con el terminal de Transmilenio, conocido como el Portal del Norte, y dos grandes centros comerciales: El Éxito y Santafé.
Es precisamente en este barrio, en una de sus dos entradas, la que está sobre la autopista, frente al Portal del Norte, en donde se vive diariamente un ambiente de servicio y a la vez de supervivencia por parte de un grupo de hombres, al mejor estilo de grandes capitales del mundo como: Berlín, Barcelona, Calcuta, Tokio, Londres o Madrid, para mencionar tan solo algunas, que cuenta con una forma de transporte sencillo, económico y que cumple con algunas expectativas de servicio a la comunidad: el Bicitaxi.
Son doce seres humanos que afectados por la alta tasa de desempleo en nuestro país, un día decidieron acudir al Bicitaxi como herramienta para poder pagar un arriendo, comer y en general sostener a sus familias. Y aunque esta modalidad no es tan nueva ni mucho menos desconocida en Bogotá, como también en otras ciudades del país, -de hecho se habla de la existencia de más de 3.000 Bicitaxis- el auge de este tipo de transporte cada día cobra mayor fuerza y cobertura.
A diferencia del Rickshaw, el primer cochecito ligero milenario que era arrastrado a pie por una persona, que era de dos ruedas, abierto y se utilizaba en calles superpobladas de ciudades del tercer mundo, hoy el “moderno” Bicitaxi, consta de dos ruedas traseras laterales y una delantera, dos cojines forrados en espuma y plástico, un marco de acero y aluminio que cubre y protege con una carpa de la lluvia o el sol al usuario. En él se pueden transportar dos y hasta tres personas. Claro que el más moderno lo tiene hoy la ciudad deMadrid, con motor eléctrico, una rueda delantera y dos traseras. Lo llaman Trixi.
El auge de un servicio no legalizado
El Bicitaxi en algunas de las grandes ciudades es utilizado como atractivo turístico, aun enSoacha, municipio cercano a Bogotá, en donde existen 72 de estos vehículos. Por el contrario, en Villa del Prado es sencillamente una necesidad de trabajo y de paso de servicio, pero con un pequeño o gran inconveniente: no está legalizado por las autoridades, en este caso por el Ministerio de Tránsito y Transporte.
“Aunque es una forma de transporte no legal, estamos tratando de formar una cooperativa que nos permita mejores condiciones de trabajo, tener permiso de las autoridades para que nos dejen trabajar, aunque ahora la policía no molesta tanto como antes porque contamos con el apoyo de la gente”, cuenta Leonardo Rubiano, quien desde hace seis años trabaja en el sector.
Este joven de 33 años de edad, bogotano, con estudios de bachillerato representa lo que es la necesidad de tener una forma de trabajo o “rebusque”, que le da para sostener a su familia conformada por su madre, una hermana, sus dos hijos de seis y siete años y su padrastro. Vive en el barrio Nueva Zelandia, paralelo a Villa del Prado.
La idea de recurrir al Bicitaxi como medio de subsistencia, al igual que sus demás compañeros y amigos, la tomó en el año 2002 del candidato a la alcaldía de Bogotá en ese entonces Carlos Moreno de Caro, quien en su campaña política utilizó varios de esos triciclos, los cuales había visto en el Japón. De esta imagen se pegó Leonardo para tener su propio Bicitaxi y así tomó la decisión de vivir de él, ya que de hecho, el vehículo se fabrica en la ciudad.
“Yo lo cogí como una tabla de salvación porque no tenía trabajo, no tenia ingresos y pues…tengo que responder por mis chiquitines. Yo comencé como empleado de una persona a la que le pagaba una cuota diaria…y ya después se me metió la idea de comprar el mío”. Lo cierto es que después de ganarse diariamente en promedio 50 mil pesos, de los cuales le pagaba 10 mil al dueño del Bicitaxi, compró el suyo, de contado, por un valor que giraba alrededor de los $2’200.000
La jornada de trabajo
La labor de Leonardo Rubiano así como la de los otros seis compañeros que ya tienen su propio Bicitaxi, fue y ha sido intensa. “Comenzamos a las cinco y treinta de la mañana y trabajamos hasta las nueve de la noche. Las horas de la mañana son las de mayor movimiento con un promedio de 25 a 30 viajes y también en las horas de la tarde”, agregaRubiano
Dependiendo de la distancia, se hacen carreras de 700, de 800, de 900, de 1.000 y hasta de 2.700 pesos, que es el valor máximo que se paga por un recorrido. El trayecto promedio desde la entrada del barrio a diferentes lugares del mismo es de cinco cuadras hasta dos kilómetros y medio.
El trabajo como tal tiene sus lados buenos y malos. Por ejemplo, a veces disfrutan momentos de descanso pues cada uno de ellos recoge un cliente por turno de llegada; uno más: se mantiene un buen estado físico y se fortalecen las piernas, algo que es primordial para desarrollar este tipo de actividad, ya que en muchas oportunidades deben transportar hasta tres personas que perfectamente pueden sumar alrededor de 160 kilos de peso.
El mantenimiento general de estas pequeñas máquinas no requiere de mucha inversión porque se hace cada seis meses y en ese lapso de tiempo tan sólo se cambia de corazas que naturalmente es lo que más se desgasta.
La gente los acepta
En los comienzos de este trabajo la policía no los dejaba trabajar por no ser un medio de transporte legal. Sin embargo, con el paso de los días y los meses los mismos ciudadanos los fueron aceptando, no solo por la necesidad sino también por el trato que Rubiano y los demás le dieron a la gente. “Si usted va a tratar a la gente a las patadas la misma gente se va a encargar de sacarnos del sitio. Por eso hay que tratarlos con el mayor respeto para que no se presenten esos inconvenientes”. En efecto, los ciudadanos responden: “Es un buen servicio que por lo menos nos ayuda a acortar distancias de 10 o 15 minutos y nos
sirve mucho a las personas que como yo tenemos problemas de salud”, dice Rosana Díaz, una señora de 67 años de edad, y quien utiliza el Bicitaxi hace cuatro años. Al igual que ella también lo utilizan estudiantes , amas de casa, señores de edad, jovencitas…y hasta se tienen clientes fijos, según dice Rubiano: “Sí, ya uno tiene clientela fija, ya a uno lo llaman al celular… ya le dicen Leonardo recójame…estoy en tal lado y uno va… o si uno está con carrera le dicen estoy acá en el Portal recójame…y dependiendo la distancia uno le dice en 10 minutos o 15 minutos estoy llegando y me esperan…”
Como anécdota recuerda que a veces se presentan casos de personas que van de afán especialmente señoras “y ahí toca meterle un poquito más de fuerza a las piernas…la carrera más rápida que me ha tocado hacer es desde el “Gato con Botas” –un jardín infantil- hasta el Portal… como de cuatro minuto algo…”
“En síntesis el trabajo es bueno porque uno mantiene buen estado físico…se gana algo de plata…se relaciona uno con las demás personas, pago mi arriendo, la alimentación… De este trabajo dependen directamente doce familias”, dice finalmente Leonardo Rubiano, quien advierte que el Bicitaxi no solo es exclusivo de este sector sino de otros lugares deBogotá como Bosa, El Tintal, Patio Bonito, el Centro y fuera de la ciudad como Soacha yChía, todos en proceso de ser apoyados por una ley que les evite problemas.